C A P Í T U L O 13

131 7 0
                                    

×keep holding on×

Acaba de empezar el mes de agosto y Percy me ha dicho esta mañana que teníamos que hablar, hemos quedado esta tarde al atardecer en la playa, justo donde nos conocimos.

Tengo miedo, no quiero que me deje, no se que haría sin él. A eso hay que sumarle lo del embarazo, estoy a punto de dar a luz y los dolores son casi insoportables... Es decir me encuentro como la mismísima mierda.

A la hora acordada me dirijo a la playa y lo veo ahí quieto, tan hermoso y perfecto como siempre... Me acerco lentamente, él me ve y me sonríe.

  - Sally es importante que me escuches hasta el final ¿vale?

  - Si vas a terminar conmigo te prometo que si es por el bebé lo daremos en adopción, haremos lo que sea para que esto salga adelante...

  - Sally, no voy a terminar contigo y como des a ese niño en adopción lo adopto yo y te lo devuelvo. Lo que te tengo que decir es algo mucho más importante. Necesito que me prometas que me escucharás hasta el final, es muy importante.

  - Te lo prometo - lo digo un poco desconfiada.

  - Vale, Sally ¿sabes algo sobre los dioses griegos?

  - Sí pero por qué esos es importante...

  - Nada de interrumpir... Los dioses griegos viajaban a la tierra y tenían relaciones con mortales, de esas relaciones salían...

  - Semidioses.

  - He dicho que nada de interrumpir - me sonríe y continúa - Esos mitos son reales, los dioses existen y yo soy uno de ellos - retrocedo lentamente - Mi verdadero nombre no es Percy, sino Poseidon.

  - ¿¡Qué!? Me debes estar vacilando, esto no puede ser verdad...

  - Esto es tan verdad como tu y yo...

  - ¿¡Cómo tú y yo!? Me has mentido, te has aprovechado de mí, no hay nada entre tu y yo...

  - Listilla por favor...

  - ¡No me llames listilla! Dejame, vete...

  - Sally no te alteres, no es bueno para el bebé...

  - El bebé ahora mismo me importa una mierda, solo dejame, aléjate...

  - Sally yo te quiero.

  - Pues yo a ti no... - digo con lágrimas en los ojos - no te vuelvas a acercar a mí, simplemente vete.

  - Pero... No podrás cuidar a un niño sola...

  - Me las apañare sola. Adiós.

Y me voy. No miro atrás. Al llegar a casa comienzo a llorar sin control. Me tiro al suelo con la respiración entrecortada. Noto unos golpes en mi vientre, inmediatamente pongo mi sobre él y digo:

  - Saldremos de esta bebé, te lo prometo. Somos fuertes, muy fuertes... Ahora que lo pienso no te he puesto ningún nombre... Ya lo decidiremos luego, pase lo que pase yo siempre te voy a querer.

Nuestra historia de verano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora