Capítulo 6

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—¡Corre!—río mientras que Romeo me sigue el paso.

—¿Por qué siempre te metes en problemas?—dice con la respiración agitada.

—Porque entonces no sería yo...—le guiño el ojo.

Dos  horas antes


—Siempre en una primera cita van a un restaurante, es una regla de oro—recalco.

—¿A un restaurante de cinco estrellas?—pregunta Romeo. Pasa su mano por su cabello.

—¡Claro!—me acercó a él—Regla de oro.

—Esto es absurdo—rueda los ojos.

—¡Alégrate! Es nuestra primer cita juntos—muevo las cejas de arriba a abajo. Eso le saca una media sonrisa a Romeo.

Seguimos caminando hasta poder divisar desde lejos un restaurante luminoso, lleno de carros eléctricos y modernos, además de sus pasajeros que bajan como si fueran los monarcas más prestigiosos con sus vestidos o sus trajes de encaje. El restaurante desprende un sentimiento de realeza y educación; echo un vistazo a nuestras ropas y las comparo con las demás.

Río al ver que somos unas atrocidades comparadas con los demás del restaurante, niego con la cabeza.

—No vamos a entrar ahí. Está lleno de hipocresía—reprocha Romeo.

—No, no vamos a entrar—lo miro.

—¡Hasta que por fin dices algo coherente!—levanta las manos al cielo.

—No, no vamos a entrar así...—miro la tienda que está detrás de nosotros con una sonrisa maliciosa.

—¿Ahora qué tramas?—voltea a ver.

—Nada especial...—sonríe maliciosamente.

—¡Oh, no! No lo haré—intenta irse pero lo detengo del brazo.

—¡Oh, claro que si!—lo jalo hasta la tienda.



—¡Me veo ridículo!—reprocha Romeo.

Me aflojo el vestido de la cintura, este es demasido ajustado. Pero la señora dijo que este era el más adecuado a mis curvas. Sonrío al verme en el espejo, nunca me había visto tan bien en un vestido o nunca me había puesto un vestido tan ajustado.

—¡No seas caprichoso!—grito.

—Y tú no seas tan rápida—bufa sarcástico.

—Ya estoy lista—abro las cortinas.

Salgo del probador con una sonrisa, estoy emocionada, nunca había tenido un vestido igual. Es de color beige con lentejuelas y un escote, todo el vestido es pegado. Doy un giro en mi propio eje, tratando de imitar a una princesa. Sigo caminando hasta salir de los probadores de mujeres. Es ahí cuando lo veo, a Romeo, con su traje del mismo color que mi vestido, impecable.

Hago un pequeño recorrido con mi mirada en todo el traje, trago con fuerza, es como ver a Brad Pitt en persona. O mejor aún, a un Henry Cavill en persona.

Carraspeo para llamar su atención.

Como si fuera en cámara lenta voltea hacia mi, abre los ojos con sorpresa al verme.

—¿Qué tal?—sonrío y giro lentamente.

—Te ves...—traga grueso—diferente.

—¿Diferente?—alzo una ceja.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora