20. Aclamada

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-¡Auch!.-exclamé adolorida al sentir un dolor intenso en mis costillas. Posiblemente las tenía rotas.

Con toda mi voluntad intenté mover por lo menos mis manos, pero ni siquiera pude abrir del todo los ojos. Solté un sollozo trémulo cuando imágenes de lo sucedido invadieron mis pensamientos, sintiéndome como una completa mierda a quien nadie le interesaba pisotear. No podía creer que me estaba sucediendo a mi, que todo fuese real.

Y es que a pesar de todo todavía tenía esperanzas de que fuera un mal sueño, así de ingenua era.

Después de varios intentos deseché la idea de abrir los ojos, por lo que agudicé el oído para poder oír algún ruido que me diera una pista de dónde me encontraba.
Mi cuerpo se hallaba tirado sobre frías y húmedas losas y silenciosamente se oía el repiqueteo de gotas de agua.

Reí como una tonta de mi situación y es que lo gracioso era que me encontraba como al comienzo de esta horrible pesadilla. Encerrada en algún lugar oscuro y húmedo con pérdidas de memoria. Qué irónica era la vida conmigo.

Seguí riendo y llorando a la vez cuando escuché unos pasos acercarse. Rápidamente y como pude me incorporé a tientas agarrándome de la pared. Necesitaba tener un punto de apoyo para no perder el equilibrio.

Mi respiración retumbaba por el lugar, creando un eco tranquilizado que duró muy poco. Antes de que su silueta hiciera presencia se escuchó el recorrido de la corriente eléctrica y luego las luces se encendieron una por una hasta iluminar por completo todo el espacio.

Aproveché para observar a mi alrededor, viendo lo desagradable que era el lugar. Todo era de color blanco con paredes llenas de moho y un ambiente frío. El suelo tomaba un color grisáceo al mezclarse el blanco con la suciedad y en el habían manchas rojizas que me revolvieron el estómago por completo.

-Buenas tardes.-sonrió mostrando su dentadura.-Espero que hayas dormido bien.-me miró burlonamente a la vez que se le escapaba una carcajada que hizo que me dieran ganas de estrangularlo.

-¿Por qué me haces esto?.-mi voz estaba afónica, seguro de tanto gritar por mi vida.- Eres mi tío.-intenté ablandecer su corazón.-Tú deberías protegerme, no tratarme de esta manera.

-Ah,¿Qué ahora somos familia?.-puso cara pensativa.-Pensé que no aceptabas a mi hermana como tu madre.-comenzó a andar dibujando grandes círculos. Dejé que mi cuerpo cayera al suelo al notar un hormigueo molesto en los pies. Me quería morir.

-Por favor...-supliqué moribunda.- Déjame irme, te daré lo que quieras pero déjame.

-Mmm...-se acercó agachándose a mi altura. Bajé la mirada para evitar cruzarme con la suya pero él no me lo permitió, ya que me tomó de la barbilla y me obligó a establecer contacto visual.- Lo único que necesito de ti es tu sangre y luego te podría dejar libre.-mi pecho se hinchó de alegría al escuchar eso.-Pero no quiero.-dejé que varias lágrimas escaparan de mis ojos por el dolor que me creó la desilusión.-Eres un blanco perfecto.-no sabía a que se refería. ¿A quién podía yo interesarle?

-No le importo a nadie.-dije con furia y asco.-¿Para qué te voy a servir como cebo?

-Ay niña.-soltó mi barbilla bruscamente para después ponerse de pie.- Que perdida estas...-negó de la cabeza divertido.

Al verlo desde abajo me pareció mucho más grande y fuerte y sobretodo terrorífico. Pensé por un momento que con él aquí estaría a salvo y protegida de todo, pero me equivoqué como otras muchas veces.

-¿Qué harás con mi sangre?.-pregunté nerviosa captando su atención. Por un momento pareció que no iba a hablar, solo se me quedó mirando de forma curiosa.

Secuestrada por un vampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora