Capítulo 13

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Lovino no dice nada y yo tampoco. No sabia como reaccionar, no sabia que decir y no quería decir algo que él pudiera mal interpretar, por lo que me quede hecha piedra, esperando inútilmente que las palabras salieran solas de mis labios, y Lovino por supuesto se veía mas que nervioso, se veía estresado y parecía que iba a huir en cualquier momento. Al menos ahora tenia sentido porque Lovino escapaba de Antonio y a la vez de sus sentimientos.

También entendía porque Antonio parecía odiarme.

Di un paso en frente con intención de darle un fuerte abrazo a Lovino y entonces ocurrió algo que me tomo por sorpresa. 

En un segundo, Lovino agarro mi brazo y me jalo hacia él, erróneamente pensé que quería un abrazo y no me opuse. Agarro mi rostro con sus temblorosas manos y yo alce una ceja preguntándome que planeaba hacer, entonces cuando planeaba hablar, sentí sus labios sobre los míos. Mi brazo estaba en su pecho, por lo que cuando reaccione y recordé que Lovino solo estaba confundido, me aparte de él rompiendo el beso.

  —¿¡Que demonios Lovino!?, ¡estoy saliendo con Alfred! —me aparto de el—. ¡Pensé que te gustaba Antonio!

—Ohmierdamierda —dice pasándose las manos por el rostro—. No me gustan las chicas —dice—. No me gustan las chicas —repite.

Se había sentado en la silla de nuevo, su respiración era irregular y jalaba sus cabellos. También parecía luchar contra las lagrimas que se acumulaban en sus ojos.

—No hay nada de malo en eso —pongo mi mano en su hombro.

—No lo entiendes Alice. Mi familia es muy religiosa, mi padre cree que soy un fracaso y mi madre no quiere ni verme, todo lo que tengo son mis hermanas. Luego de que se enteren que soy un... soy un... —niega con la cabeza—. Van a odiarme, me van a echar de casa

Recordé breve mente una ocasión en la que visite a los Vargas, su madre y su padre eran estrictos, conservadores y muy religiosos, querían que sus hijos fueran mejores que todos y en todo. Daysi era la menor de los hermanos Vargas y era muy buena con respecto al arte, por lo que no recibía mucha presión. Por otro lado, Chiara y Lovino eran los mayores y tenían mas presión en ellos. 

Ellos estaban renegados con sus padres, pero aun así como todo hijo, querían ver a sus padres orgullosos de ellos.

—Mi casa siempre tendrá las puertas abiertas para ti Lovino, pero tu y yo sabemos que tus hermanas pelearan por ti aunque tus padres no te acepten

—Incluso si ellas lo hacen, todos harán mi vida imposible en la escuela —pasa sus manos por su cabellos—. ¿Porque no puedo ser normal?  —me pregunta mirándome a los ojos—. Siempre soy el que mete la pata, ¡mierda! —dice enojado.

—No te odies solo por amar de la manera en la que la sociedad dice que esta mal  —le digo—. ¿Porque no eres un poco egoísta esta vez?, Lovino... Lovino tu no eres el que mete la pata, ellos te hacen creer eso. Así que deja de creerlo

Él no dice nada, se queda sentado y mirando sus manos durante un par de segundos, yo me quedo a su costado en silencio, esperando a que diga algo, pero lo conozco y se que como todos los Vargas, él sufre en silencio. Por lo que decido romper el hielo.

—¿Sabes?, siempre he sentido que nunca nada era suficiente, por lo que siempre he sentido que si alcanzaba el éxito seria feliz —suelto una risa irónica—. Es raro, pero creía si todos eran felices yo también lo seria —le digo—. Pero solo me sentía cansada, siempre me perdía de todo. Estuve tan sumergida en los libros que me olvide que me perdía del mundo real

Lovino me mira a los ojos y suspira, como si se rindiera finalmente a esa parte de él que intentaba no ocultarse.

—Siempre supe que había algo en mi —dice.

Shall We Dance?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora