En breve, oirás un ruido sordo y hueco. Será en la puerta principal, la que nadie utiliza. Cuando golpee el suelo, producirá un leve traqueteo en las bisagras porque es algo muy importante y pesado, un ligero sonido discordante unido al ruido sordo, y Joan levantará la vista de lo que quiera que esté cocinando. Mirará la cacerola, preocupada porque si acude a ver de qué se trata, podría desbordarse. Imagino su ceño fruncido reflejado en la salsa burbujeante o lo que sea. Pero irá, irá y mirará. Tú no, Ed. Tú no acudirás. Probablemente te encuentres en el piso de arriba, sudoroso y solo. Deberías estar duchándote, pero estarás tumbado en la cama con el corazón destrozado, o eso espero, así que será tu hermana, Joan, quien abrirá, aunque el golpe sordo sea para ti. Tú ni siquiera sabrás ni oirás lo que han tirado a tu puerta. Ni siquiera sabrás por qué ha sucedido. Es un día hermoso, soleado y todo eso. De esos en los que piensas que todo saldrá bien, etcétera. No es el día adecuado para esto, no para nosotros, que estuvimos saliendo cuando llovía, entre el 5 de octubre y el 12 de noviembre. Pero ahora estamos en diciembre, el cielo está radiante y lo tengo claro. Te voy a explicar por qué rompimos, Ed. Te voy a contar en esta carta toda la verdad de por qué sucedió. Y la maldita verdad es que te quise demasiado.
El ruido sordo y hueco lo ha producido la caja, Ed. Eso es lo que te dejo. La encontré en el sótano y la cogí cuando nuestras cosas ya no cabían en el cajón de mi mesilla. Además pensé que mi madre podría encontrar algunas de ellas, porque le gusta fisgar en mis secretos. Así que metí todo en la caja y esta dentro del armario, y encima amontoné algunos zapatos que nunca me pongo. Cada uno de los recuerdos del amor que compartimos, los tesoros y despojos de esta relación, como la purpurina en los desagües cuando un desfile ha terminado, toda arremolinada contra el bordillo. Voy a tirar la caja entera de nuevo en tu vida, Ed, cada objeto tuyo y mío. Voy a tirarla en tu porche, Ed, aunque es a ti a quien estoy tirando. El ruido sordo y hueco me hará sonreír, lo admito. Algo poco habitual últimamente, ya que en los últimos tiempos he sido como Aimeé Rondelé en El cielo también llora, una película francesa que no has visto. Interpreta a una asesina y diseñadora de moda que solo sonríe dos veces en todo el metraje. La primera, cuando sacan del edificio al matón que liquidó a su padre, pero no estoy pensando en esa vez. Es en la del final, cuando consigue por fin el sobre con las fotografías y, sin abrirlo, lo quema y sabe que todo ha terminado. Recuerdo la imagen. El mundo vuelve a ser lo que era, es lo que dice su sonrisa. Te quise y ahora te devuelvo tus cosas, las saco de mi vida como a ti, es lo que dice la mía. Sé que no puedes imaginarlo, tú no, Ed, pero tal vez si te cuento toda la historia la entenderás esta vez, porque incluso ahora quiero que lo comprendas. Ya no te quiero, por supuesto que no, aunque todavía quedan cosas que mostrarte. Sabes que me gustaría ser directora de cine; sin embargo, tú nunca fuiste capaz de ver las películas que surgían en mi cabeza, y por eso, Ed, por eso rompimos.
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y por eso rompimos
Teen Fictionpaso este libro a wattpad, para los pobres como yo, que no podemos comprar el libro fisico :3 yo tambien los quiero <3 ahre