XI (Undecim)

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Entre los ladridos de los perros, niños jugando en la acera, la vecina chismosa hablando con el cartero, el músico que no respeta el ruido, el deportista que coquetea con las adolescentes. Así también esta mamá preparando el desayuno, Luke duchándose con "Survivor" de Beyoncé y papá haciendo cálculos. Ninguno de los que se encuentra alrededor ha escuchado mis ahogados quejidos, ni llantos entrecortados, ni la cama que sigue chocando con la pared.

Si, Oliver volvió a propasarse, esta vez uso fuerza mayor.

- Deja de pedir ayuda – susurro en mi oído – Si sigues así, terminare asfixiándote – sus gruesas manos aprietan más y más mi cuello

- Por favor – mis lágrimas cayeron entre sus manos

- Así te gusta, eres una zorra, una perra y una estúpida. Solo sirves para abrir esas putas piernas – continuo con los insultos

El vaivén de su miembro era tan brusco, - imposible soportar ese dolor – la fuerza, rudeza y poca tolerancia de soportar mis estrechas caderas, lo convertían en un desagradable chico. Así como los monstruos de armarios, esos que te hacen tener pesadillas, días sin dormir. Volvía a lo mismo, no sabía cómo defenderme ante sus caprichos. Ni mucho menos confesar.

- Contigo nunca puedo acabar rápido, me tienes jodidamente caliente – sonrió dando a conocer la fila de blanquecinos dientes, beso mi cuello, donde en más de una ocasión dejo marcas, y de todo tipo – ¿Sabes? Podre estar engañando a mi novia, pero es tu culpa, por andar seduciendo debajo de la mesa

- Eso es mentira, eres quien toquetea. Y tengo un testigo – su rostro comenzó a desfigurarse – Es Bob, voy a confesar – intente ser dura ante mis frías palabras

- ¿Qué dijiste? – se quitó la camiseta mostrando sus definidos músculos así mismo lo hizo con mi toalla que cubría la parte de mis senos – en verdad crees que todos van a oír tu estúpida confesión.

¿Qué pretende?

El pomo de la puerta giro, con los milisegundos que había para cubrir toda la escena del hecho, ya era demasiado tarde. Luke venia cabizbajo, secando su corta cabellera rubia – ha decolorado su cabello muchas veces – al voltear vio la incómoda escena, provocando que soltase la toalla de sus manos. Pego un estruendoso golpe a la puerta, dejándonos en evidencia.

- ¡¿Qué mierdas significa esto?! – exclamo en tono que mi madre no pudiese oírnos

Intente cubrir una gran parte de mi cuerpo, no quiero sufrir más humillación que he tenido con Oliver. Mi hermano analiza todo a su alrededor. Es bastante minucioso – se negó, vi sus ojos de arriba abajo viendo mi cuerpo. Sin siquiera notar la presencia de su amigo.

- Luke... – no tenía la suficiente palabras para contar todo, estoy asustada

- Puedo explicar – él levanto sus manos para mantener tibia la situación

- Después hablaremos, solo termina de vestir y lárgate – su tono era neutro, no mostraba nada de pudor ni vergüenza ante su mejor amigo

Al quedar solo en la habitación, supe que el problema iba a subir el temperamento, tampoco quiero ser una persona mentirosa, debo buscar la fórmula para confesar la verdad absoluta. No quiero pedir perdón por algo que yo no he provocado, solo he demostrado ser una cobarde.

- Pensé que todo lo que mis padres han contado sobre tus ataques de pánico y ansiedad, te mantendrían en bajo perfil – trago seco – Pero, me he equivocado

- Luke, por favor escucha – caí de rodillas, no puedo con este dolor – Debes creerme

- Deje de creer en ti, en tus palabras y en tus hechos cuando regresaste del manicomio, debiste quedarte y no regresar

Amelia Walker, Muerte© Parte 1  PRÓXIMAMENTE EN AMAZON (EBook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora