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Cinco meses atrás

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Cinco meses atrás.

Mamá está encantada con Bobby. Desde que el maldito se lució frente a su club diciendo que era su novia y mamá vio el cielo abierto, ha estado a mi lado por todo este mes. Exceptuando las reuniones con el club, siempre está en mi despacho o en casa de mamá. Sí, tienen reuniones entre ellos sin estar yo delante. Aunque sé que solo dura unos segundos porque, por muy valiente que intente ser, este paso que dio le viene grande.

Es tanta la confianza que han ganado estos dos, que estoy comenzando a sentirme celosa. Sé que no debo, y es una tontería siquiera pensarlo, pero no puedo evitarlo.

El maldito de Bobby no sólo me ha robado el corazón a mí, sino que a mi madre también.

He quedado con mi hermana, Emma, para ponernos al día. No la veo desde meses atrás. Tengo una vida tan ocupada en el hospital e intentando huir de Bobby, que apenas he podido verla.

Y como siempre, llega tarde.

Típico de Emma.

Cuando éramos pequeñas, siempre teníamos que meterles prisa a papá y a mamá porque íbamos con la hora justa. Otra cosa no sé, pero ese matrimonio era conocido por la impuntualidad.

Luego, cuando fuimos creciendo y Emma entró en la adolescencia, tomó la costumbre de papá y mamá y siempre llegaba tarde. Y ahora, con casi treinta años, sigue igual.

—Veo que no me he perdido nada —alejo mi vista del libro que estoy leyendo, enfoco a mi hermana y sonrío—. Vamos, Rosalía. Déjate de sonrisas y ven a darme un buen abrazo.

Negando, me tiro a su cuerpo y lo estrecho contra el mío. No es muy alta, poco más de cinco centímetros que yo, pero siempre es agradable abrazar su cuerpo menudo.

No le gusta mucho el contacto, por lo que a los pocos segundos ya está alejada de mí. Carcajeo por ello. Nunca cambiará. Toma asiento frente a mí, llama al camarero y pide su café helado de siempre.

—Y bueno, melocotoncito, cuéntame qué es de ti. ¿Novio? ¿Novia? ¿Folla-amigos? ¿Te has tirado a tu superior en el hospital? ¡Vamos, dime que has hecho algo malo!

—No, para nada —rio—. Llevo la misma vida de aburrida de siempre. Excepto que ahora paso mucho tiempo en el club motorista donde el marido de Karen trabaja.

—¿Y qué haces tú en esos territorios? —aleja su teléfono de la taza de café que el camarero deja—. Gracias, guapo.

Con su labia sin filtro, consigue el pobre hombre enrojezca. Ambas reímos mientras observamos cómo, a paso rápido, se aleja avergonzado.

—Pues ya sabes, Karen está allí y no ha pasado por un buen momento. Es la única amiga que tengo, no quiero perderla y es por ello que siempre estoy intentando que salga y no piense en ello.

Temptation © (Bloody Hell MC #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora