En la bodega

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El mesero de la cafetería en la que te encuentras en este momento se nota un poco inquieto, no deja de moverse ni de mirarte insistentemente. A pesar de que no lo conoces realmente, ya que solo lo ves de vez en cuando, cuando quedas con alguna amiga para tomar un café en su lugar de trabajo, nunca has entablado ni la más pequeña conversación con él. Nunca ha sido necesario.

Eso no significa, claro, que no lo mires, por no decirlo de otra manera. Ese hombre es impresionante. Desde sus musculosas piernas cubiertas por un fino pantalón negro de uniforme que pareciera que va a romperse con cualquier movimiento; pasando por su estrecha y abrazable cadera, sin dejar de lado su bien formado trasero que ha atrapado tu mirada incontables veces, subiendo por su torso que, aunque es pequeño, es del tamaño y firmeza adecuada para sentarse en él. Sus brazos anchos y fuertes y sus manos, oh sus manos, manos fuertes a las que se le saltan las venas de vez en cuando, esas manos que son las ideas para dejar marcas, para apretar, jalar y acariciar. Sí, las mismas manos que has imaginado en diferentes situaciones.

Se acerca a ti para entregarte tu bebida, tu acompañante aún no llega y te empiezas a poner nerviosa. Puedes sentir su calor corporal llegar a ti rápidamente y su perfume, tan masculino, pone tus sentidos alerta.
Notas que está más cerca de lo normal, y aunque no te dice nada, se te eriza la piel. Su respiración es un poco pesada y sus movimiento parecen bastante tensos. Alzas la mirada y lo descubres mirando tu escote. Oh, vaya, caes en cuenta de la clase de vestimenta que llevas encima. El día es muy caluroso y tu vestido, corto un poco arriba de las rodillas y bastante escotado lo avalan.

Sus ojos se mueven sutilmente hacia el local, deslizándose por las mesas vacías, imitas el acto y descubres que la cafetería está más vacía de lo acostumbrado, salvo por una mesa que tenían a una pareja concentrada en una acalorada discusión. 

Posa sus ojos en los tuyos... negros, profundos, cristalizados... esa mirada. 

Se detiene tu respiración

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Se detiene tu respiración. No parece apenado ni con ganas de fingir que no estaba tratando de quitarte el vestido con la mirada. Realmente no parece de buen humor, su boca no se mueve. Puedes notar un bulto bastante grande sobresalir en su entrepierna.

Ese pantalón es demasiado indiscreto. Oportuno e indiscreto. Tu boca empieza a salivar.

No es importante explicar como es que llegaste a estar contra la pared de la bodega. Vaya que no. Lo importante en este momento es intentar no hacer ruido, tarea difícil cuando los dedos de Jackson son tan ágiles, tanto como habías pensado. Agradeces enormemente que el día haya sido tan caluroso y que tu cabello amarrado en una coleta alta este siendo de utilidad para el hombre que te mantiene contra la pared. Inevitablemente tu cabeza esta mirando hacía arriba, tu boca abierta no puede evitar soltar uno que otro sonido y tus manos buscan desesperadamente donde sostenerse. Jackson usa cada vez más fuerza y tus ojos están nublados, puedes sentir la mano libre de tu acompañante apretar tu cintura firmemente y pasear hacia adelante mientras no deja de moverse.

La voz ronca de Jackson solo hace que el lugar sea totalmente erótico. Sus gruñidos y bufidos son lo último que necesitas.

Tu cabello siendo jalado, tu vestido levantado y tu escote expuesto son la combinación perfecta. Tus piernas están temblado y no te sorprende darte cuenta de que lo único que te mantiene en pie es el fuerte movimiento de Jackson. 

Tan profundo. 

Tan perfecto.

Sus dedos siguen jugando contigo mientras tú tratas de retrasar la explosión lo más posible. Lo pone tan difícil.
Empiezas a mirar estrellas y la tensión de tu cuerpo se libera completamente con un grito que es rápidamente cubierto por la mano de Jackson. Ambas respiraciones están aceleradas, acompañándose la una a la otra cuando de repente recuerdas donde estás y la persona a la que estabas esperando. Te levantas e intentas arreglarte lo más rápido posible. Claro que saliendo de ahí lo primero que harás será ir hacia el tocador.

Jackson: Todos los días, a esta hora, me encuentro yo solo en la cafetería- Dice con su voz ronca e irregular, delatando el esfuerzo recientemente ejercido.

Esa es, definitivamente, la mejor invitación y sugerencia que has recibido. Ya sabes la respuesta a eso, así que solo sonríes, asientes y sales de la habitación, escuchando como el cinturón de Jackson vuelve a ser desabrochado, su cierre bajado y sus piernas descubiertas. Recuerda que él no terminó, así que te das una idea de lo que hará a continuación. A pesar de lo mucho que quieres quedarte y ayudarlo tienes que salir y reunirte con la persona a la que estabas esperando.

Cierras discretamente la puerta detrás de ti, escuchando un pequeño suspiro dentro de la habitación. No es necesario apuntar que a partir de ahora tienes un compromiso todos los días a la misma hora. Eso no se olvida, sin duda alguna.

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⏰ Última actualización: Nov 11, 2018 ⏰

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