La luz de tu amor. Enero, 2019 (1)

185 6 4
                                    

Narra Sabela

"Perdida en mi subconsciente, con una fina lluvia de realidad. Extrañándote, dibujando tu silueta. Quiero abrazarte muy fuerte, hasta fundirme contigo hasta la eternidad.

Juls, te amo tanto que no se cómo expresarlo. Nuestro amor no conoce de fronteras, ha sobrevivido el paso de los años y a mil batallas... por eso se que seremos invencibles. "

En el subconsciente de Sabela

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

En el subconsciente de Sabela

- Cariño, no te engañes. Sólo estas dentro de un sueño. Pronto despertaras. Solo es real lo mucho que te amo. Simplemente eres una persona humana, que se ha errado.- Me susurro con compasión. Me separo de su cuerpo. Reniego contra sus palabras contundentes.- Aquí nadie se rinde. Eres la más sensata de las dos. ¿Crees que después de toda nuestra odisea te dejaré escapar fácilmente? Tu niña te sigue necesitando. Por favor, acepta tu destino y vuelve.

Me levanto y trato de besarla. Soy capaz de hacerlo de forma breve. Todo se volatiza y convierte en humo. Ya no estoy en el Castillo de Galiciatula, más bien A Coruña, en el hogar que construí junto a mi ex marido. Otra vez sola. Suena el teléfono. No llego a tiempo a descolgarlo. Se dispara el contestador. La voz era de Sofía.

- Mama, ven por favor. Te necesito...- Me suplica llorando. Era un llanto persistente y desgarrador. Estaba muy desesperada. Los ojos se me humedecen automáticamente. Mi hija estaba sufriendo y soy incapaz de restar inerte. Subyugada por un impulso, me dirijo hacia la ventana, la abro y me tiro al vacio. Mágicamente no me caigo, quedo suspendida en el aire. Viajo telepáticamente hasta mi riquiña cabañita.

Era de noche y estaba nevando intensamente. Por unos instantes creí que era un remarque del pasado. Juls y yo estuvimos atrapadas alli, durante un fin de semana, debido a una nevada. Me quede suspendida en el firmamento, sintiéndome despojada de mi cuerpo. Más bien era un campo de energía amorfo y no visible.

La vi yaciendo al suelo, inerte y mirando a Jésica. Me conecte de inmediato en su mente. Acaricie sus miedos, su rabia, su desconcierto, el gran amor que sentía hacia la andaluza,... Pillada por el sentido del correcto y no pretendiendo ser egoísta. Lo supe antes de que lo verbalizara. Pronto seria abuela. Maravillada e ilusionada, le acaricie el vientre, tan suavemente como pude para no alarmarla (si aquello era real).

Percibí el pequeño ser que iba creciendo en su interior. Un feto pequeñín, tímido, silencioso y algo atemorizado por las malas vibraciones de su madre. Aún no lo amaba. Tampoco quise a Sofía los primeros días del embarazo. Fue algo que no he confesado a nadie. Me sentía despreciable por albergar esos sentimientos en mi interior. Para mi representaba dañar a Chus o a Júlia. Me obligaba a escoger de una vez por todas a uno de los dos. Terminé siendo cobarde y siguiendo al rebaño de lo normal. Aquel fue el punto de inflexión, que condeno mi relación con mi amada. Conllevo una cascada de errores mutuos.

Punto y aparte. Ya no más lamentos. Ya no más imaginarme otras realidades alternativas. Nuestra historia ya estaba escrita. No fuimos valientes cuando fuimos jóvenes, pero nos hemos reencontrado en la mediana edad. En una buena época de nuestras existencias, conociendo la mayoría de los matices del mundo y dando más valor a las pequeñas cosas de la cotidianeidad. Las dos habíamos aprendido la gran lección del destino. Ahora sólo tocaba iluminar el camino de nuestras hijas. Ellas serían más fuertes y valientes para afrontar aquel gran reto de ser madres juntas. Habían pagado caro nuestras inseguridades y miedos. Mi hija siempre palpo mi infelicidad, que me faltaba algo. Llego a suponer que no la quería, que mi profesión era más importante que mi familia. Por mucho que lo disfraces, lo ocultes o crees que no se te nota, tu infelicidad se plasma en cada célula de tu piel. No se borra ni se puede maquillar.

LA TERNURA QUE ME INSPIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora