Capítulo 2

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Todos se levantan de golpe y Lucas y Jeannine corren hacia mí para separarme de Alex.

Stephen es el único que sigue viendo las cámaras de seguridad, y con toda la tranquilidad del mundo se acerca a la mochila de Alex y la abre para ver que hay dentro.

—¡Tiene ese puto ordenador! —salto yo super segura de que él es el culpable.

—Rose, tranquila, ten cuidado con el hombro —intenta calmarme Lucas.

Doy un tirón bastante fuerte para soltarme de sus manos y de las de mi amiga, y ellos no vuelven a intentar detenerme, ni siquiera lo hacen mis padres o Gale.

—Confié en ti, ¡joder!, y es así como me lo pagas, ¿dejando qué tu madre se largue?, ¿traicionándome? ¿A mí y a todos?

Alex me mira confundido, pero le tiene que quedar bien claro que a mi no me la cuela, yo ya he visto suficiente.

—A la cuarenta —en un principio todos se quedan quietos dándome por loca— ¡a la cuarenta!

Ya con este vocinazo, dos guardias que hay en la sala reaccionan y se acercan para llevarse a Alex.

—No tienes pruebas, Rose.

Dice su padre pero nadie le apoya en el comentario, todos miran al suelo o en la dirección de Stephen. Yo cojo el ordenador que él lleva en la mano.

—¿Esto te parece poco?

Esta vez es él el que mira al suelo arrepentido de hablar. Y yo se lo vuelvo a entregar a Stephen.

—Investígalo a fondo, y ponte en contacto con tu padre y mi hermano, espero que no sea muy tarde.

Dichas estas ordenes, los guardias sacan a Alex a rastras, que no se ha atrevido ni a levantarse ni a defenderse contra nuestras acusaciones.
Después sale Stephen directo a la sala de control para meterse dentro del sistema operativo del ordenador de Alex.

Y cuando ya está todo en auténtico silencio y todos miran al suelo, yo salgo de la sala alterada y me voy corriendo a mi apartamento, en el cual, en cuanto llego, cierro la puerta y me tiro en la cama completamente destrozada. Pues jamás pensé que alguien al que yo querría tanto me hubiera traicionado de esta manera.

A ver, se que es su madre, pero su madre no es la madre que todos deseamos tener.

Me tapo la cara con la almohada y me quedo allí, sin saber que hacer, sin ser capaz de soltar ninguna lágrima, porque lo único que quiero es que sufra, y se la mejor opción para que eso ocurra, pero no la podré consultar hasta la noche, que es cuando llega junto con mi amiga.

Aunque...

Me levanto de golpe iluminada por mi idea, y me dirijo a la habitación principal de mi apartamento para coger el walkie talkie que comparto con Ángela.

—Ángela, ¿me recibes?

Espero un rato a su respuesta y la obtengo.

—Alto y claro amiga mía. ¿Pasa algo?

Yo me quedo un segundo en silencio para decidirme de que manera decírselo, y opto por la directa.

—Es la cincuenta, la ha dejado escapar —digo refiriéndome a Marie y a Alex—. Él ahora está en la cuarenta.

Y ya con eso último mi amiga se imagina para que he contactado con ella.

—Vamos para tu apartamento ahora mismo, en media hora llegaremos. Corto la conexión.

Me sorprende que puedan venir en tan poco tiempo, pero que más me da, esto es importante y cuanto antes las tenga, mejor.

Y dicho eso ya solo me queda esperar a que pase esa media hora y pueda hablar con Lynn. Ella si que sabe de torturas.

Me siento en el sofá y una vez que me relajo me doy cuenta del dolor que he acabado causando en mi hombro, ese tirón que pegué me da a mi que no ha sido nada recomendable, ahora solo falta que llame mi madre a la puerta y me eche en cara el numerito que he montado.

Y casi como si me hubieran leído la mente, llaman a mi puerta.

No tengo ninguna gana de abrir, pero la persona que sea insiste mucho, y parece que no le cansa en absoluto el hecho de pasarse media vida llamando a mi puerta.

—Por dios, Rose, que soy yo, Joder.

Es Lucas, supongo que él no vendrá a echarme las cosas en cara, pero le hago esperar.

—Se que estas dentro. Y si te preguntas por qué, es porque te seguí cuando saliste, y llevaré como cuarto de hora aquí afuera haciendo acopio de todas mis fuerzas para llamar a la puta puerta.

"Pero será asqueroso el niño" pienso para mis adentros y voy hacia la puerta para abrirle.

—Eres imbécil.

Le digo cuando abro la puerta y me encuentro con su sonrisa perfecta.

—Y tu fácil de convencer. Acabo de llegar.

"Y además de asqueroso, mentiroso".

Me cruzó de brazos, indignada, pero le dejo que pase al apartamento.

—¿Qué quieres? —le preguntó una vez que ya está dentro.

—Comprobar que no te tiras por la ventana.

—No tengo, cacho melón —digo y se me escapa una sonrisa involuntariamente.

—Solo quería verte sonreír, y eso ya lo he conseguido, pero digamos que lo que me interesa es saber que vas ha hacer.

Lucas sabe como crear un ambiente perfecto en dos segundos y como destruirlo en la mitad de tiempo. Es un don especial.

—Le voy ha hacer hablar, ya bien sea por las buenas o por las malas.

—A ti te gusta más que sea por las malas, así que me imagino que ya habrás llamado a Lynn.

Le miro y me pregunto por qué cojones tiene que saber tanto este chaval de mi vida, puede que sea porque se la cuente entera, pero también puede que sea porque se pasa prácticamente el día entero conmigo, o al menos esta conmigo cada vez que no esta con su novia.

—No soy tonto, solo te advierto que no has de precipitarte, a veces las cosas no son lo que parecen...

—¡Perdona...!

—Perdonada—me sonríe inocentemente—, calla un poco niña —me dice para que no continuemos con la pelea y ese comentario me hace gracia—. Olvídate de él un poco, al menos hasta que lleguen tus amigas. Y deja que te lleve a la enfermería para que te miren ese hombro.

Yo le miro para ver que pasa con él y lo que veo no me gusta mucho, ahogo un pequeño grito cuando veo que no esta completamente en su sitio.

—No, me, jodas.

Ahora entiendo porque me dolía, ole Rose, vamos ha hacer un breve resumen: te pegan un disparo, estas un mes casi sin poder moverlo, después me dicen que dos semanas de reposo, y cuando se supone que ya han pasado dos meses desde el disparo y que mi hombro ya está perfectamente, pero que con cuidado, TOMA, acabo teniendo una luxación en él.

Salimos de la habitación y vamos rápidamente a la planta en la que está la enfermería, y la verdad es que no tardan mucho en volver a colocarlo en su sitio, pero como era de esperar:

—Tenlo en reposo durante una semana, y no hagas más el tonto —me muerdo la lengua para no empezar a discutir con la enfermera, pero es que de verdad, esta gente me pone literalmente hasta las narices.

Me vuelve a vendar la parte superior del brazo y me la deja inmovilizada, y todo esto por mi bien.

"Mis narices"

Volvemos otra vez a mi apartamento y cuando llegamos a la puerta ya me están esperando Lynn y Ángela.

—No me fastidies que otra vez.

—Esta vez me las va a pagar.

LOS JUEGOS DEL HAMBRE: Cenizas [2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora