Yuri.
Nuevamente me había sentido feliz y renacido aquella noche en la que Viktor me sostuvo entre sus brazos como antes de que toda esa absurda pelea comenzara, mucho antes de que los celos se apodaran de mi mente y de la de Vitya, y muchísimo antes de volver a convertirme en el mismo cobarde, aquel cobarde que era capaz de soltar la mano de su ser amado para verlo "feliz" a lado de alguien más, pues yo tenía la absurda creencia de que si era feliz con alguien más yo también sería feliz por él, pero, eso no era más que una falacia, no era cierto, yo no era una persona demasiado amable para dejar que alguien me arrebatara el corazón de la persona que de niño admire y que de adulto me enamore, simplemente soy una persona terriblemente egoísta, egoísta y cobarde que no es capaz de luchar por lo que hay delante y trato que esa lucha la lleve esa persona a la que yo quería atesorar toda mi vida, y sé que si no hubiera sido por mi vitya yo ahora no sería capaz de narrar todos mis sentimientos en esta hoja en blanco, no hubiera sido capaz de liberar mi alma, mi mente de todos los recuerdos dolorosos que atormentaran mi vida por siempre, porque el llego a mi ayuda sin habérselo pedido...y yo...un cobarde, no pude hacer nada más por el que huir y no respondí a su llamado, a su llanto. Con ello entendí que si alguien no pide ayuda, no es porque no la necesite, no es porque sea tan orgulloso que quiera hacer las cosas solas, tan solo su forma de pedir esa ayuda no es demostrada con palabras como muchos lo hacemos, la forma de pedir ayuda es a veces con acciones, miradas, señas o sin ellas, solo hay que detenerse y observar más alrededor acerca de lo que otras personas necesitan, dejar de caminar con la mirada al frente, es bueno y lo entiendo por qué el me lo demostró, es bueno ver a tu derecha o izquierda, incluso hacia atrás y extender la mano esperando o no que sea tomada.
Aquellas palabras me las dijo Vitya en una noche en que ambos estábamos en Hasetsu, el viento era extrañamente cálido como si tratara de abrazarte, la brisa era tan suave como un paño de la seda más fina que haya, tanto que podía ser comparado a la piel de un recién nacido, el cielo nocturno estaba despejado dejando ver algunas estrellas, unas más grandes que otras. Ambos teníamos la mirada hacia el cielo mientras el canto de las cigarras nos rodeaban, parecía una melodía tan autentica que ningún instrumento sería capaz de repetir tal tranquilidad y naturaleza con la que ellas cantaban. Mis padres dormían en su habitación y Makkachin se había echado sobre las piernas de vitya mientras el pasaba sus delgados y largos dedos sobre el pelaje de can sin enredarlos sobre sus pequeños rulos, en amigo de vitya comenzaba a dormirse lentamente mientras sus parpados vacilaban cerrándose por largos periodos de tiempo y abriéndose por momentos más cortos, el silencio que había entre nosotros dos no era nada incomodo, al contrario se trataba de un silencio que podía comunicar más de mil palabras a la vez en cientos de idiomas diferentes, en esos momentos pareciera que nada fuera una barrera para nosotros, ni el idioma, costumbres, personalidad, economía, genero...familias, pasado o presente, nada de eso importaba y el me lo demostraba cada vez que podía hacerlo.
Vitya en instantes abría sus finos labios para pronunciar algunas palabras hacia el viento, palabras en japonés poco claras debido a que apenas estaba aprendiendo el idioma, en ocasiones decía oraciones un tanto chuscas pero no importaba realmente, nosotros preferíamos hablar en inglés cuando se trataba de algún tema importante y que no hubiera problema alguno, ni mal entendidos, pero creo que no se trataba del idioma, sino que ambos sabíamos escucharnos, él decía palabras, frases e incluso pensamientos que la vida le obligo a escribir por su propio bien y el decidía compartirlos conmigo, él no quería que la vida me obligara a entender lo que él, decidía decirlo de maneras dulces y claras, con esa grave y pacificaba voz que le caracterizaba tanto que podría decirse que era su sello personal, en ocasiones sus ojos se oscurecían tanto que parecía el mar cuando una tormenta se acercaba al decir algunas cosas y en otras sus ojos brillaban tanto que parecían los de un niño, tenía la constelación más hermosa que ningún astrónomo jamás vería en su vida, es verdad que en el mundo y fuera de él, hay inmensidad de bellezas pero ninguna como la que puedes encontrar en una persona, una persona, que aprendes a leer mejor que cualquier libro, algo verdaderamente único, sus ojos azules tan llenos de vida que me daban tantas ganas de que no viera a nadie más con ellos, sentía envidia que viera a otras personas, y lo admito sin más.
Pero eso no fue todo lo que paso esa noche, a la maña siguiente la gotas de lluvias golpeaban la ventana de la habitación mientras el aun dormía con una boba sonrisa de niño pequeño en su rostro, en un ligero movimiento nos cubrí a ambos con la manta de la cama de pies a cabeza, sus manos y pies estaban algo fríos por la baja temperatura que había esa mañana por lo que no dude en tomar sus manos entre las mías y frotar sus pies sobre la sabana de la cama, no quería que despertara resfriado, hubiera sido malo, porque cuando el enfermaba me hacía estar con él en cama abrazándole mientras contaba anécdotas de cuando yo era pequeño. Miraba con cuidado cada trazo de su rostro, sus largas pestañas plateadas, sus delicados labios rosa pastel, su piel blanca, el solía dormir con los labios semi abiertos como si fuera un niño, se podía quedar en una sola posición la noche entera, su colonia tan fuerte y suave a la vez, no calaba al olerla, es más cautivaba al tenerla tan cerca que solías recordar ese aroma por días aunque no estuviera cercas, de pronto un sonido que venía de su estómago llamo mi atención, sus entrañabas reclamaban ser alimentadas por lo que sin pensar reí ligeramente besando su frente al momento en que me puse de pie, iría a comprar algo para desayunar y de esa manera sorprenderle, deseaban tanto encontrar rosas azules para darle por lo que tomando mi ropa del suelo me vestí con algo de rapidez antes de que despertara he hiciera ese hermoso puchero llamándome por mi nombre como un niño pequeño, sin hacer el menor ruido salí por la puerta de la habitación cerrándola a mis espaldas, mas no contaba que durante mi ausencia de unos minutos Yurio entrara a la habitación y vitya se fuera.
Poco tiempo después de comprar el desayuno favorito de vitya y un gran ramo de Rosas regrese a la habitación, pero incluso antes de que llegara la muchacha de la limpieza ya se encontraba dentro tendiendo la cama, no entendía el por qué lo hacía, hasta que pregunte por él, di las características y la amable joven menciono que había salido hace un par de minutos del hotel luego de haber pagado la cuenta. Deje caer las cosas que llevaba en mis manos y salí corriendo a su búsqueda, no tenía idea de donde pudo haberse metido pero no pensaba dejarlo ir, no una vez más.
El tiempo que trascurría se me hacía cada vez más eterno, no sabía dónde podía estar y ya había buscado a los lugares que usualmente el frecuentaría, no me quedaban opciones mientras yo seguía corriendo sin rumbo por las calles de Rusia, mi corazón estaba acelerado que podía escuchar claramente sus latidos en mis oídos, me comenzaba a faltar el aire pero no podía parar, pues si lo hacia el cansancio que tenían todos mis músculos harían que mi búsqueda fuera más lenta, con gran dificultad subí las escaleras del edificio en donde vitya vivía actualmente, entre sin tocar, estaba desesperado por explicar que no le había dejado, que solo había ido a comprar algo para su desayuno, que jamás volvería a estar solo, para mi sorpresa la puerta estaba abierta por lo que comencé a buscarle en su habitación y luego en el cuarto de baño...nunca había visto escena más aterradora que la que tenía frente a mí, mis piernas vacilaron dejándome caer de rodillas a su lado... en ese momento deseaba regresar el tiempo y decirme, no vayas, quédate con él.
Con algunas lágrimas en mis ojos sentí unos grandes y cálidos brazos rodeándome con cuidado, mientras sus suaves labios se posaban en mi mejilla.
-¿Qué haces amor?
-Nada, solo escribía los recuerdos de un viejo amor.
-Me pondré celoso eh...anda vamos a pasear al parque.
-Sí, voy en un momento.
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New Game // Victurii
FanficDespués del gran prix y de haber ganado el oro, Katsuki Yuri regresa a su hogar, después de incidente ocurrido al final de la competencia en donde anuncia su retiro del patinaje. Durante algún tiempo se aisla de todos aquellos que conoció incluye...