26. Querido emperador.

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Mientras dormía recordaba con detalle todo lo que había ocurrido anoche, por lo que no podía evitar sonreír y estar emocionado, cada vez ansiaba más que la mañana llegara para ser el primero en decir; "buenos días, amor", o volver a repetir en su oído lo mucho que lo amaba y lamentaba haber hecho que ambos pasáramos la mayor tortura de nuestras vidas, separados, esta vez, está dispuesto a todo por recompensar aquellos errores del pasado y no permitir que jamás volviera a suceder.

Al abrir los ojos una tenue luz entraba por la ventana alumbrando el sonriente rostro del amor de mi vida, me miraba con gentileza besando mis labios con sus lindas u regordetas mejillas rojas, era el ser más precioso, un ángel que gracias a dios había caído entre mis brazos y que sé que jamás soltare hasta final de mis días, su pelo oscuro aún estaba revuelto por lo que supuse que él, al igual que yo acababa de despertar de una pesadilla larga y que por fin volvíamos a nuestra realidad, no pude evitar suspirar aliviado y abrazarle , respirando profundo su aroma me di cuenta de era mucho más suave de lo que creí y que estaba ansioso por escuchar su linda voz, ronca luego de tanto disfrutar bajo y encima mío, quería escucharle decir mi nombre, por que volvía a vivir y respirar.

Sus rosados labios se movían despacio pero extrañamente me era imposible escucharle, no era capaz de oír lo que tenía que decir.

-¿Qué?- pregunte mientras el repetía los mismos movimientos con sus labios y lengua, dibujando una cálida sonrisa, pero algo no estaba bien...no podía escuchar lo que estaba diciendo para mi.-¿Qué...?- volvía a repetir de nuevo acariciando sus mejillas, sin poder aun saber lo que decía y una mirada de dolor y preocupación se estaba dibujando en su rostro.

-Yuri....-murmure extrañado tratando de aferrarme a él con todas mis fuerzas pero como si el destino lo evitara Yuri despareció como el humo de los cigarrillos en el aire, ya no había nada, en un solo parpadeo la habitación brillante se había tornado oscura y dejando un vacío extraño, y terrible alrededor.

No podía creerlo, había vuelto a perder todo con tan solo tratar de tocarlo, parecía una broma de muy mal gusto.

Mi cuerpo temblaba mientras a lo lejos observa una luz, algo cálido como lo había sido en su momento la pista de hielo en mi vida, era el lugar más cálido donde podía refugiarme pero eso se había perdido una vez más.

-Viktor...- escuche una voz en eco pronunciando mi nombre, venia de esa luz, quizás era yuri, si, seguramente era el quien me esperaba al otro lado de este extraño túnel.-...Viktor...- volvía a escucharse cada vez más cercano a mí, tenía la esperanza de verle y salir de donde me encontraba, con el corazón a todo lo que me daba, corrí hacia donde la luz y hacia donde el eco pronunciaba mi nombre, al estar a pocos pasos estire mi brazo y...

Y tallando mis ojos me senté sobre la cama aun medio dormido, volvía a la habitación en donde apenas la luz de la mañana se asomaba entre las delgadas cortinas de tela, enfocando mejor mi vista y volviendo a escuchar mi nombre, una vez más, me di cuenta que la persona que hacía uso de él, no era quien yo había esperado, no era la persona con la que había dormido anoche, a la que en cada estocada le suplicaba que no se fuera de mi lado y le declaraba cuanto le amaba.

El chico de ojos verdes estaba parado a un costado de la cama, mirándome completamente destrozado, ya sabía lo que pasaba por lo que no era necesario que el me dijera nada, pero aun así, tenía que escucharlo.

-¿y...Yuri?- pregunte en apenas un hilo de voz mirando mi ropa regada sobre el suelo.

Yurio me miro con una expresión de incomodidad y frustración en el rostro, sus labios trataban de decir algo, pero era como si en su garganta hubiera una especie de tapón que le impedía decir cualquier cosa, bajo la mirada apretando sus puños con tal fuerza que sus nudillos emblanquecieron, solo negó y fue suficiente para mí.

Cerrando los ojos, pase suavemente mi mano sobre mi flequillo peinándolo hacia atrás poniéndome de pie despacio, no iba a decir ya nada, entendí a lo que ese cerdito estaba jugando y no iba a seguir lo que estaba continuando, yo ya era un adulto mayor de treinta años y había sido suficiente para mí de estar jugando el juego del gato y el ratón o el de corre que te atrapa, estaba harto de exponer mis sentimientos ante el supuesto ángel, alguien con la belleza más grande que la de un dios, y como cualquier dios, solo jugaría con un humano, imperfecto y le tiraría en la basura para seguir viendo el juego de las marionetas.

Dando unas suaves palmadas en la espalda de yurio, me agache tomando mi ropa esparcida por el suelo volviendo a ponérmela, ya no necesario que me digiera nada, a pesar de que mi corazón era terco sabía que no podía continuar lastimándolo tanto, al final solo tenía un solo corazón que necesitaba seguir latiendo, por un momento mientras me arreglaba y salía con la cabeza baja de la habitación y por consiguiente del hotel, por mi mente pasaron muchas escenas de recuerdos y de posibles futuros a su lado, y luego acerca de lo que había ganado ahora, y como si fuera poco, mi mente como mi corazón estaban tan dolidos que no podía pensar en nada más que terminar de una vez por todas con mi vida, acabar este ciclo de sufrimiento que tenía que ocultar con sonrisas y dar halagos a las personas menos indicadas.

Pasando cerca de mi hogar, mire el edificio hacia arriba y me di cuenta del hombre insignificante que era a lado de cualquier cosa, solo relucía mi cara, pero...¿eso era todo lo que los demás veían en mí?.

Entre a mi hogar dejando la puerta semi abierta, no deseaba que mi apartamento apestara luego de que terminara con todo, que nadie me encontrara, no iba escribir ninguna despedida para nadie, no tenía el mayor sentido, mis pasos se dirigían al baño con rapidez, y parado poco después frente al espejo de mi baño abrí el botiquín mirando todos los medicamentos, no iba a soportarlo más, no tenía un arma para que fuera muy efectiva, y me acobardaba dañar mi cuerpo con algo como para cortarme las vendas, no pensaba en colgarme porque sería tan lento, y mi sufrimiento y desesperación por tratar de respirar harían que me sintiera aún más cobarde por la decisión que acababa de tomar.

Tomando todos les medicamentos en forma de tabletas y píldoras tome asiento sobre el suelo del baño mirando el mosaico que adornaba el lugar, mis manos sudaban y estaban frías, y era por el miedo que tenía, ahora no sabía si sería el mayor cobarde por acabar haciendo esto, o simplemente sería una celebridad más que solo con el tiempo seria olvidada...aunque si era sincero, yo ya había sido olvidado mucho tiempo atrás por un supuesto dios, y solo los hombres me habían tomado en cuenta como un reflejo de él, quizás esa era la razón por la que me dio este destino tan cruel...quizás al igual que los antiguos griegos solo estaba destinado a jamás conocer el amor verdadero.

Pasando algo de saliva despacio sentí como mi cabeza ya daba vueltas y un escalofrió recorría mi espalda dulcemente como si la mano de la muerte ya estuviera ansiando mi partida, sin detenerme abrí cada frasco y caja de los fármacos, y luego de dudarlo un poco, decidí tomarlo cerrando mis ojos con fuerza, ahora estaba más consiente lo que pasaba y no podía evitar llorar por la gran desesperación que me abrumaba.

Mis músculos se tensaron luego de unos minutos, mientras que en la boca de mi estómago sentía como si algo fuera a regresarse, el pecho me dolía tanto que comenzaba a arrepentirme de lo que había hecho, no quería morir, tenía tanto miedo, dolía incluso saberlo, mi cuerpo se retorcía sobre el suelo mientras con vista nublada buscaba ayuda en la soledad de mi baño, estaba tan asustado que comenzaba a rogarle al mismo dios que había rechazado en mi juventud, le pedía perdonara mis idioteces, le rogaba a Yuri que fuera en la ayuda de mi propio destino, hasta que pronto, luego de tanto dolor, todo había quedado en paz, estaba en paz...ya no sentía dolor alguno.

"El emperador de Rusia, había perdido la batalla contra su propio corazón."

New Game // VicturiiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora