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       Huir no es siempre la mejor opción. Nunca lo es, de hecho. Hay que afrontar los problemas, plantarles cara y decir aquí estoy yo, y voy a patearte el culo como sigas molestándome. Pero ¿qué soy yo? Una cobarde. Una puta cobarde por huir de Bobby.

Él no se merece esto. De hecho, el que esté corriendo en dirección contraria a la suya, sé que lo estará volviendo loco. Pero sé de primera mano lo que es pertenecer al estilo de vida que Bobby y todo Bloody Hell toleran: nada bueno.

He abandonado el pueblo. Gracias a Karen. Aunque se negó al principio, terminé convenciéndola y me ayudó a escapar por la puerta trasera.

Casi muero allí mismo cuando, al salir, habían varios miembros del club. Por suerte para mí, contaba con ropa médica y pude pasar como otra mundana más que abandonaba su puesto de trabajo.

De momento, me estoy quedando de hotel en hotel. Por supuesto registrando nombres falsos: Marie Pérez, Selene Stevez, Stormi McLiar... y un montón más de los que no puedo recordar. Todos para que Bobby no me encuentre, porque sé que, tarde o temprano, lo hará. No es el típico hombre que deja escapar algo, mucho menos si se llama Rosalía.

Mi teléfono suena, sacándome de mi ensoñasión. Tomo el aparato y suspiro cuando es mamá de nuevo. Otro problema: no podía sólo irme y no decirle nada a María, alias la madre que, o no te quita ojo de encima, o no te llama en días mientras está con sus rollos.

Dejo que el sonido inunde la diminuta habitación, carecida de luz alguna y en completa penumbra. Son apenas las seis de la mañana, pero por supuesto que mamá llamaría a esta hora. Claramente va a insistir hasta que oiga mi voz, así que no retraso más la llamada y aprieto el botón verde.

—¿Sí? —sólo se escucha silencio, retiro el teléfono de mi oreja y observo de nuevo el número—. ¿Hola? ¿Mamá? Sé que estás ahí, deja de llorar en silencio y dime qué pasa. De lo contrario...

—Te tengo.

Jodida mierda. Cuelgo rápidamente la llamada y salto de la cama. No, no, no. Camino de un lado a otro a través de la habitación, aunque no doy muchos pasos porque es diminuta y apenas cabe una cama de matrimonio.

Me ha encontrado. ¡Mamá es una traidora! Aunque no puedo culparla. Sé cuán insistente puede llegar a ser Bobby, y a María sólo le hace falta una sonrisa de su parte para que le dé todo lo que le pida.

Corro hasta llegar a mi bolsa, dejo todo tal y como está, incluyendo mi cepillo de dientes en el cuarto de baño y la cama sin hacer. Tengo que irme. Sé que estará ya de camino, lo presiento.

Y no me equivocaba cuando, al salir de mi habitación, el ruido de motos llegando me eriza la piel. ¡Joder! Son sólo cinco, y los reconozco perfectamente: Bobby, Marvel, Tig y dos novatos. Marvel y un prospecto no tardan en bajar de la moto y correr hasta las escaleras del motel.

Suplicando a mi cerebro que dé orden a mis piernas para correr, me alejo hacia el lado contrario.

—David, ¡hacia la izquierda! ¡No dejes que se escape! —grita Bobby hacia el prospecto, pero no me detengo.

Me van a coger. Y no puedo permitirlo. Rezo a Dios para que haya una puerta abierta. ¡Por Dios, esto es una locura! Una pareja va saliendo cuando una bombilla se enciende dentro de mi cabeza, con esperanza.

Sin preguntar, corro dentro de la habitación con ellos dos. Rápidamente comienzan a preguntar quién soy, qué está pasando, etc.

—Por favor, sólo actuad como que estáis follando. Me iré enseguida, lo prometo.

Temptation © (Bloody Hell MC #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora