Capítulo 19

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—¿Quieres té o algo? —le pregunto a Julchen, sintiéndome incomoda por el silencio.

Ya era considerablemente tarde, todos en mi casa ya estaban en sus habitaciones durmiendo, lo que me hacia la única en la sala junto a Julchen, quien nadie sabia que estaba acá, que estaba despierta. Además, Julchen no había dicho ni una palabra de lo que había sucedido.

—No —responde vagamente sin quitar la vista del televisor.

—Bueno —murmuro aun en el sillón, mirando lo que pasaba por el televisor.

Voltee a ver a Julchen, la bolsa de hielos ya no estaba en su rostro, lo que dejaba ver el moretón en su mejilla. No me atreví a preguntarle lo que había pasado y cuando me acerque a ella en la estación, no me hizo nada más que preguntar si podía quedarse en mi casa.

No pude decirle que no y ahora ni mis padres o hermanos sabían que Julchen estaba en casa.

—¿Quieres comer algo? —vuelvo a preguntar.

—Dios, Kirkland —masculla—. Solo quiero que dejes de preguntarme cosas —espeta.

—¿Quieres que me calle? —pregunto sin pensar y Julchen reprime un grito con la almohadilla del sillón—. ¡Lo siento! —digo dándome cuenta que lo había hecho de nuevo.

—Deja de preocuparte —dice exasperada—. Estoy bien, no pasó nada —rueda los ojos y vuelve a recostarse en el sillón.

En algún punto se da cuenta que mis ojos están sobre el moretón en su rostro y para cuando aparto la mirada ya es tarde y ella solo suspira.

—Solo me metí en una pelea y quería evitar problemas en mi casa, pensaba en algún plan cuando me encontraste —se alza de hombros—. Nada serio

—Deberías llamar a tu casa —digo—. Es tarde, mañana hay clases y de seguro que tus padres están preocupados —señalo y ella ríe.

—Mañana es sábado, Kirkland—ríe de nuevo dándome la espalda—. Pero supongo que tienes razón —dice vagamente.

—Si la tengo —afirmo—. Aunque dudo que tus padres se molesten por una pelea —añado.

—Lo que sea —resopla—. ¿Me puedo quedar o tengo que dormir en el parque? —pregunta a la defensiva, volteando a verme.

—Dios, dije que sí —suspiro cansada para luego bostezar—. Necesito dormir —digo mirando la hora.

—¿Puedo dormir contigo? —pregunta Julchen de repente—. Es que no quiero molestar a nadie —sonríe.

—Pero me estarías molestando a mi —respondo frunciendo el ceño.

—Si, pero tú no cuentas —hace un ademan—. Vamos, no seas una mala anfitriona —me codea—. Además, no es como si quisiera compartir la cama contigo, ha pasado una semana desde que dormiste en mi casa y aun me duele la patada que me diste —dice fingiendo dolor.

—Estas exagerando —me cruzo brazos mirándola escéptica.

—Puedo mostrarte mi moretón si quieres —dice desabotonando su camisa.

—¡De acuerdo! ¡Para! —me acerco a ella alejando sus manos de su camisa—. No tienes arreglo —suspiro—. De acuerdo, dormirás en mi habitación —ruedo los ojos y ella sonríe triunfante.

Julchen se burla de mi ropa cuando le presto algo con lo que dormir que no sea el uniforme escolar, aunque de todas maneras se lo pone y aunque ni una quería dormir inicialmente con la otra, eso es lo que terminamos haciendo. Porque Julchen ya estaba echada en mi cama y porque nadie sabía que Julchen iba a quedarse en casa y no quería ir en busca de mantas y almohadas.

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⏰ Última actualización: Feb 22, 2020 ⏰

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