¿COINCIDENCIAS? NO LO CREO. (EDITADO)

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CAPÍTULO 3. ¿COINCIDENCIAS? NO LO CREO.


LAURA

Ordeno mi cama y meto la ropa sucia en la lavadora. Me doy un baño mientras tanto y cuando salgo me visto con una ropa limpia del ropero. Tiendo la ropa y me termino de arreglar para salir. En un rato estoy en el centro comercial caminando sin grupo fijo con las manos en los bolsillos de mi chaqueta.

Pensar que antes era una niña que usaba brackets cuando visitó por última vez este lugar me hace pensar en todo lo que viví con mi tía y su hija. En las veces que cocinamos galletas con malvaviscos, las veces que íbamos al parque a jugar con las cometas y las veces que nos llevaba al centro comercial a comprarnos un helado. Fue una gran persona que no merecía ese final tan pronto, menos dejar a su hija pequeña triste abrazando su muñeca.

— Ustedes dos siempre me hacen feliz. — acaricia mi cabello — Tanto ella como tú hacen que no lamente nada de lo que he vivido hasta ahora. Eres una niña muy bonita, Lara, y agradezco que tu madre me deje tenerte unas semanas conmigo.

— Te quiero, tía. — la abrazo con mis pequeños brazos.

— Y yo a ti.

Mis pies me llevaron a un puesto de helado y estaba haciendo cola a un lado cuando una voz llamó mi atención.

— El que sigue, por favor — hable a la chica en el mostrador.

— Un helado de arándanos con frambuesa, por favor.

Fui a hacer el pedido y esperé a un costado. Esta tienda es casi reciente, lleva una semana y supo cómo arreglárselas para tener gente, además de ser conocida porque traían nuevos sabores y eso es innovador. La chica se acercó al cabo de unos minutos y me entregó el helado que pedí, le pagué y me marché del puesto.

Estaba tan concentrada en mi helado y en la distancia que me tomará llegar a mi siguiente clase a pie que cuando mi celular suena casi suelto el cono de helado.

— Hola.

— ¿Estás ocupada? — pregunta, con cierta duda en la voz.

— Estoy de camino a mi clase. ¿Qué sucede?

— Nada grave, pero cuando terminen tus clases búscame.

— ¿Ok...? — No entiendo que pueda querer, pero espero que no sea nada malo.

Corta la llamada y continúo comiendo helado de camino a la universidad. En la entrada principal me coloco mis auriculares y escucho a Halsey en aleatorio. Apenas me detengo a ver a los demás cuando estoy en la puerta del aula, tomo mi lugar al último de la fila y dejo la mochila en la mesa. Saco lentes de sol del interior de la mochila y los coloque sobre mi nariz para posteriormente recostarme en el asiento de brazos cruzados.

En algún momento el sueño me invadió y estaba por dormirme cuando un cuerpo se paró a mi costado. Alzo la cabeza y miro al chico que tengo al lado.

— ¿Puedo sentarme aquí? — pregunta.

Paseo la mirado por el salón y veo que hay dos asientos libres en la tercera fila. Los ojos de una castaña se topan con los míos antes de mirar al chico.

— Hay otro lugar libre aparte de este.

— Ese lugar ya está ocupado.

— ¿Por quién? — No veo a nadie en esa mesa.

— Por nosotras. — responde una voz pasando a nuestro lado.

Dos chicas ocupan la mesa y la mesa de la primera fila queda desocupada, pero este se hace el no enterado y vuelve a insistir.

Encierro (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora