40.Rosas negras

8.2K 536 76
                                    

-¡suéltame!-golpeé con todas mis fuerzas su pecho. Naturalmente no servía para nada, mis golpes, según él de gato, le hacían cosquillas y por eso se reía.- No tiene gracia.- bufé cuando volvió a agarrarme de la muñeca.

Leonard había conseguido despistar a mis compañeros y llevarme con él casi sin darme cuenta. A pesar de haber puesto insistencia en un suspiro me encontraba en medio del bosque con Leonard sujetándome en brazos.

-Pensé que te estaban entrenando...-arqueó una ceja lanzándome una mirada de superior.- Pero sigues dando pena.

-Tú no eres él.- cerré los ojos con fuerza grabando esas palabras en mi corazón.- Leonard jamás me diría ni me haría estas cosas. Seas quien seas, no me das miedo.

-Deberías tenerlo.-acercó su rostro a mi cuello seductoramente. Su aliento chocaba contra mi piel transmitiéndome escalofríos.- Mírate.- se apartó con una mirada penetrante.- Si con solo mi cercanía tiemblas como un cachorro asustado.

Con los nervios a mil lo empujé lo más fuerte posible y luego intenté salir corriendo. Dije intenté por que mi plan fue todo un fracaso.

-Vamos.-rodó los ojos aburrido -He perdido ya mucho tiempo para seguir haciéndolo.- su mano apretó fuertemente mi muñeca, hasta el punto de ver como la sangre se me acumulaba en los dorsales.

-Me haces daño.- me quejé con la voz entrecortada por el dolor.

-Me da igual.- cada palabra que salía de su boca era puro ácido para mi orgullo y mi corazón. Aguanté como pude las lágrimas y dejé de oponer fuerza ya que no podía hacer nada de todos modos. Era una completa inútil e ilusa. Leonard no volvería a ser el mismo hasta que acabara conmigo.

A pesar de demostrarme su desprecio e indiferencia tuvo la consideración de relajar su agarre sobre mi muñeca. Esta inmediatamente comenzó a picarme, supuse que se me había dormido y recién entonces la sangre pudo haber circulado adecuadamente. Si hubiese continuado apretando me habría dejado sin mano.

-¿A dónde me llevas?-pregunté sin apartar las vista de su mano sobre la mía.- Esto me recuerda mucho al principio ¿sabes?- reí sola por mis recuerdos, pero no era una risa alegre y contagiosa, sino una amargada e irónica.- Cuando tú me tratabas como la mierda y no te dignabas a darme explicaciones.

-No te he preguntado.-contestó cortante al mismo tiempo que se giraba y hacía contacto visual conmigo.

-Pero te lo perdoné porque...porque tu me hacías sentir de una manera que nadie lo hizo, a pesar de todo.- sin caer en cuenta en mis movimientos me pegué más a él buscando calor donde no lo había. Nuestros rostros se encontraban a escasos centímetros, pero ninguno de nosotros interpuso espacio entre los dos.- Y sé que tú también sientes lo mismo, o por lo menos el Leonard que yo conocía, porque somos almas gemelas.

Noté como tragaba saliva y vi sus pupilas dilatarse durante un breve momento, un momento en el que sentí que lo recuperaba hasta que su ceño se frunció y me apartó con solo un movimiento simple.

-De tu boca no paran de salir estupideces, no sé cómo he podido aguantarte.- negó con desaprobación. Luego se puso a mis espaldas obligándome a andar por delante de él. Suspiré cansada y sobretodo, destrozada y dolida.

-Eso me pasa por entretenerme con tus idioteces.- me acercó agresivamente a su cuerpo mientras observaba con cautela su alrededor. Fruncí el ceño sin entender su comportamiento.

Sonreí internamente cuando de detrás de las copas de los árboles salieron los que podía considerar mis amigos. Estos rodearon a Leonard con una mirada perspicaz y se cruzaron de brazos como si se preparasen para castigarlo. Graciela relucía entre la nieve, Canelio destacaba con sus ojos, Dack poseía una profunda mirada y Alejandra demostraba con su figura lo fuerte y decidida que era.

Secuestrada por un vampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora