Ellen, como siempre hacía, estaba exagerando las cosas. Ya era la segunda capa de pintalabios que se aplicaba sobre la boca delante del espejo, después de ahuecarse el pelo corto numerosas veces. Siempre había pensado que mi amiga tenía el pelo cortísimo, aunque en esos momentos lo tenía más o menos igual de largo que el mío.
Yo la esperaba paciente tumbada encima de la cama, preparada y lista para salir.
—Dios mío, Ellen, no vamos a ir a ver a la reina.
—Tía, no todo el mundo tiene la suerte de ponerse un pantalón vaquero y una camiseta sin más y verse fabulosa —dijo, apartando la mirada del espejo y mirándome como si tuviera la culpa de todos los males del mundo.
Me incorporé y alcé una ceja.
—Eso es mentira. Lo único que hago es quitarle importancia.
Se rió.
—Ya, tú lo único que quieres hacer es demostrarme que no te importa que vayamos a ver a Harry. Pero sé leer mentes, pequeña —dijo volviéndose una vez más al espejo para limpiarse los restos del rímel.
Me dejé caer de nuevo encima de la cama sin responder, analizando lo que mi mejor amiga me había confesado.
Sí que era verdad que sólo llevaba unos vaqueros apretados y una camiseta grande de Guns n Roses, y tal vez sí que fuera cierto que aparentaba no estar perdiendo los nervios por ver al chico con el que había compartido tantas historias por teléfono. Y que tal vez tonteaba ligeramente conmigo. Y que tal vez no me importara que lo hiciera. Pero sí era verdad, por mucho que no lo quisiese admitir, hacía bastante que no me esforzaba tanto por verme bonita. Aunque fuera sutilmente.
—Bueno, creo que ya estoy.
En cambio, Ellen llevaba una falda de tubo y una camiseta de lentejuelas doradas, con la excusa que íbamos a salir esa noche, se había maquillado a tal extremo que hasta parecía que iba natural. Obviamente, estaba guapísima, ya que tenía un arte excepcional con el maquillaje. Siempre me había dado envidia, ya que yo no era capaz ni de pintarme la boca sin parecer una niña de cinco que le había robado el carmín a su madre, por mucho que lo hiciera igualmente.
Nos dirigimos a la estación de metro que nos llevaría al apartamento en el que estaban Harry e Yina y así ir juntos al centro, para que a Ellen y a mi por fin nos sirviera de algo los conocimientos que teníamos tras las decenas de bares que nos habíamos recorrido a lo largo de los años.
Fue Yina la que nos abrió la puerta con una sonrisa falsa hasta las orejas, con su pelo alisado y largo ondeándole en las caderas.
Eso me hizo recordar que tenía el pelo corto una vez más. Un poquito de mi confianza se fue por la puerta mientras trataba de evitarlo.
—¡Jane!—dijo y me dio un seco abrazo, pasando un único brazo alrededor de mi cuello.
—Hola, Yina —dije sonriéndole de vuelta—, esta es Ellen.
Ellen, en cambio, llevaba una sonrisa bien bonita en la cara, emocionada como estaba.
—¡Hola! —dijo enérgica, y le dio un beso en la mejilla a la morena.
Nos hizo pasar por un estrecho pasillo y nos condujo hasta una pequeña salita de estar con tres sofás contados.
—Harry está en la ducha, pero os puedo sacar unas cervezas si queréis —dijo todavía sonriendo.
La verdad era que la chica lo estaba intentando, aunque se notaba con creces que mi presencia aquí la incomodaba. De todas formas asentí devolviéndole la sonrisa una vez más.
ESTÁS LEYENDO
Same Mistakes |h.s| Wattys 2019
FanfictionJane Carter está harta de estar constantemente subestimada en el trabajo, de las miradas por encima del hombro y que no la tomen en serio. Sobretodo después de lo durísimo que ha trabajado por conseguirlo. Y le molesta especialmente porque sabe que...