Despidos

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Te juro que no tenía ni idea de que decir "Chau, te amo" sería alguna vez algo tan duro. No se me pasaba por la cabeza en ningún momento creer que cada paso que daba lejos tuyo me exprimiria el corazón haciendo sentir la falta de circulación y de oxígeno, no poder respirar por algo que se mide en metros pero se siente en toneladas.
Pensé también que esto no le pasaria a nadie más (siempre me caracterice por ser medio exagerado en estas cuestiones del amor), pero acá estamos... conectados al punto de que la distancia se siente muy fuerte, pero cuanto más nos alejamos más fuerte se vuelve lo nuestro porque la espera no es mala, por primera vez la espera es bella y amo eso, la facilidad de volver todo lo malo en algo bueno; como te dije, vestis al amor de gala y lo preparas para salir a comerse el mundo.
Tengo que decirte que amo mucho esos momentos... la despedida, que aunque no es para nada buena en sí misma es hermosa cuando sos vos quien la performa. Me sorprende tu capacidad de volverte cada vez más tierna y dulce, de cerrar un puerta de vidrio y que tu imagen sea todo lo que quiero ver aunque sea un último segundo. Me encanta la forma que tomas mientras caminas alejándote (siempre dedicó unos cinco a diez segundos a mirarte irte y suspirar).
Y como no podría ser de otra manera... como no mencionar al momento cero de nuestros despidos, el ritual que siempre toma forma en ese semáforo que por mas que este en "blanco", esperamos hasta el próximo pase libre solo para tener una excusa para abrazarnos y que cuando al fin cruzamos la calle lo hacemos cada vez mas lento... despacio de camino a esa boca subterránea y yo siempre bromeando con eso de "bueno vamos, te secuestro."

Con vos aprendí que todos tenemos algo bueno que brindar y eso también aplica a los momentos que otros creen malos, como un despido. Son hasta esos ratos medio amargos los que condimentan con picante las ganas de volver a verte.

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