Juntos

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Había anochecido y los no tan invitados se habían marchado del departamento del chico explosivo luego de varias horas de avergonzarlo. Cansado se dirigió al baño para darse una ducha,  sentía que hace mucho no se daba una, cerró la puerta tras de sí, se desvistió y se metió a la ducha con el agua hirviendo. Mientras su cabello se humedecía y el vapor con aroma a jabón se introducía en sus fosas nasales no podía dejar de pensar en la chica que lavaba la loza en su cocina. Ella ya se le había confesado tiempo atrás, pero nunca se había tomado un par de minutos para analizarlo a profundidad, ahora recién comenzaba a tomarle el peso a la situación.  Ella realmente había estado enamorada de él cuando estudiaban juntos, y el siquiera la miraba cuando pasaban uno junto al otro en el pasillo de la escuela. Nunca la consideró más que una gran oponente, ¡Nisiquiera solían ser amigos! Es más, hasta sentía un poco de rencor hacia ella por ser amiga del estúpido Deku.

Se lavó el rostro con ambas manos intentando quitarse la cara de ese idiota de la mente, realmente se sentía frustrado al recordar cualquier detalle sobre el, lo bueno es que había aprendido a sobrellevarlo a través de los años. Sus pensamientos volvieron a la chica, Uraraka, su madre tenía razón, ¿Cómo una chica tan dulce se había fijado siquiera en él? Se sentía tan surrealista pensar en que ella hacía que su pecho latiera a mil por segundo, en que había podido sentir y saborear aquella piel tan suave, en que sus dedos se entrelazaran con los de ella de vez en cuando. Se atrapó a sí mismo contemplando sus manos y las empuñó, se había decidido, haría a esta chica lo más feliz que pudiera, y la protegería a toda costa, ya no le interesaban las burlas de los que se hallaban a su alrededor, ella era todo lo que le iba a importar de ahora en adelante.

Uraraka había acabado de limpiar la cocina, y se sentía orgullosa de ello, puso ambas manos sobre su cintura y sonrió triunfante. De pronto la puerta del baño se abrió y entre el vapor pudo divisar a un Bakugou completamente mojado sólo con una toalla cubriendo desde la cintura hacia abajo que la miró de forma lasciva.

— ¿Te gusta lo que ves?

Ella ya había oído eso antes, más específicamente el primer día que habían hecho el amor. Con rostro completamente enrrojecido negó con la cabeza y sacudió sus manos intentando disuadirlo de aquella idea, la verdad es que se veía MUY bien, pero no lo iba a admitir, ¡Qué vergüenza!

Con una sonrisa ladina se dió media vuelta, se introdujo en la habitación y cerró la puerta tras él, ¡era un arrogante!

Uraraka continuó con la limpieza de la casa utilizando su quirk, acomodó las sillas, barrió el suelo e incluso sacudió un poco los muebles con un paño. En ningún momento se sacó de la cabeza al chico explosivo y su musculoso cuerpo, frunció la boca y sacudió su cabeza intentando quitarse la imagen de su mente, hasta que lo consiguió. No estuvo mucho tiempo así hasta que oyó la puerta de la habitación abrirse, pero no quiso voltearse, seguía un poco avergonzada por la broma de Bakugou. Sólo sintió sus pasos acercándose hasta ella por detrás, y a continuación unos grandes brazos se deslizaron por su cintura haciendo que la chica dejara lo que estaba haciendo, los brazos la atrajeron hasta el torso del chico y ella sólo se quedó ahí, mientras su rostro se ponía de un intenso color rojizo. Bakugou comenzó a plantar besos en la nuca de la castaña haciendo que un escalofrío recorriera su columna.

— B-Bakugou, ¿Q-qué estás haciendo? — tartamudeó la chica, acariciando los brazos del chico.

— Shhhh... — la calló él, se oía molestó, dio un respiro dejando entrar en el toda la dulce esencia de la chica.

— Huh...

Se quedaron así varios minutos hasta que Bakugou se atrevió a romper el hielo.

— Yo... Como no me di cuenta...

Ochako se separó del chico y se dió una media vuelta, su mirada transmitía desconcierto, no entendía a que se refería con lo que acababa de decir.

— ¿Qué...?

— Tú — gruñó el, desviando la vista, se notaba la frustración en su mirada, el chico no tenía idea como articular lo que quería decir, hasta que finalmente dijo: — Siempre estuviste ahí, siempre querías estar cerca de mi, y yo nunca te presté atención... — volvió a gruñir él, cubriéndose el rostro con el antebrazo.

— Oh no, está bien, Katsuki — dijo ella con la voz suave, y acarició su brazo con uno de sus dedos levantado para no arruinar el momento haciendo al chico flotar — No me molesta en absoluto, siempre admiré tu determinación y tu deseo por ser el mejor, por eso me gustabas tanto...

— ¿"Gustabas"? — entrecerró los ojos el chico.

— Gustas — corrigió ella con una sonrisa sutil en los labios, agachó la cabeza por unos segundos y luego la volvió a levantar cruzando su mirada con la de su amante, una chispa se encendió en su mirada y dijo: — Además, ¿ahora estamos juntos, no es así?

Bakugou se quedó helado por unos segundos y sonrió de oreja a oreja mostrando todos sus dientes, lo que enterneció a la chica, quién se paró de puntillas y depositó un beso furtivo en sus labios que fue más que suficiente para dejarlo atónito, ¡Aún no se acostumbraba a eso! Sacó el celular de la chica del bolsillo de su delantal y marcó un número que la chica no alcanzó a ver.

— ¿Qué haces... A quién llamas? — preguntó algo aterrada, con Bakugou nunca se sabía que esperar.

Él no le contestó y solo esperó a que la persona al otro lado de la línea de dignarse a contestar, llamó un par de veces hasta que en la tercera contestó.

— ¿Aló?

— Uraraka renuncia a su trabajo.

— ¡¿QUÉEEEE?! — dijeron al unisono la chica y su jefe.

— Sí, lo que oíste Hiko...

— Es Haku — corrigió él.

— Lo que sea, ella no irá más. Sólo eso.

— P-pero... Kacchan...

— Estúpida Cara de Ángel, ¿no entiendes que estás en peligro? Hasta que sepa que estás a salvó no dejaré que salgas de mi vista, incluso si tu trabajo está debajo de donde vivimos.

— ESPERA, ¿ESTÁN VIVIENDO JUNTOS...?

— ¡TÚ CÁLLATE! — gruñó el rubio y cortó el celular.

— Pero no puedo... No me puedo quedar aquí sin aportar en nada, además necesito el dinero para mí madre...

— Yo te lo pasaré, y además puedes no sé... ¿mantener la casa en orden?

— Pero...

— ¿QUÉ, TE MOLESTA QUE SEA TU SUGAR DADDY?

"Todo lo contrario" se respondió a sí misma ahogando una sonrisa mordiendo su labio inferior. Soltó un suspiro de frustración.

— Okay, me quedaré aquí... PERO, necesito ir a buscar algunas de mis cosas a mi departamento.

— Cierto que tienes que cambiarte de ropa... Está bien, mañana iremos — gruñó nuevamente el joven y pronto soltó un bostezo, le hizo una seña con la mano para que se acercara —Vamos, a dormir.

— Pero Kacchan, no tengo sueño — se quejó ella con una niña pequeña.

— Ah, yo cambiaré eso — ronrroneó el joven.

A continuación tomo a la chica por las piernas y las hizo rodear su cuerpo, sosteniendola por el trasero mientras besaba sus labios y parte del cuello, la llevó hasta la habitación y cerró la puerta tras de él.

Eres mi Héroe. || Kacchako Donde viven las historias. Descúbrelo ahora