Capítulo 18

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—¡No! —le respondo intentando abrir la puerta.

—¡Déjame! —responde Francine intentado cerrarla.

—Deja de actuar como una niña pequeña, Francine —gruño.

Francine hace caso omiso a mis palabras y pone el peso de su cuerpo contra la puerta evitando que yo logre abrirla, mis débiles brazos comenzaban a cansarse y dudaba que la madre de Francine se molestara en decirle a su hija que tuviera la molestia de tratarme bien, como se supone se debe tratar a una invitada. Aunque claro, yo me había invitado sola luego de que Francine me dijera que no fuera a su casa que no podía hacer el trabajo conmigo.

—¡No pienso obtener un cero en un trabajo tan fácil como el que se nos fue asignado! —grito contra la puerta.

—¡Y dices que yo soy molestosa! —ella responde gruñendo.

—¡De acuerdo! ¡De acuerdo! —digo alzando mis brazos al aire—. Me rindo —bufo cruzándome de brazos—. Solo quiero una buena razón por la que no debería llamar a tu madre y decirle que tu manchaste su cartera con labial rojo cuando teníamos ocho años

Mi respiración es entrecortada y trato de regularla, no puedo escuchar a Francine detrás de la puerta y nos quedamos en silencio por unos cuantos segundos.

—No lo harías —dice finalmente y noto la inseguridad en su voz.

—Este trabajo es básicamente nota regalada y tú te estás negando a hacerla cuando ya habíamos acordado terminarlo hoy —replico—. Quiero una buena razón por la que debería irme sin no antes perjudicar te a ti también

—Eres todo un amor de persona —la escucho suspirar con un toque de molestia en su voz.

—Estoy esperando Francine —respondo recostada en su puerta.

La escucho deslizar su espalda contra la pared hasta tocar el suelo, luego la escucho tomar una gran bocanada de aire.

—No te iras sin una explicación, ¿verdad? —pregunta.

—No —respondo.

Nos quedamos en silencio unos minutos, los necesarios para que me canse de esperar y decida que lo mejor es ir a casa y hacer todo yo sola, lo cual estaba a punto de hacer cuando Francine por fin dice algo.

—Creo que tengo el corazón roto —dice con la voz sin emoción alguna.

Me detengo de golpe de golpe y entonces me siento en el suelo con la espalda contra la puerta.

—¿Porque lo dices? —pregunto luego de segundos de silencio.

—Porque duele —responde—. Duele como si hubieran destruido mi corazón en mil pedazos que son imposibles de recoger sin cortarme y lo peor es que es mi culpa —la escucho sollozar.

—No digas eso —digo sin saber que más decir­—. No es tu culpa

Entonces ella abre la puerta y la veo como nadie esperaría verla nunca. Justo como dijo, como alguien con un corazón roto. Con los ojos rojos de tanto llorar y con los cabellos desordenados por no salir de la cama desde quien sabe cuándo, no puedo evitar pensar en la ironía de esta situación.

La rompe corazones, con el corazón roto.

—¿Quieres que mienta? —pregunta—. Podría decir que fue él quien jugo conmigo desde el principio, podría decir que él me importo desde el primer segundo y que sus sentimientos siempre fueron un entretenimiento para mí, podría decir que no me enamore de él al final —dice reteniendo las lágrimas.

—Lo siento Francine —me levanto incomoda por la situación, tal vez no debí haberla presionado a explicarme nada—. Tal vez debería irme

—No —dice agarrando mi brazo y siento la humedad de sus lágrimas—. Perdóname por ser una desconsiderada —suspira—. De nuevo solo estoy pensando en mí, solo deja que me arregle y bajo en un segundo. De todas maneras, debería salir de mi habitación, debo distraerme después de todo, ¿no? —intenta sonreír.

Shall We Dance?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora