Me quedo helada en cuanto me encuentro con la cara de mi madre, pues era algo con lo que no había contado.
—¿Ma... má?
Jeannine, Lucas, Aris y Megan están igual que yo, petrificado y blancos.
—No... es lo que... Parece... —intento explicar para que no me de un sermón aquí mismo.
—¿Y qué es lo que me debe parecer?
No se que contestar a ello.
—Porque a mi me parece que tenéis las intenciones de usar la puesta e iros de este refugio seguro.
Compartimos miradas de miedo porque nos damos cuenta de que ha oído perfectamente la conversación, pero hay que intentar remediarlo:
—Ya sabes, mamá, conversaciones de chavales jóvenes que no tienen ni pies ni cabeza.
—Pues yo no lo veo así Rosaleth —mierda, a dicho mi nombre completo—, a mí me parece que ya no se os puede tomar como niños, tomáis decisiones de adultos, y está también es una de ellas —se cruza de brazos y nos mira fijamente.
Ya está, se acabó mi libertas, y la de mis amigos, por mucho que sea su hija, las normas que se decidieron entre todos se decidieron entre todos:
Nadie saldrá de las instalaciones a menos que tenga la autorización necesaria, y si se incumple esta norma, el responsable será castigado con hasta un año en las cárceles, y sus cómplices pueden llegar a estar seis meses.
Pero esto no es lo peor, lo peor es que como entre los que llevan estos temas están nuestros padres, estoy segura de que nos pondrían supervisión el resto del tiempo.
—¡Anda! Menos mal que habéis llegado, ya casi pensaba que no ibais a presentaros... —Ángela llega y no se si salva el momento—... ¿Interrumpo algo?
—No no, lo mio puede esperar —la aclara mi madre—. Luego hablamos.
Mi madre echa a caminar y se une al grupo de los altos cargos, entre los que están:
Gale, Johanna, Peeta, Beete, los padres de Angela y la presidenta que teníamos en el distrito 12.—Menos mal que has llegado Ángela —la digo en cuanto llega a nuestro lado—, sino, estoy segura de que mi madre nos mataba a todos.
—¿Por?
—Te lo explicamos en otro momento.
Dirijo mi mirada en su dirección, pero hago caso a Ángela y la seguimos hasta un banco en el que ya están allí esperándonos Alice, Adrián, Stephen, Lynn y una chica más de nuestra edad que se llama Arlett (y que por desgracia es la novia de Lucas).
Él se separa de mi lado y se acerca a ella para darla un beso (solamente se suelen ver los fines de semana porque la chica está metida en el mismo equipo que Ángela, algo de investigación del terreno), yo aparto la miranda incomoda y celosa, pero me centro en la conversación que tienen el resto de mis amigos.
—... A mi me a parecido una eternidad, estoy deseando ver a Dylan —comenta Jeannine y todos la miramos sorprendidos, pero Adrián el que mas— ¿¡Que!? Seguro que con él tengo un combate digno.
Genial, nuestra amiga solo piensa en eso.
—Ya bueno, yo estoy deseando ver a todos en general, tenemos que prepararles una fiesta para darles la bienvenida —recomienda Ángela—, a parte, tenemos que conocerlos, que nosotros no tuvimos la oportunidad de estar con ellos en los juegos.
—Venga sí, una fiesta en mi apartamento, que ahora está vacío —ofrezco yo—. Y seguro que los juegos no te hubieran gustado, mejor conocerlos ahora.
—Pues que no se diga más —zanja Aris.
—Si, pero poded la música bien alta para que nadie escuche la conversación.
La cara de Aris cambia tres veces en un segundo, pasada de sorpresa a entendimiento, y de entendimiento a miedo. Pero no hace comentarios y no nos queda mucho más tiempo, porque las puertas se abren y empiezan a salir nuestros amigos del área de cuarentena.
Mi madre y el resto de altos cargos se acercan a ellos para darles la mano, pero ellos prácticamente pasan de ellos, tan solo les hacen un leve gesto y después salen corriendo hacia nosotros para abrazarnos.
Sorprendentemente, Jeannine nos coge a todos la delantera y da un gran abrazo a Dylan, parece que sí que tiene muchas ganas de luchar con él, porque cuando ya llevan un buen rato abrazados no se si realmente es un abrazo o se están intentando tirar mutuamente al suelo.
Ya tenemos que llegar Adrián y yo para separarlos y para dejar que Dylan siga dando abrazos.
Angélica y Lynn que no habían visto antes a los de cuarentena parecen llevarse muy bien con los de entre doce y catorce años, porque ya han empezado a hablar con ellos con gran soltura, y me da que ya Lynn les ha contado que es lo que hace, porque más de uno tiene cara de susto. Así que cuando empiezan con esa conversación, Ángela se aparta y se acerca a mí, pero como era de esperar me ignora y solamente se fija en Dylan.
—¿Has estado con él en la arena? —me mira y yo asiento con la cabeza— ¿Has estado con él, y has elegido a Alex? Tu eres tonta.
Me encojo de hombros y simplemente me río, yo tenía mis motivos para elegirle a él, a parte, Dylan estaba con los apestosos del uno y del dos, así que digamos que en un principio no le apreciaba nada.
Dylan se queda en el sitio sonriendo y balanceándose, y después extiende la mano a mi amiga para presentarse, pero guardando las distancias.
Me da a mi que le ha asustado.Un médico sale por la puerta por la que han salido nuestros amigos y se acerca al grupo de los adultos, les dice un par de cosas y después se vuelve a meter por la puerta.
Me quedo observándose y viendo como comentan lo que les acaban de decir sin saber muy bien de qué va la cosa, pero mí madre se acerca a nosotros para explicarnos todo.
—El médico nos a dicho que ya estáis perfectamente, y que no hay nada de que preocuparse, que ya deberíais estar curados —ese deberíais no nos gusta a nadie—. Si notáis algo raro en vosotros por la noche, tenéis que decírselo, porque alguno de vosotros se curó antes que los demás, y a esos les han controlado más, así que ya sabéis, si ocurre algo raro tenéis que venir, por si acaso. Dicho esto ya os podéis ir a hacer vuestra pequeña fiesta.
Nos miramos entre todos preguntándonos como lo sabe, y ella nos responde:
—Habláis muy alto.
Dicho esto ya ni nos preocupamos ni nada y todos empezamos a marcharnos, los unos hablando con los otros y los otros hablando con los unos, pero antes de que nos metamos entre los pasillos, mi madre me llama la atención.
Yo ya me temo lo peor, y posiblemente así sea, seguro que quiere hablar conmigo para no meter al resto de mis amigos, pero cuando llego a su lado, su tono de voz no parece enfadado, es más, parece casi como si fuese de cómplice:
—Necesitamos un sitio seguro y sin gente. Tenemos que hablar.
![](https://img.wattpad.com/cover/160546274-288-k326223.jpg)
ESTÁS LEYENDO
LOS JUEGOS DEL HAMBRE: Cenizas [2]
Ciencia FicciónHan conseguido escapar de los juegos con vida. Han conseguido capturar a la presidenta. Y ahora viven en un nuevo distrito... En un refugio, bajo tierra. Pero por muy seguro que crean que es, siempre han dicho que las apariencias engañan. De una for...