39. Desconocidos

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                         Los muertos pocas veces libertad
                            alcanzáis a tener, pero la noche
                                       que regresáis es vuestra,
                                          vuestra completamente.

                                          Gil de Biedma

-¿Leonard?.- me levanté al cobrar la consciencia completamente. Lo llamé mil veces, sin embargo no me veía, no me miraba como solía hacerlo.

Seguía agarrando a Daniel del cuello hasta el punto de tenerlo de la misma manera en la que minutos antes él me sujetaba a mi. Su rostro no expresaba ningún tipo de emoción y sus gestos eran mecánicos, parecía un robot configurado para matar y odiar. Daniel luchaba por liberarse de su agarre, su cara se enrojecía poco a poco y las venas de su cabeza se hincharon aún más. Pensé que se iba a morir ahí mismo, pero consiguió propinarle una patada en el estómago que lo debilitó lo suficiente como para poder escapar.

Leonard no tardó en recuperarse y en volver a ir a por él y ambos se sumieron en una pelea imposible de seguir. Se movían a una velocidad borrosa, lo único que se escuchaba eran los golpes cuando chocaban contra las paredes o los muebles de la habitación. Asustada y sin saber que hacer salí corriendo de la habitación en busca de Canelio o Dack, quienes habían desaparecido y por los cuales temía de que les hubiese hecho algo. Volví hacia el comedor para intentar despertar a Graciela y Alejandra, posiblemente las haya drogado y por eso estaban tan profundamente dormidas.

-Graciela, despertad por favor.- las sacudí desesperada. Los llantos se escapaban de mi control. Sonreí agradecida al ver como la pelirroja abría sus ojos y miraba a su alrededor confusa. Vi como su rostro pasaba del desconcierto a la ira y luego a estar en alerta.- Están aquí.- fue lo primero que se me ocurrió decir. Graciela me tomó de los hombros para que dejara de temblar y clavó sus potentes ojos en los míos.

-¿Quién más está aquí a parte de Daniel?.-preguntó lentamente sopesando su pregunta.- Leonard.- pronunció su nombre segundos después de haber cerrado los ojos y abrirlos de repente.

-No vayas.- la agarré del brazo antes de que subiera y se encontrara con el panorama de arriba.- Ya no es él.- la voz se me quebró del todo al decir lo último. Graciela se llevó las manos a la cara y luego tiró de su pelo hacia atrás mientras paseaba de un lado a otro.

-Mierda...¡Joder!.-gritó hecha una furia.- Tenemos que encontrar a los demás e irnos.

-No vais a ninguna parte.- oímos su voz desde la entrada. Un escalofrío me recorrió entera al cruzarme con sus ojos, tan escrutadores, intimidantes y sobretodo, decididos.- Tú te vienes conmigo.- me señaló y sonrió cínicamente.

-Leonard, no hagas esto.- se acercó Graciela interponiéndose entre él y yo.- Lucha contra aquello que te retiene, sabes que no eres tú, lucha.- repetía una y otra vez casi suplicando a que Leonard volviera a ser el de antes.

-Apártate.- contestó sin ni siquiera dignarse a mirarla, su atención estaba puesta en mi.- Solo la necesito a ella, a nadie más.

-¿Para qué?.-pregunté sabiendo la respuesta. Leonard ya me había avisado de que esto iba a suceder y no quise hacerle caso.

-Creo que lo sabes de sobra.- dio un paso adentrándose más hacia el comedor.

-Denna, vete, yo me encargo de esto.- me miró Graciela sobre el hombro significativamente. Sabía que ella correría  peligro y no quería dejarla sola, pero por su cara me dejó bastante claro que no tenía opción.- Vete ya.- asentí en shock, me costaba centrarme en lo que sucedía a mi alrededor.

Secuestrada por un vampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora