Pasado y presente

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Oh dios, no sé cómo lo veré ahora a Sergio, creo que fue producto del alcohol o tal vez producto del golpe de ayer.

O tal vez fue por la necesidad y ganas que le tenías...

¡Cállate conciencia!

Bueno como sea que haya sido, lo bese y quiero esconderme ahora mismo. Esta es tu oportunidad mundo, trágame y hazme desaparecer de aquí. Y todo por que le di un beso, genial que más ahora...

Mi celular suena, lo agarro y contestó.

— Hola.

— Hola Flavia — carajo... es Sergio, y en este momento quise meter mi cara de bajo de la almohada y no salir

— Flavia... ¿estás ahí?

— eh...si, dime que paso

Dejo mis paranoias a un lado.

— Quería saber, si querías salir a la plaza a caminar

— Emm....bueno ¿a qué hora?

— En la tarde, paso por ti

— ehh...bien, te espero.

— chau

— chau — cuelgo la llamada

Oh genial... ahora una cita, que bien, como a mi me encantan las citas.

No es una cita, solo te invito a salir a la plaza, no te emociones...

No estoy emocionada, solo no esperaba verlo hoy y como que digamos todavía no se me va del todo el dolor de cabeza, todavía hay un pequeño dolor, acaso a él no le dolía también, y que paso ayer, no me digan que cometí una estupidez.

Saco mi ropa y lo dejo en mi cama, luego voy por la toalla y entro a bañarme, salgo y me pongo mi ropa íntima y la ropa que elegí para salir.

Me saco la toalla del cabello y lo secó con la secadora, agarro un labial rosado claro y me lo aplico, luego me aplico la base, delineo mis ojos y le hecho rímel a las pestañas. Considerando la cara que tengo es mejor maquillarme un poco.

Agarro mi cartera, meto mi celular y mi billetera. Al rato el timbre de la puerta suena y corro a abrir.

Claro, bien que podía haber dicho: "Tengo un dolor de cabeza que no deja que piense bien, puede ser en otro momento quizás". Pero no, tuve que aceptar y ahora tenía que verlo.

— Hola... — saludo algo nerviosa, justo lo que evitaba pasó, aquí es donde digo:

¡¡TIERRA TRAGAME!!

— Flavia — me examina en un abrir y cerrar de ojos y siento mis mejillas arder.

— Uh... vamos. — Tiene que dejar de mirarme de esa manera que me ponía peor.

— Vamos

Salgo y cierro la puerta con llave y lo meto a la cartera, caminamos hasta el carro de Sergio, entramos y él conduce.

Era un silencio tranquilo (o eso es lo que yo creo) como si no hubiera pasado lo de ayer, me pregunté si él recordara lo de ayer, miro por la ventana como pasamos por casas a velocidad, el camino no fue tan largo y llegamos en poco tiempo.

Nos detenemos en el estacionamiento y baja del auto, me quito el cinturón y cuando estaba a punto de abrir la puerta, él la abre por mí.

—Gracias — dijo, él sólo sonrió.

Caminamos hasta la plaza y fuimos por un batido, uno de fresa y el otro de chocolate. Cuando caminábamos por las tiendas, algo captó su atención y algo la mía, era un libro que hace tiempo quería, la última de la saga, nos damos una mirada y luego él vuelve a girar a ver la tienda.

Encierro (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora