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Ellen mantenía su postura al recta otro lado de la mesa, con los dedos entrelazados entre sí y todavía mirándome sin expresión en el rostro. Se aclaró la garganta y se humedeció los labios.

—Perdona, ¿puedes repetir eso?

Sabía que era una pregunta retórica y que me había escuchado perfectamente. Me pasé otra vez una mano por la cara. Yo, en cambio, tenía el cuerpo prácticamente sobre la mesa, con una mano apoyando mi cabeza, encorvada completamente.

Gruñí.

—Me he acostado con Ethan.

Apartó la mirada mordiéndose los labios y, ahora sí, empezó a apartarse el pelo de delante de la cara con nerviosismo. Ni ella misma sabía cómo reaccionar ante lo que le acababa de decir. Se frotó un ojo, sin querer mirarme todavía.

—¿Me puedes explicar por qué coño has decidido hacer semejante tontería? —decía al principio calmada, para subir poco a poco el tono de voz.

Le levanté la palma de la mano.

—No chilles.

Estaba teniendo la peor resaca de la historia.

—¿Qué? JANE, no te entiendo, tía. Me das la lata durante MESES sobre que no se qué Harry y "ay es que quiero darle tiempo" y coges y TE TIRAS A ETHAN.

Me tapé la cara con ambas manos.

—Ya lo sé, Ellen. Estaba extremadamente borracha, ¿vale? Pero mucho.

Soltó un gruñido de exasperación y se levantó de la mesa de la cocina en la que estábamos sentadas y comenzó a dar vueltas nerviosa.

—¿Has hablado con él?

Negué con la cabeza.

Tenía todavía la cabeza tan acartonada que no sabía qué es lo que estaba sintiendo en mi interior. Y aunque estuviera en condiciones, tampoco tendría ni la más remota idea de cómo hacerlo. Qué hacer ante esta situación tan incómoda en la que me acababa de situar yo solita, de un minuto a otro, más rápido que un parpadeo. Antes de que pudiera darme cuenta, Ellen había agarrado su teléfono y marcado un número.

—Hola, bebé —le dijo a su teléfono después de unos segundos.

Me incorporé a la velocidad de la luz y la miré con desdén.

—¿Qué haces?

Me calló alzándome un dedo y continuó hablando.

—Oye, ¿podrías ayudarnos con una cosa? Estamos en casa de Jane. Es urgente. Gracias —dijo, y colgó el teléfono para dejarlo encima de la mesa de nuevo.

Se volvió a sentar en la silla pasando de la mirada que le dirigía de completa confusión.

—Viene ahora.

—¿Por qué has hecho eso? Tenía pensado hablar con él, Ellen.

Alzó una ceja.

—Jane, estoy hasta el coño de tus tonterías. Si no te obligo a hacer las cosas no las haces, y paso. Vas a hablar con él ahora y punto.

Puse los ojos en blanco y simplemente dejé caer mi cabeza que parecía pesar cincuenta kilos encima de la mesa y esperar con los ojos cerrados a que llegase mi amigo.

—Bueno. ¿Te corriste?

La miré todavía con la cabeza apoyada en la mesa con las cejas alzadas. Intenté no reírme y me encogí de hombros.

—Pues no sé. Supongo.

—Entonces no.

—He dicho que no lo sé.

Same Mistakes |h.s| Wattys 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora