Tubo que detenerse A mitad de la escalera, rendido y sin aliento. Cada dia que pasaba su cuerpo le recordaba que los años no pasaban en vano. Ya casi llegando a los treinta años Eo se negaba a dar signos de vejez.
Los años pudieron haberle quitado agilidad Pero no tozudez. Así que envuelto en su gabardina de cuero, Eo se dispuso a subir el resto de la escalera que en ocasiones se le hacía eterna. Era su cuerpo resentido por la mala noche. Ya no estaba para esos trotes, pensaba en voz alta. Sin embargo como cada jueves emprendia la marcha y no volvía hasta el día siguiente, temprano por la mañana.
Era la necesidad de asegurarse que sus Omegas estuvieran bien. En especial Sorrento. Le daría de desayunar algo de avena caliente, por que el otoño se extinguia y el invierno se asomaba. El mismo estaba deceando un te caliente y algo más. A pesar que usaba gastados guantes de piel, las manos se conjelaban.
Apreto sus dedos contra las barandillas de las escaleras, suspirando pesado, Eo le puso empeño al resto de peldaños que lo llevaban a su departamento. Quizá algún día estara demaciado cansado para subir y bajar tanta escalera. Ese día seguro que por fin dejaría que le llamasen viejo.No veía la hora de llegar a casa y recostarse en su sillón favorito. Pondría a tocar uno de sus discos favoritos, tomaría su té y por fin vería a sorrento.
Nunca lo iba a aceptar, pero tenía miedo de no volver a verlo. En las manos negligentes de su hermano, a Sorrento nunca le fue nada bien. Eo nunca pensó que llegaría a odiar a alguien en toda su vida, pero ese tipo Julián, hacia méritos para conseguirlo.
Cada jueves pasaba por la iglesia y pedía perdón por no poder perdonar a ese Alfa. Tampoco conseguía deshacerse de pensamientos tan impuros como querer que desaparezca de la faz de la tierra. Incluso se permitía albergar en su mente, ideas de cómo provocar lo anterior pero luego se arrepentía. Y jamás olvidaba pedir perdón por dejar que esos pensamientos se arraigaran en su mente.
Perdió la cuenta de las veces en las que tuvo que intervenir. Llamaba a la policía para reportar los gritos de la casa de a lado. Cuando por fin conseguía que los oficiales aparecieran, insistía en entrar para asegurarse que el niño estuviera aún vivo.
Los peldaños por fin terminaron y el pasillo de aquel edificio permanecía silencioso. Era aún bastante temprano. Casi no tenía contacto con el resto de vecinos, tan solo con los que vivían a lado. Eo llevaba años viviendo en ese mismo lugar y casi estaba seguro que esa sería su última morada.
Una vez en su modesto departamento de apenas una habitación, de inmediato puso agua a hervir. Necesitaba un te con urgencia. Preparó también algo de avena para su fiel compañero. Intentaba cada mañana asegurarse de darle de comer. El desayuno era la comida más importante del día y no podía dejar a sorrento con el estómago vacío.
Le dio una mirada al reloj de la cocina, mientras acababa de remojar su bolsita de té. Eo no pudo contenerse y como siempre termino espiando tras la puerta. Esperaba que ese Alfa no apareciera a arruinarle los planes.
No tuvo que esperar demaciado, Sorrento salió de su departamento y no tardo en acercarse al suyo. Una sonrisa de alivio se le escapó al chileno. Enseguida le abrió la puerta y lo dejo entrar no sin antes dejar que lo abracé
-¿que sucede, Sorrento?-
Tuvo que preguntar por qué se dió cuenta que algo le sucedía
-¿paso algo en mi ausencia?-
Sorrento le apreto más fuerte, de pronto sentía la necesidad ineludible de hacerlo. Hundió su rostro sobre el hombro de Eo y se quiso quedar ahí por el resto de su vida. Paso la noche sólo, muerto de frío y asustado a que regresará la gente de Poseidón a buscar a Julián. Claro que jamás se lo diría, era mejor que el no supiera nada del asunto.
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Come As You Are (Omegaverse)
Hayran Kurgu(Kanon x Sorrento) Sorrento sufre su día a día las consecuencias por nacer bajo el linaje Omega, abusos, golpes, humillaciones y demas. Kanon es un alfa que vive atormentado por su pasado, antes de ser adoptado por uno de los mafiosos mas grandes de...