No me sorprendí cuando el lunes por la mañana recibí una llamada de Harry.
Ese día me había quedado en casa y mi madre estaba de acuerdo conmigo que no sería buena idea que saliese a la calle en ese momento.
Con el corazón en la boca respondí el teléfono, los dedos temblando sin remedio.
—Hola, Harry —dije, intentando sonar alegre.
—¿Qué tal estás, Jane? —preguntó en un suspiro, sin poder ocular el cansancio en su voz.
Tuve que morderme el labio cuando respondí, aunque traté de sonar tranquila, haciéndome la loca y pretendiendo que era ajena a todo aquello que estaba pasando ahora mismo en las redes sociales.
—Genial, ¿qué pasa?
—Um, había pensado que tal vez te gustaría quedar un rato hoy.
Mi corazón había estado bombardeando con fuerza todo el rato, pero en cuanto dijo aquello me castigó con fuerza, y la preocupación salió disparada hacia todos los rincones de mi cuerpo con rapidez. Sabía que aquello no lo podía ignorar y que tarde o temprano iba a tener que enfrentarme al tema, pero sólo deseaba que el rumor dejase de difundirse con tanta rapidez y que simplemente la gente se olvidase de mí y de mi existencia.
De todas formas, dos horas más tarde me sorprendí cuando un coche negro sé plantó delante de mi casa. Mi madre intentó no hacer ningún comentario, cosa que le agradecí, aunque eso no quitaba el hecho de que incluso yo me había quedado sin palabras.
Ni siquiera habían ganado; ya sabía que sus vidas ya no volverían a ser las mismas.
Dejé que el coche me llevase hasta la localización en la que estaban, que nadie me había dejado claro. Era estupenda esa sensación que tenía en el pecho; como si todo se fuera a derrumbar ante mis pies con calma mientras alguien me sujetaba de los brazos para evitar que hiciese algo al respecto, aunque dejándome que lo viese como un castigo. Que nadie confiaba en mí. Como si hubiese sido yo la que dio la patada final para destruir el castillo de arena. Lo peor de todo aquello es que tal vez fuese cierto. Intentaba relajarme mientras caminaba por un pasillo eterno, con las uñas clavadas en mis manos, controlando mi respiración.
Justo antes de llegar, una puerta se abrió y vi cómo Simon salía de una sala seguido por los chicos, que hablaban entre ellos calmados y con los ánimos bajos. Quise sonreír al instante. El hombre pasó por mi lado y casi vi el tiempo pararse. Se ponía las gafas de sol despacio mientras pasaba por mi lado, después de dedicarme una de las miradas más frías que alguien me había dedicado nunca. Zayn pasó también dirigiéndome la mirada, aunque no me sorprendí cuando no me saludó. Niall y Liam me sonrieron con debilidad, aunque el único que se detuvo para cogerme de la mano y saludarme fue Louis. Harry no estaba entre ellos.
El chico me dio un apretón en la mano con una sonrisa tierna y yo me detuve para suplicarle con la mirada que me diese respuestas. Qué es lo que estaba sucediendo, qué era aquello que iba a pasar. Qué había pasado con Hannah y por qué el tiempo pasaba tan condenadamente rápido. Qué iba a pasar conmigo. Si estaban enfadados.
—Tranquila, todo va a ir bien, ¿vale?
El hombre que me acompañaba me estaba insistiendo a que entrase en la sala. Le ignoré sonriendo a Louis con los ojos brillantes. El nudo en la garganta se hacía cada vez más apretado, y antes de poder responderle, Louis soltó mi mano y siguió a sus compañeros.
Tenía la puerta a mis espaldas, me di la vuelta despacio tragando saliva y controlando mis impulsos. No me dio tiempo a agradecer a la persona encargada de guiarme por aquel laberinto, ya que en el minuto en que crucé el umbral, la puerta se cerró de golpe a mis espaldas. Me quedé extrañada unos segundos, aunque, como era usual, mis nervios se apaciguaron dos puntos cuando escuché la risa de Harry calmada a mis espaldas.
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Same Mistakes |h.s| Wattys 2019
FanfictionJane Carter está harta de estar constantemente subestimada en el trabajo, de las miradas por encima del hombro y que no la tomen en serio. Sobretodo después de lo durísimo que ha trabajado por conseguirlo. Y le molesta especialmente porque sabe que...