Capítulo 12.-El regalo más grande.

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Capítulo 12.- El regalo más grande.

Sus nervios eran comparables al hambre que se cargaba, en ocasiones el estrés provocaba un aumento en su apetito, nada fuera de lo común, pero si lo comparábamos con los años que llevaba evadiendo el tema con Toshinori-san, bueno... tenía unas ganas descomunales de comer.

Le dio una mordida al pan con mantequilla y bebió un poco del café creyendo que con eso todo mejoraría un poco, pero sus piernas simplemente le fallaban, así que optó por otras formas de calmar su ansiedad.

Pensar en Kacchan.

Su "agradable" casero le había deseado buena suerte antes de marcharse. Claro, si es que a gritar "No seas una mierda y escucha" podía considerarse como un buen augurio. Kacchan y sus modos de expresión, no podía negar que a pesar de ello, le gustaba más y más, casi como si su pelea reciente hubiese servido para darle mayor potencia a lo que sentía.

Su cumpleaños era al día siguiente, así que debía pensar en un buen regalo para él, aunque no tenía la más remota idea. ¿Qué le das a un chico que está enfadado casi todo el tiempo? Los boletos de la conferencia de su padrastro fueron una buena opción en su momento, pero dudaba que ahora, conociéndolo tan de cerca, pudiese funcionar. ¿Y entonces qué le daba?

Sabía que le gustaba leer mucho, parte de su labor como estudiante de leyes, aunque a veces lo encontraba leyendo novelas policiacas y demasiado sangrientas para su gusto. ¿Era ese su tipo de lectura? ¿Qué música escuchaba? Sus gustos eran demasiado variados, desde el rock pesado pasando por lo instrumental y la electrónica. Si le pidieran definirlo en una palabra, sería "versátil".

Versátil, pensó descuidadamente y su mente viajó por otros rumbos, haciéndolo enrojecer al instante. ¿Pero qué pasa conmigo? Se regañó tratando de borrar la imagen en su cabeza, una imagen de un Kacchan rudo, acelerado y varonil, un Kacchan invasivo al besarte, al tocarte, al estar...

Carraspeó avergonzado, no debía estar pensando eso, ni siquiera sabía si Kacchan estaba interesado en relaciones y sexo, aunque candidatas seguramente no le habrían faltado. Quizá no era un mujeriego conocedor ni nada de ello, pero eso no quitaba lo apuesto y atrayente que era.

Esa sonrisa burlona y mordaz debería ser considerada pecado, se dejó llevar dando un sorbo a su bebida y después negó con ganas. Su Kacchan no era lo que aparentaba, era mucho más, detrás de toda esa agresividad y salvajismo, también había un hombre sumamente dulce y adorable.

Sonrió burlándose de sí mismo, definitivamente era el único ser humano en el mundo que pensaba en Kacchan como alguien adorable.

—¿En quién piensas joven Midoriya?

El pecoso se atragantó con el café que bebía y Toshinori trató con ganas de esconder su risa.

—Ho... la...—miró al techo para recuperar el aliento y cuando todo estuvo en orden, intentó sonreír de forma natural—. Yo... agradezco mucho que vinieras.

—Me pediste hablar, estoy aquí para obedecer la petición.

Tronó los dedos de sus manos y con cierta timidez, clavó su mirada en la de Toshinori. Esos gigantes ojos verdes, esas preciosas esmeraldas que, desde sus inocentes 10 años, supieron encantar a cualquiera que las mirara. Izuku Midoriya tenía la capacidad de derretir cualquier témpano de hielo, hasta el corazón de la persona más cruel en el mundo.

Había mucho sin decir entre ellos, pero era el momento de sacarlo todo, las frustraciones, las lágrimas y los miedos. Toshinori falló, pero Izuku no era completamente inocente. Cada uno tenía en sus manos la capacidad de aceptar y redimir sus culpas.

"Amargado, solterón y explosivo busca pareja".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora