Petición

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Bakugou estaba enfurecido mientras observaba la pequeña pantalla del celular de Uraraka, quería quebrarlo y hacerlo trizas... Al celular igual.

Con los dientes apretados y una mirada intensa observó a la chica y pudo observar en su mirada la angustia. Apretó sus labios y puso una de sus cálidas manos sobre la rodilla temblorosa de la chica, desviando la vista. Uraraka miró al chico rubio e instintivamente posó su pequeña mano sobre la del chico, con el meñique levantado.

Pasaron las horas, y por las ventanas comenzaba a asomarse el amanecer. En la sala de espera toda la Bakusquad dormía, excepto el chico explosivo quien acariciaba la cabellera castaña de Ochako que dormía sobre su regazo.

No podía quitarse a Issei de la cabeza, ¿quién mierda se creía ese idiota acosador? Definitivamente iba a eliminarlo de la faz de la tierra, no iba a dejar que se acercara a aquella chica que lo volvía loco.

Una enfermera se acercó al chico, que continuaba acariciando el cabello de la chica, aún acurrucada.

- Señor, ¿usted es el amigo de la señorita... - la enfermera se acercó un trozo de papel a su rostro y con ojos entrecerrados leyó - Mina Ashido?

El asintió con el ceño fruncido.

- Ella ahora está bien, sufrió una fractura en la pierna derecha y se tendrá que quedar un par de días por la recuperación.

Bakugou asintió y observó como la enfermera se alejaba.

———————

El rubio despertó y con su mano tanteó su muslo en busca de la chica pero no la halló ahí, abrió los ojos frenético y busco con la mirada entre todas las personas que se encontraban en la sala de estar. Su corazón se aceleraba pensando lo peor, se levantó y metió las manos en los bolsillos. Algo faltaba.

- ¡¿Huh?! - bufó, mientras buscaba su billetera sin éxito.

"¡NO ME JODAS, ADEMÁS ME ROBARON!" pensó él rubio, conteniendo sus ganas de estallar y destruir la sala por completo. Sus manos comenzaron a chispear soltando desde las palmas pequeños fuegos artificiales.

- ¿K-Kacchan... ? - preguntó una voz tímida tras él.

Bakugou se dio media vuelta. Ochako se encontraba de piel frente a él descalza y con un vaso de café en cada mano, el aroma suave del café penetró las fosas nasales del joven calmándolo, ella estaba bien, realmente estaba bien, todo estaba bien ahora. El chico explosivo le arrebató uno de los vasos de su mano y lo posó sobre sus labios, dándole un sorbo al brebaje hirviendo, el cual pasó por su garganta sin problema alguno.

- ¡Hey, al menos dame las gracias, Bakugou! - dijo ella haciendo un puchero y frunciendo el ceño, en una mueca infantil que molestó y enterneció al chico.

- ¿Cómo los compraste? - dijo el volviendo a dar un sorbo al vaso, y la miró repentinamente de reojo.

Ella sintió como su miraba la penetraba, como si de un cuchillo se tratase, con una risita nerviosa sacó la billetera del chico de su bolso y se la entregó. Con un gruñido se la arrebató de las manos, sin dejar de mirarla con furia, mientras ella continuaba con una sonrisa nerviosa esperando no morir.

- ¿Ahora quién debe agradecerle a quién, estúpida Cara Redonda?

- Hmph, gracias - gruñó ella y sopló con sus labios antes de darle un sorbo al café.

Había pasado media hora cuando Kirishima salió de la habitación donde Mina se encontraba, le dijo a Bakugou y Uraraka que todo estaba bien, que podían regresar a sus casas y que el se encargaría de cuidar a la pelirrosada. Los jóvenes le hicieron caso al pelirrojo y salieron del hospital.

Bakugou caminaba en silencio con las manos dentro de los bolsillo, llevaba la cabeza gacha y el ceño fruncido. Por otro lado, Ochako caminaba aún descalza con los zapatos colgando de dos de sus dedos, al igual que el rubio llevaba su cabeza gacha. Ninguno sabía que decir, la última vez que habían estado solos había sido en la casa de Ochako, cuando habían experimentado un romántico momento.
Continuaron caminando en silencio hasta que llegaron al departamento de Bakugou. Las llaves tintinearon al salir del bolsillo del chico explosivo, y giró la mirada en dirección a Uraraka, quien al parecer no tenía intención de continuar siguiendo a Bakugou. Elevó la vista y le dedicó una suave sonrisa.

- Bueno Katsuki, nos vemos luego. - bajó la cabeza levemente y comenzó a alejarse.

Bakugou se quedó en silencio observándola confundido, hasta que gruñó haciendo que los cabellos de la chica se erizaran.

- ¿A donde mierda crees que vas, estúpida Cara de Ángel?

Ella se detuvo en seco y segundos después se dio media vuelta boquiabierta, ¿No era obvia la respuesta acaso?

— ¿C-como que a donde voy? A mi casa, por supuesto... — dijo tartamudeante la castaña.

— ¿Eres estúpida o te golpeaste la cabeza en la batalla?¿Piensas que te dejaré irte SOLA a tu casa? — ella esperó unos segundos antes de asentir insegura con su cabeza — Realmente estás loca, ven acá.

Ella inmediatamente le hizo caso y lo siguió por la escaleras hasta el departamento, le molestaba que Katsuki fuera tan tosco para hablarle, pero también le agradaba que la mandoneara, sobretodo con esa chaqueta de cuero que llevaba. Entró y dejó los zapatos a un costado de la puerta, se acercó al sillón de Katsuki y se desplomó sobre él soltando un suspiro. Bakugou se acercó y se sentó en otro sillón mirando a la chica, aún con el ceño fruncido sobre su rostro. Tenía muchas cosas dando vueltas en su cabeza.

— Me gusta como te ves así — soltó ella despreocupada y estiró los brazos arqueando su espalda.

El no le contestó, sólo se limitó a sonrojarse y desviar la mirada, definitivamente comenzaría a usar aquella vieja chaqueta más seguido. Vaciló unos segundos, lo que estaba apunto de decirle a la chica era importante, y no estaba seguro de cómo iría a reaccionar. Se aclaró la garganta llamando así la atención de la chica, quien lo miró inquisitiva directamente a los ojos.

— Quiero que te vengas a vivir aquí, conmigo.

Todo se quedó en silencio y la tensión se podía sentir intensamente, con el rostro completamente rojo y sin soltar la mirada del rubio ella contestó.

— ¡¿Q-quéee?!

Eres mi Héroe. || Kacchako Donde viven las historias. Descúbrelo ahora