Hasta luego, madre

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Capítulo III : El adiós

El dolor que abrazó el pueblo fue rotundo. Se podían observar rostros desfigurados de la tristeza.Para ese entonces todo las cosas no eran iguales a como son ahora. Koleh era el jefe y sabía la condición humana de mi madre y lo guardó en secreto hasta un año después de su muerte. Yo enmudecí no lo daba a conocer por mis sentimientos; según la abuela Shon así mismo mi corazón se iría endureciendo.Shon era una viejita que se se le apodaba abuela, por su vejez y sabiduría. Yo me negaba a creer lo que me decía, ¿Por qué tenía que ser así?.

Por alguna razón presentía que su vida no había terminado aún y que la volvería a ver a pesar de que mi padre solo pensaba que era producto de mi tristeza.

Para honrar a mi madre en su Amexhu los lumpianos nos quitamos un pedazo de nuestro cabello oscuro lo echamos a su lecho, nos cortamos el dedo más pequeño dejando caer en su cuerpo nuestra Jhai de color verde y por último incediamos su cuerpo en llamas dejando que el caliente del fuego nos quemara un poco los pies mientras ella se despedía de esta vida humana para formar parte de las estrellas de Orión, lugar donde todos terminaremos algún día.

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