Capítulo 5

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—¡Zulay!—grita, casi susurrando Romeo. O tal vez así yo lo escuché, porque ahora mismo me ha entrado un sueño terrible.

Me sacuden varias veces, pero decido no abrir los ojos, el sueño es tan pesado. Me gritan con paranoia, preocupados y asustados.

¡Déjenme dormir!

Alguien me carga, hacia... no sé, lo único que quiero es dormir.

...

El olor a galletas de vainilla me despierta un apetito feroz, el olor se acentúa y se adentra más a mis fosas nasales. Estiro mis brazos para despertarme mejor de la siesta y trato de levantarme pero, con solo abrir un ojo, Max y Romeo gritan mi nombre.

Me cubro los oídos por tanto alboroto.

—Apenas me desperté, no hagan tanto ruido—rio—. Además que tuve un sueño muy raro. Soñé que yo me comía una nieve con forma de pene y que Romeo era sexy—vuelvo a reír—. Que loco sueño.

—Zulay—se acerca Max—, no fue un sueño.

Rio como loca, Romeo y Max me observan con lástima o vergüenza. Al pasar mi mirada entre los dos, y ver su semblante serio, bajo la intensidad de mi risa y siento como si alguien me hubiera dado una bofetada tremenda. Porque, primero, no estoy en mi casa, y segundo, Romeo está, ya saben, sexy.

—¿Qué hacen aquí?—pregunta un Romeo demasiado sonrojado.

—¡No, la pregunta sería! ¿Qué haces tú aquí?—lo miro de arriba a abajo—Espera, no me digas.

—Ay, no—menea la cabeza Max.

—¡Estás protagonizando una obra de teatro, como el príncipe encantador!—aplaudo.

Romeo se rasca la cabeza nervioso— No, Zulay. Esto no es una obra de teatro.

—Entonces, ¿qué es?

—Es...—traga grueso—un club nocturno y yo soy un stripper—tembloroso baja la cabeza y solo puedo notar sus orejas rojas.

—¿Qué es stripper?—pregunto inocente. Romeo levanta la mirada atónito.

—Son hombres que bailan dr manera exótico—explica Max, haciendo una mueca al solo ver a Romeo, la mueca es extraña así que la dejo pasar.

—¿Y qué tiene?—sonrío de lado. Romeo abre más la boca, sorprendido.

—Pues que es...—Max vuelve a hacer la mueca cuando pasa una mirada a Romeo—indebido.

—Ah—se me viene a la mente un Romeo bailando “El burrito sabanero” de manera sexy—. Ahora tengo una inmensa curiosidad de...—no termino de decir, porque Romeo me toma de los cachetes para unir nuestras frentes y mirarnos intensamente.

—¿No me criticarás?

—No tengo porqué—le sonrío con los cachetes aplastados—. ¿Tengo que criticar algo que haces solo por no entrar en mis cosas preferidas o, más bien, en mis cosas que no tenía conocimiento hasta ahora?

Suelta mis cachetes como si quemaran y desvía la mirada mucho más apenado. No sé si dije algo malo y no me dio tiempo de averiguarlo, porque Max carraspea.

—¿Por qué  es que trabajas en este lugar?—se sienta a mi lado.

—Me dieron un préstamo, aproximadamente de seis mil pesos o más, pero los puedo pagar si trabajo con ellos.

—¿Seis mil pesos?—pregunta extrañada Max.

Ahora soy yo la que se queda atónita, ¿acaso es lo que estoy pensando? ¿Acaso él lo dijo en serio? Mi mente retrocede unas horas atrás y recuerda el momento exacto cuando lo dijo.


InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora