Besos fugaces

54 2 0
                                    

Me arriesgué a enamorarme y por hacer el tonto,
caí.

Me arriesgué a quedarme en un estado frenético entre tu espalda y tus piernas,
y terminé perdiéndome por debajo de tu ombligo.

Se me fué la cabeza, el cuerpo y ahora tus besos,
se me han ido las ganas de volver a verte pero sobre todo las de escucharte una vez más.
(Y si no me crees no pasa nada, no me creo yo tampoco)

En cambio, las ganas de clavar mis uñas en tu clavícula me invaden
y dudo que vayan a abandonarme;

Como mucho se me escaparán en esos pequeños intérvalos,
donde me suelo quedar atontada, buscando una semejanza de tus lunares con el humo de mi cigarrillo, el cúal suelo prometer siempre que será el último.

Como cada uno de los besos que me distes, siempre estuvo claro que había cuenta atrás,
que las cosas no podían durar para siempre
y mucho menos siendo algo tan fugáz,
de eso a lo que suelen llamar un amor de verano.

Y aún qué no me arrepiento,
desearía no haberme perdido entre mis sabanas,
y no haberte encontrado a tí en ellas.

Desearía borrar esa concreta tarde de un concreto día de agosto,
para quizás,
retroceder el tiempo y poder encontrarte desde un principio.

Y estoy asustada,
no estoy segura a que me dé tiempo a deshacerme de todo;
del tacto de tu piel que se ha quedado en mis dedos,
como si de algo permanente se tratase.

O del calor,

ese que me entraba y consumía,

por todo el cuerpo,
solo con el roce de tus labios que invadían mi cuello, mi pecho, mi mente,
de la que se han apoderado,
ya que de ningúna forma,
ní si quiera una,
puedo sacarlos o a ellos o a tí de ella.

Versos -para el- co(n)razónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora