Capítulo 9

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Un secreto no es nada fácil de guardar, más para mi que no puedo retener tan siquiera uno, y no es que sea chismosa. No, claro que no, es solo que si el secreto es tan público que solo una persona no debe saberlo, ¿cómo poder ocultarlo?

La música retumba entre las paredes, el olor a sudor y licor se adentran en mis fosas nasales, otra vez estoy corriendo como una loca. Desearía tener piernas más largas para correr rápido. Aunque también quiero más busto porque estoy casi plana como una tabla y unos labios como las Kylie Jenner.

¡Concéntrate, Zulay!

Sacudo mi cabeza e intento tomar del brazo a Valentín, pero pareciera que tiene un tercer ojo que los esquiva muy bien.

—¡Espera, Valentín! —por fin tomo su camiseta pero él no se detiene, hasta me arrastra —¿Por qué quieres entrar ahí?

—¿Por qué quieres que no entre? —usa más fuerza y mis pies se deslizan por el piso.

Tomo con mis dos manos su brazo, abro los ojos por sus músculos que se tensan por hacer la fuerza. Sin pensarlo, apachurro su brazo, si que está inflado.

¡Zulay!, me reprendo.

—Este lugar es para mayores de edad —utilizo la fuerza más débil. Se detiene rápidamente y me tropiezo con su espalda —. ¿Qué pasó?

—Identificación —dice Sullivan con su rostro serio.

Valentín saca su billetera en su bolsillo del pantalón,  al doblarse  Sullivan alcanza a verme e instantáneamente abre sus ojos, comienza para pronunciar mi nombre pero le hago una seña para que calle.

—Aquí está mi identificación —muestra una tarjeta.

—¿Cuántos años tienes Valentín? —digo sorprendida.

 —Espérame aquí, Zulay —entra en donde está todas las mesas y el espectáculo.

—¡Valentín, no! —voy tras él pero Sullivan me detiene.

—No te puedo dejar entrar, no tienes identificación  —se acerca para hablar bajo —. Hoy está el jefe y alguien importante, no puedo dejarte pasar.

—No puedo dejar que Valentín vea a Romeo así, en esto —busco con la mirada alguna señal de él. 

—¿Y Valentín es...?

—Su hermano que no sabe que su trabajo es de stripper.

—¿Su hermano? —ríe —Que casualidad.

—¿De qué hablas? —alzo una ceja.

—Nada —sacude su cabeza.

—Déjame entrar por favor, no me haré notar, ni sabrán que estoy aquí —Sullivan lo piensa —. Hazlo por Max.

Sullivan sube su mirada y niega con la cabeza mientras sonríe.

—Touche —me deja un espacio para pasar —. Entra y ten —me da un listón arcoiris —, no te lo quites. 

—¡Si, gracias! —corro hacia las mesas pero me detengo — ¡Sullivan!

—¿Ahora qué? —voltea con ya su mirada seria.

—Dile a Romeo que aquí está su hermano.

—Entendido —regresa su mirada al frente.

Corro hacia la luz de neón, me doy cuenta que mi pulsera brilla con la luz y hasta mi camisa. Me saco mis tacones que me torturan y no me dejan correr, los dejo en la esquina mientras que busco con la mirada a Valentín. Por lo visto solo hay hombres en las mesas, no veo a ninguna mujer, algunos de ellos se me quedan mirando como un bicho.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora