34.Nada es imposible

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Mis pasos resonaban repetitivos por aquel oscuro pasillo, que aunque estuviese iluminado por la luz que emitían las llamas encerradas en un cuenco sobre el suelo, no dejaba de ser solitario y frío.

Caminaba automáticamente, no tenía control sobre mis pasos decididos, ellos eran los que guiaban a mi cuerpo, pero no a mi corazón. De repente paré en medio del lugar observando las losas de piedra caliza bajo mis pies. Estaban húmedas y muy en el fondo se escuchaba el repiqueteo de la lluvia, algo ilógico por que no llovía. Sin haberme percatado antes de que me encontraba situada en medio de un símbolo extraño retrocedí dos pasos, pero no podía salir del círculo aunque quisiese. Y en mi conciencia resonaba el pensamiento de que no tenía que salir y tampoco tenía que temer.

Las llamas se volvieron de un color azulado y pareció que el tiempo a mi alrededor se había detenido. Se escuchó un sonido parecido al choque de dos piedra y luego enfrente de mi apareció una gran piedra cuadrangular sobre la cual se encontraban la espada y la copa.

Me acerqué hipnotizada por la belleza inexplicable que estos dos objetos poseían, la fuerza que emanaban no era natural.

-Elige.-apareció el hombre encapuchado.-Y hazlo bien.- su voz tenía un matiz de desesperación y melancolía.

-No.-dije segura de mi misma. No pensaba hacer algo de lo que no tenía ni idea.-No confío en ti.¿Quién eres?¿Para qué quieres que elija entre la espada y la copa?

-Tú hazlo y lo verás.-dijo fríamente.-Marcará tu futuro y posiblemente tu elección vaya a salvarte.

-¿Salvarme de que?.-pregunté a la defensiva.

-De tu muerte.- bajó la voz, pero aún así se pudo escuchar perfectamente sus palabras y no paraban de sonar como un eco por el pasillo. Como si este propio se estuviese burlando de mi.

-Esto no me salvará, si debo morir, es lo que hay.-me encogí de hombros con un estremecimiento ante mis palabras indiferentes.

-Tu alma va a podrirse hasta acabar contigo, elige.-volvió a repetir dándome ganas de darle un puñetazo para que dejara de decir lo mismo una y otra vez.-Tarde o temprano te vas a ver obligada a hacerlo y entonces yo no estaré para ofrecerte la elección.

De algún modo su advertencia me produjo inquietud.

-Dime el motivo y lo haré.-intenté negociar, pero recibí una risa que escondía extrañeza y negó de la cabeza.

-No puedo por que si no elegirías con la cabeza y no con el corazón.-hizo un ademán con las manos y entonces el círculo comenzó a tornarse de un color blanquecino.- Es la única oportunidad que te voy a dar así que no la rechaces.

Mi respiración agitada no ayudaba a que los latidos de mi corazón se calmaran. En el ambiente se notaba electricidad y empezaba a hacer mucho calor.

Levanté la vista percatándome de que el hombre ya no estaba y que me había deja sola con mis dudas e inseguridades, pero iba a hacer lo que él me dijo. Elegir.
No sabía qué me esperaría, si sería bueno o malo, si haría el bien o el mal, pero mi corazón me decía que no pasaría nada, que esto algún día iba a tener que suceder.
Predispuesta me acerqué a la monumental piedra que sostenía los misteriosos objetos.

Hasta estos parecían tener vida propia. El plateado filo de la espada llevaba un escrito en su dorsal que no podía leer debido a que no estaba traducido a ninguna lengua que conociera y la copa con garabatos del mismo color que el filo de la espada se empezó a llenar de un líquido rojizo desde el fondo hacia arriba, dejándome desconcertada.

Secuestrada por un vampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora