El Camino de Vuelta a Vivir.

199 23 9
                                    

Había pasado una semana desde la visita de Alfred, Bruce se encontraba de un mejor humor y lo transmitía hacia John. Ambos hombres miraban por la ventana, el inicio del otoño hacia su presencia con hojas de árbol secas sobre el pavimento, así como fuertes aires fríos.

- Me gusta mucho esta estación del año. – dijo John sacando el aliento cálido sobre el vidrio, haciendo que éste se empañara y así dibujar una gran sonrisa. – El cambio de clima es tan drástico que siento que se parece a mí.

- No lo sé, cada vez eres más... no sé ¿tierno?

- ¿Tierno? – expresó John. – No lo creo.

- Me agrada como eres. – dijo Bruce alborotando el cabello verde de John.

- Tu compañía me hace bien. – se alejó de la ventana. – Tengo algo para ti. – se inclinó buscando algo debajo de su cama.

- ¿Para mí? Espero sea algo caliente.

- Bueno... si quieres algo caliente tienes mi cuerpo, pero no es eso. – dijo entre risas. – Es algo mucho mejor.

Bruce prestó toda su atención a los movimientos de John. El peliverde se incorporó, limpiando lo que había sacado, Bruce se acercó a su amigo.

- ¿Qué es eso?

John extendió el muñeco de trapo.

- Eres tú. – dijo sonriendo. – Yo lo hice.

Bruce notó una similitud a él muy extraña, el muñeco tenía como ropa un traje de vestir, por un momento había olvidado la ropa que usaba cuando se encontraba trabajando en la Empresa Wayne. Ahora su única vestimenta era el uniforme de Arkham. Tomó el muñeco, aquellos ojos de botón negros le hacían pensar en Batman.

- Es... lindo. – dijo tratando de sonreír.

- También tengo el mío. – mostró otro muñeco de trapo. – El que se parece a mí, tú lo conservarás.

- ¿Y por qué este no?

- Porque...

Bruce encontró una etiqueta en el muñeco, leyendo en su mente: "Para mi mejor amigo Jack Napier".

- Entonces tu no lo hiciste, alguien lo hiso... - Bruce alzó la mirada. - ¿Quién lo hiso?

- No me acuerdo. – John le quitó el muñeco, desviando su mirada.

- ¿John?

- ¿Sabes qué? Olvídalo, mejor no quiero que tengas nada.

Bruce se detuvo a pensar en alguna solución.

- Perdón. – fue lo primero que se le vino en mente. – No es correcto interrogar a los amigos, me gustaría mucho conservar el muñeco que se parece a ti.

- ¿Enserio? – John lo miró fijamente.

- Sí.

John se apresuró a buscar un plumón, el pequeño muñeco de John Doe también se le sobresalía una etiqueta blanca, sobre de ella escribió: Para mi mejor amigo Brucie Wayne.

- Toma. – se lo dio a Bruce. – Consérvalo muy bien.

- Siempre lo tendré conmigo.

La puerta de la habitación fue golpeada con suavidad.

- Es hora de irnos. – indicó John guardando el pequeño muñeco-Bruce.

Bruce hiso lo mismo con el muñeco de John, guardándolo debajo de su cama, ambos hombres salieron. Todos los internos se dirigieron al comedor.

Los Renglones Torcidos de Dios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora