Los Napier.

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John se encontraba profundamente dormido, había pasado una semana desde que salió del edificio médico, a pesar de los tratamientos y medicamentos para el dolor que tenía que tomar, esa cicatriz en su costado le recordaría por siempre aquella pelea que tuvo con Harvey Dent. No se enorgullecería al tenerla, porque sabía perfectamente que pudo haber evitado aquel suceso desagradable, pero lo que le agradaba de aquella cicatriz era que, el arma blanca que lo marcó de por vida pertenecía a Bruce.

Pasaron varios minutos cuando el término de su sueño le indicó que ya era momento de despertarse y hacer sus actividades como todos los días. Estirando los músculos de su cuerpo acompañado de grandes bostezos, miró a un lado de su cama, un hombre de cabello negro se encontraba profundamente dormido, derramando un poco de saliva sobre su almohada, John no pudo evitar reír ante aquella escena. Se levantó, acercándose a aquel hombre, besándolo con suavidad la frente.

Bruce cerró aún más los ojos al sentir aquel movimiento, abrió lentamente sus ojos, mirando a su compañero de cuarto, sus ojos azules se cruzaron con los ojos verdosos de John, permaneciendo en silencio por varios segundos, Bruce le ofreció a John recostarse un momento con él.

- No has tenido pesadillas últimamente.

- Ya sé en qué ocupar mis sueños.

John se recostó frente a Bruce, dejándose abrazar, continuaron con la conversación.

- No hemos hablado mucho desde que salí del edificio médico ¿todo está bien? – preguntó John acariciando la mejilla de Bruce

- Debes entender que, a pesar de los malentendidos que tengas con los demás internos, ellos hicieron lo posible por querer ponerme en tu contra.

- Me lo imaginé. – sonrió. – Pero mi Brucie no les haría caso, me ama demasiado que se ciega ante la verdad. – comenzó a reír.

- Prometí estar de tu lado.

- Y yo te prometí decirte todo.

- Mírame...

John dejó a un lado su mano, y re acomodándose mejor en la cama acercó su rostro para poder besar a Bruce, el cual correspondió con el beso.

- Por qué... - dijo Bruce terminando con el beso. – ¿No me habías dicho que tu nombre es Jack Napier?

- Al parecer Nygma habló lo suficiente para tratar de ponerte en mi contra ¿no es así?

- Solo quiero saber.

- Bruce... - dijo con seriedad. – Mi nombre es Jack Napier. – dijo terminando con risas. - ¿Qué diferencia hay? Entre ¿Jack Napier y John Doe?

- Tu pasado.

- ¡Oh cierto! El pasado..., el pasado que todos han querido borrar de sus memorias, aquel pasado en el que los médicos insisten en revelar, solo para crearte más sufrimiento y temor de la vida. ¿A ese pasado te refieres? – dijo irónicamente, separándose un poco más de Bruce. - ¿Qué importa ya el pasado? ¿o solo es el simple hecho de creer que me vas a conocer mejor? Si ellos te contaron sus historias desagradables de hijos maltratados, violados, separados de sus padres..., es mucho su asunto, no todos pasamos por eso para llegar a Arkham, algunos otros, nos borran la memoria y nos dan a entender que solo Arkham es nuestro verdadero hogar.

- ¿Crees que el estar aquí podrías llamarlo hogar?

- Yo no crecí en un ambiente mimado como el tuyo, Bruce. No soy como tú.

- Lo sé y es por eso que quiero llegar a conocerte un poco más.

- Pero... ¿Qué es, lo que realmente quieres saber de mí? – preguntó un poco desafiante.

Los Renglones Torcidos de Dios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora