Sofía. Octubre 2018.

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No podía dar crédito a su puntualización. Me dejo perpleja totalmente, porque no me había percatado del matiz de mis cavilaciones. Verla junto a Nadine me hacía percibir lo que el viento se había llevado de mi vida. Mi amor por mi pareja se había enfriado, más bien nos unía el cariño de amigos, de los años compartidos. ¿Era aquello suficiente? A parte, nunca me había enamorado locamente de nadie. En el aspecto de perder el norte, de querer estar siempre a su lado y sentir que el tiempo se detiene. Y eso me estaba ocurriendo cada vez que tenía a Aura a mi lado. Y gracias a ella empezaba a estar consciente de ello. ¿Pero cómo acallar aquello? No quería ser una carga más por ella, que estaba loca perdida por Nadine. No se me olvida mi triste papel en aquella ecuación. Por eso, en las profundidades de mi ser, quiero que me nominen y abandonar la academia.

- Sofía, creo que ya tienes la respuesta a tus dudas. Has dejado de amar a Víctor, por eso te ves reflejada en nosotras. Tengo claro que proyectas en nuestra relación lo que deseas. ¿Es eso?- Me aparto el pelo revuelto de mi rostro. Era tan dulce y delicada. Mi pareja era más ruda. Era más elemental y brusco. La conexión entre los dos nunca fue profunda, y nos fuimos acoplando lentamente. Mientras Aura con una simple mirada fue capaz de desflorarme como completo. Nunca antes me había sentido tan frágil ante alguien.

- Puede y eso me tiene absolutamente aterrada.- Le cogí la mano y se la agarro con fuerza. El mundo es de los valientes, y esta noche me siento fuerte para serlo.- Me estoy enamorando de ti.- Me detengo rápido, odiándome por lo que termino de confesar.- No, borrarlo de tu mente. Me pareces una persona maravillosa, te mereces todo lo mejor del mundo.- Me dirijo hacia la puerta de los servicios. Me tapo la cara, avergonzada de lo que terminaba de decirle. Era tan reciente, que aún no lo había procesado. Nunca me había sentido atraída por una chica. No me horrorizaba. Pero llevo 24 años creyendo que era heterosexual.

- Cariño, no debes de mentirte. Lo que sientes es hermoso y me siento afortunada por recibir tanto amor.- Se me acerco y empecé a temblar. Me agarre al mango de la puerta, suplicándole silenciosamente que me dejara huir. Si me rosaba con sus dedos suaves y me miraba con sus preciosos ojos no respondería a mis actos.

- Lo sé. Lo que menos quiero es que nuestra amistad se resienta. A parte, soy consciente de qué amas a Nadine. Lo único que deseo es tu felicidad Aura.- Le digo con el corazón en la mano.

- Eres muy generosa. ¿Pero seguro que no lo quieres hablar? ¿Estarás bien tú?- me puso las manos en mis hombros, obligándole a ser sincera.

- Creo que la tormenta grande ya ha pasado. Sé cuál es el camino a recurrir. Aunque el encierro me haya confundido y cuando salga lo vea de otro modo.- Me giré, dispuesta a salir y llorar lejos de ella. Me impidió escapar, colocándose entre la puerta y yo.

- No te irás de este modo. Tengo los sentimientos revueltos, incluso de antes de que me dijeras que te gusto.- Cerré brevemente los ojos. Lamentándome por mi atrevimiento. En verdad, no quería complicarle la vida a nadie. Me agarraba a mi coraza por no salir herida.- La Sofía que he ido descubriendo me enternece. Me pareces un ser de luz y tu mirada tan tierna me estremece. Y si, tienes razón estoy en una gran disyuntiva. Me gustáis las dos.

- ¡Oh, Dios Aura! Perdona si he destapado la caja de pandora.- Me tape la cara y me gire. Me sentía como el patito feo y torpe.

- Otra vez la Sofía que se quiere poco.- Me susurro con dulzura. Era una pequeña ironía que me hizo reír.

- Lo siento, realmente no quería...- Volví a justificarme, mirándola otra vez. Se me acerco con mucha determinación y me beso. Me paralice en sentir en sus suaves labios acariciando los míos. Respondía a su caricia. Cerré los ojos y me fundí en aquel mar de sensaciones. Fue un beso lento, dulce, suave y tan profundo que me hizo temblar las entrañas. Volé como la canción que canté con David. Fue cósmico y estratosférico. Por vez primera me dejaba llevar por las emociones e ignoraba mi razón. El aterrizaje sería duro. No quería competir con Nadine ni obligar a Aura a escoger entre las dos. En el fondo ya sabía cual saldría a perder. Otra vez me dejaba vencer por una mala actitud, la de perdedora.

LA TERNURA QUE ME INSPIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora