43. rebelde.

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Mientras exploraba los siniestros rincones de la mansión no dejaba de pensar en el encuentro con Leonard y lo diferente que era. El vacío de mi pecho cada vez era más grande y profundo, tanto, que hasta me costaba respirar como era debido.

En una de mis indagaciones por aquél recuerdo me surgió la duda de cómo es que era posible que estando la puerta sin ningún tipo de cerrojo él no escapara. Si yo hubiera estado en su lugar me habría ido y habría matado a todos, sinceramente. Aquello era extraño y desconcertante.

- Los pensamientos son nuestros mundos.- reprimí un grito al ver que se trataba de la chica de antes, aquella que había desaparecido de un momento a otro y quien no paraba de sonreír irónicamente. Recorrió la poca distancia que había entre nosotras y educadamente me tendió la mano como saludo.- Deja que me presente como es debido. Soy Elena, la chica que se encargará de ti. Un gusto conocerte.- su voz tranquila en contraste con sus gestos hizo que me sintiera algo intimidada.

-¿Perdona?- sacudí la cabeza pensando haber escuchado mal.-¿ Encargarte de MI?- marqué con gran acento lo último, a mis propios oídos había sonado como toda una diva.

-Sí.- dejó que se le escapara una carcajada que no llegué a entender.- No quise que sonara feo o algo así, yo te ayudaré a desarrollar tus habilidades de cazadora. Sé que es algo contradictorio en esta situación, pero estoy segura que no los usarás en nuestra contra.- terminó diciendo con aire de seguridad, confianza...y algo misterioso que no sabría describir. Había algo en ella que no me cuadraba.

-No quiero tener nada que ver con esas habilidades y todo lo que suponga ser cazadora o lo que sea.- mi voz salió dura y demasiado afilada. Pero no me desagradó utilizar un tono así con Elena.-¿Y con qué propósito?- achiqué los ojos acusatoriamente.

-Con el de protegerte.- se cruzó de brazos a la defensiva.- No podrás estar toda la vida esperando a que te salven. Quieras o no vas a tener que aprender a hacerlo por ti misma, querida.- sus palabras crudas fueron suficientes para callarme y tragar mi orgullo.- Si me disculpas, tengo cosas mucho mejores que hacer.- dicho eso se fue sin mirar hacia atrás.

Solté un bufido cargado de ira y rencor ¿es que todos en este lugar eran unos amargados de la vida o qué?

Sin más preámbulos continué mi exploración sin saber muy bien a dónde me dirigía, pero cada vez que avanzaba  el lugar se iba volviendo siniestro y oscuro. Deduje que se trataba de una zona poco frecuentada y casi olvidada de no ser por el buen estado de las puertas.  Las paredes dejaron de ser lisas para adquirir una textura rugosa  con manchas de lo que parecía ser tierra. Seguí avanzando a tientas debido a la poca luz que llegaba a aquella zona hasta que me vi envuelta en oscuridad y parada delante de unas escaleras bajas que a saber dónde llevaban.

El silenció reinó a mi alrededor mientras me debatía en si bajar, terminar perdiéndome del todo y posiblemente encontrarme con una amenaza o volver sobre mis pasos, buscar a los demás e intentar disfrutar de la fiesta. Como podéis imaginar elegí la primera opción, la curiosidad puede más que cualquier cosa, la curiosidad mató al gato.

Levanté el bajo de mi vestido ya que las escaleras eran muy inclinadas y había muchas probabilidades de tropezar con la tela y caer, no deseaba morir sin saber primero qué es lo que había ahí.

-¿Hola?- pregunté notando como el aire se volvía más pesado y caliente. El olor a polvo no tardó en inundar mis fosas nasales hasta el punto de hacerme toser. Esperé obtener respuesta y al ver que nadie contestó supuse que en el lugar solo me encontraba yo y mi maldita curiosidad.

Así que sin remordimientos y con todo el valor que pude reunir bajé, una bajada que me pareció larga y mareante. Mis pies al final del tramo de las escaleras tocaron tierra, pequeñas piedrecitas se me metieron entre los espacios al aire libre de las sandalias y a pesar de ser molesto solo sacudí un poco los pies y continué. Recordé ver manchas de tierra en las paredes y todo cobró sentido.

Secuestrada por un vampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora