LA TERNURA QUE ME INSPIRAS

La ternura que me inspiras. Finales de noviembre, 2018

La ternura que me inspiras. Finales de noviembre, 2018

Narra Júlia

Vivir dentro de un sueño. Me faltaban palabras para describir mi inmenso gozo. Fácil fue adaptarme al clima de Galicia, a sus amaneceres tardíos y puestas de sol a las diez de la noche. No niego que extrañaba el cálido solecito de mi Cádiz. Tener a Sabeliña enterita por mí, despertar a su lado cada mañana, desayunar juntas, refugiarnos en nuestro estudio, discutir sobre composiciones, salir a pasear al atardecer, o compartir cualquier rutina diaria era embriagador... Daba igual el lugar, sólo era importante estar juntas.

Nos centramos en crear nuestro dúo, Julsbela. A medida que nos adentramos en el proyecto, me iba atrapando. Nuestro diario era inspirador. Nos resultaría un disco muy íntimo. Debatimos días enteros si exponerlo todo. Era lindo compartir parte de nuestra historia, para que sirviera de ejemplo y motivase a otras chicas a amar sin miedos ni prejuicios. Era hermoso guardarnos momentos para nuestro propio deleite. Por eso, empezamos a componer nuevas canciones partiendo de nuestra nueva etapa y en defensa de los derechos LGTB. Amaba su perspectiva sobre la música como algo social. Nos acompañaba desde pequeños, las dulces nanas y canciones alegres de nuestros juegos, en las celebraciones familiares, en las fiestas locales, en la adolescencia y juventud... Unía más que separaba.

Lo único que seguía rechazando era que me mantuviera hasta que nuestro proyecto se materializara y diera sus frutos. Por eso seguí buscando trabajo. Me lo respeto y me apoyo. Tuve suerte, me contractaron una familia para hacer de canguro de sus hijos. Era en la misma población donde residíamos y a tiempo parcial. Me entrevisto la madre. Tenía unos treinta años y era ejecutiva. Para evitar un posible conflicto respeto mi orientación sexual, ya que a los pueblos los chismes corrían mucho y ser nuestra relación era de dominio público, se lo dije.

- ¡Por eso me sonaba tu nombre!- Me confesó sonriéndome.- Habéis sido muy valientes. Conozco a Sabela desde pequeña, me enganche a OT gracias a ella. Sin duda, es una gran cantante y una ricura de ser. No hacía falta que me lo dijeras. No deberíamos de dar tantas explicaciones por nuestra forma de sentir y sentimientos. ¿Por cierto, tú no eras una virtuosa de la guitarra?

- Genial, me quitas un peso de encima. No deseaba que pensaras que era una degenerada, no suficiente apta para cuidar de vuestros hijos.- Ironice. Me sentí más liviana. ¡Ojala, que la mayoría de gente pensarán igual que ella! ¿Hasta cuándo deberíamos de justificarnos tanto por existir?- Me encanta tocarla y tuve suerte de tener un buen profesor.

- Mi hijo mayor me está pidiendo aprender a tocarla. ¿Te parecería bien enseñarle? Por supuesto le pagaríamos por ello. Podría apuntarlo a clases A Coruña, pero llevarle allí sería más trabajo... Mi marido y yo vamos muy atareados.- El agobio de la mayoría de las familias. Acepte su propuesta. Dinero extra y realizando algo que me entusiasmaba.

Sabela aprovecho mis ausencias para escribir, o preparar talleres para una asociación que colaboraba como psicóloga. Empezó a correr como lo hacía de joven. Comía más y su aspecto era más saludable. Por mi parte, perdí peso y me volví a sentir bella y en plena forma. Me quite años de encima y leía el futuro con ilusión. Luchar por el viejo sueño de ser cantante, de la mano de la mujer de mi vida, me daba alas para conquistar el paraíso.

Juntas veíamos los resúmenes de OT 24 horas. Disfrutando de la buena relación de nuestras hijas. Jésica no parecía haber leído nuestra carta. Estaba convencida de ello, porque siempre le costó disimular y creía que siempre escogería el camino de la verdad. Sofía estaba muy feliz y más animada. Sólo a finales de noviembre hubo un cambio muy importante en sus comportamientos. Se cerró en sí misma, estaba apática con la mayoría de compañeros y se aisló del grupo. Creímos que era debido a que había leído la carta.