De Pesadilla a Sueño Húmedo.

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*Sueño de Bruce*

Esa noche Batman llegó a la fábrica abandonada de Gotham, el silencio invadía todo el lugar. Con paso firme pero silencioso recorría parte de la zona, mirando por todo el lugar, se concentraba en encontrar a su "presa".

- Una vez más, nos volvemos a ver Batsy. – dijo entre risas Joker, quien aún se encontraba escondido.

Batman ignoró las palabras, pero no el sonido. Camino hacía donde creía venia la voz de su enemigo. Con pasos sigilosos se percató que la cabina de seguridad tenía las luces encendidas. Apresurándose a llegar, vio al Joker dar vueltas sobre la silla con ruedas pequeñas.

- ¡Wiiiii! – sonrío Joker al término de la vuelta, girando la silla para encarar a Batman. - ¡Hola! – saludó.

- ¿Por qué esta vez, fue más fácil encontrarte? – preguntó con ese tono serio.

- Huummm... no lo sé, tal vez te estás volviendo demasiado bueno en esto.

- Necesito saber una cosa.

- ¡Oh! ¡Claro! – dijo recargando su barbilla en sus puños, prestando atención al oscuro. – Dime, ¿de qué se trata?

Batman lo miró dudando si sería correcto preguntarle o no. Miró alrededor, la habitación no era muy grande, ya que el escritorio cubría casi la mitad de ella. Los monitores se encontraban apagados, y un casette se encontraba tirado detrás del Joker.

- La verdad es que... - trató de pensar, ya que al hablar se dio cuenta que no tenía de que hablar con él, no recordaba que su enemigo hubiera hecho algo malo anteriormente, pero algo dentro de él quería golpearlo, como era de costumbre en sus encuentros.

- Déjame adivinar... - se recargó en la silla, colocando sus manos sobre sus rodillas. - ¿Crees que hice algo malo? Si así lo fuera..., creo que ya estaría tirado en el suelo pidiendo piedad para que no me vuelvas a romper los dientes. – dijo en tono sarcástico expresando aún más su sonrisa.

- Siempre haces algo malo. Si no, ¿por qué otra cosa te estarías ocultando de mí?

- Yo no me oculto. Tu tardas en encontrarme.

- Y ¿por qué quería encontrarte si no has hecho algo?

- No lo sé, – rio sin dejar de ver al oscuro – dímelo tú.

Batman se acercó aún más a él, cubriéndolo con su sombra, notaba cada rasgo del rostro del joker que se formaba cada vez que éste sonreía.

- Entonces... no hay algo que pueda hacer.

- ¡Claro que sí! – se levantó de su lugar, quedando aún más cerca de Batman. – Por algo estás aquí, ¿no?

- Yo creía que era para atraparte...

- Pues lo hiciste... - dijo casi en murmuro, dejando de sonreír.

Las manos de Batman se movieron por instinto, tomando de la cintura del payaso, lo juntó más hacia él. Juntando sus labios con los del Joker, entrecerró los ojos, respirando hondo. Aquella noche logró percibir un aroma totalmente diferente, era placentero, tranquilizante. Sintiéndose bien al saborear el olor que emanaba el payaso, no quiso dejar de besarlo.

El Joker comenzó a moverse, sin dejar que el beso terminara, se apresuró a sentarse sobre el escritorio, pasando sus brazos alrededor del cuello de Batman. Al sentir aquellos movimientos, Batman decidió avanzar a la siguiente escena. Desabrochando la camisa verde, se apresuró a quitar toda prenda de la parte superior. Terminó con el beso para poder apreciar el resultado que habían hecho sus manos.

Los Renglones Torcidos de Dios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora