21.Sed de ti

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Me encontraba sumida en un profundo sueño antes de que una pesadez se instalara en mi cuerpo y me despertara de mi mundo imaginario.

Me tomé la molestia de abrir lentamente los ojos y ubicarme, pero un dolor insoportable en la cabeza me impedía orientarme de manera adecuada. Solté un quejido de agotamiento y debilidad. Sentía tanta impotencia en mi interior que solo tenía ganas de morir.

En un intento de levantarme apoyé mis manos sobre el frío suelo para poder impulsarme, pero fue un intento fallido ya que mis brazos no tenían fuerza suficiente para cargar con mi peso. Como consecuencia la parte delantera de mi cuerpo sufrió espasmos de dolor que me produjeron las diferentes heridas que surcaban mi piel.

Para calmar esos dolores me tumbé boca arriba con una gran falta de aire y esperanzas. Quise gritar pero la voz no me salía de lo seca que tenía la garganta además de que por dentro me estaba quemando.

Ese desquiciado me sacó como dos litros de sangre, algo no muy normal para mi pequeño cuerpo.

-Buenos días.-hizo eco su voz por el lugar. Ni siquiera me había dado cuento de su presencia- Ya era hora de despertar.

-¿Qué día es?.-pregunté sabiendo que las horas esa vez no tenían nada que ver.

-Llevas inconsciente dos días.-por el tono de su voz supuse que se estaba divirtiendo verme de esa manera.-Pensé que ya estarías muerta.-rió.-Eres igual de fuerte que tu madre.

-Por favor, tengo sed.-tragué en vano saliva, ni eso me quedaba.

-¿Y?.-preguntó agobiado. Hice una mueca de desprecio hacia su persona sabiendo que él no podía ver mi rostro oculto.

-Por favor.-volví a suplicar.

Soltó un suspiro antes de marcharse. Tardó más de la cuenta en volver, haciéndome pensar que no lo haría. Cuando volvió trajo consigo una gran jarra de agua que me tendió a regañadientes.

Bebí como una desesperada, acabándome toda la agua de la jarra que debía ocupar por lo menos 1 litro. El frescor del fluido alivió la agonía que mi cuerpo estaba sufriendo.

Al acabar le tendí con pulso tembloroso el artefacto sin atreverme a mirarlo directamente, por que si lo hacía acabaría vomitando el agua de lo repulsivo  que me parecía.

-¿Me vas a dejar ya?.-mi voz sonaba grave y raspada.- Ya no me necesitas para nada.

-En eso te equivocas.-habló con autoridad.- Tu trabajo no ha terminado, todavía. Te necesito para llevar a cabo el ritual que me dará lo que busco.-achicó los ojos, esperando ver mi reacción.

Su rostro estaba surcado por una fina capa de pelo que lo hacía parecer mucho más mayor. En sus profundos ojos solo albergaba la oscuridad característica de él.

-¿De qué hablas?.-fruncí el ceño estupefacta. Hasta ese momento pensé que los rituales solo formaban parte de películas.

-Te necesitamos para la ceremonia que se llevará acabo esta medianoche.-me guiñó un ojo.- Ponte guapa.

Sus palabras hacían que cada ves me sintiera más humillada. Me miró una vez más antes de salirse por la puerta con aires de superioridad.

Para estar más cómoda apoyé mi espalda contra la pared, dejando que mi cabeza cayera contra mi hombro en busca de una pose que calmara las punzadas de mi cuerpo.

Cerré los ojos concentrándome en mi débil respiración e imaginé que me encontraba junto a mi familia, que terminaba mis estudios y encontraba un trabajo digno, que todo iba bien...imaginé la vida que siempre quise tener y que ahora parecía imposible.

Secuestrada por un vampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora