Al borde de avismo. 17

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Ambos nos levantamos sin demasiadas ganas de hacerlo pero era necesario no podíamos quedarnos todo el tiempo en la pista, arreglamos tanto como pudimos el vestuario para que no quedara mayor desorden que las personas que cuidan de la pista tuvieran que limpiar.

Yurio había escondido bien mis cosas bajo las gradas y eso me había alegrado a pesar de ser un chico mucho más joven que yo sabía guardar secretos de una manera excelente tampoco es como si tuviera demasiada opción yo sabía que al él le gustaba alguien y mi boca se mantendría callada siempre y cuando aceptara hacerme pequeños favores.

Tome mi maleta de entrenamiento y me acerque de nuevo a Yuri que miraba la pista de forma seria pero recordando pequeños momentos o quizás creando los suyos propios era su primera vez en la pista donde entrenaba y posiblemente podía tener dudas de algo...o quizás al igual que yo podía preguntarse el que se sentía entrenar ambos juntos, ciertamente le entrene como su coach pero jamás entrene con el como un competidor y posiblemente el ambiente podría cambiar si entrenáramos de esa manera.

Me acerque pasando mi brazo sobre los hombros de Yuri pegándole hacia mí apoyando de manera suave mi mentón sobre su cabeza sintiendo su pelo suave y sedoso acariciando mi piel.-¿En qué piensas?.

En ese momento me miro de reojo por un corto tiempo volviendo su mirada hacia la pista que estaba frente a el.- En...como seria competir contigo y entrenar...- sus palabras eran tímidas pero sinceras tanto que mis mejillas se pintaron de un color rojizo.

Sonreí al saber ambos estábamos pensando en lo mismo, roce mi frente en su pelo oliendo el shampoo de hotel que había usado a pesar de ese olor tan característico del hotel el aroma de mi Yuri me seguía trayendo tan buenos recuerdo que sentía que mi corazón volvía a estar completo después de tanto.

Salimos de la pista, el sol ya se había ocultado mientras lo que comenzaba a iluminar las calles eran las tenues pero cálidas luces de los alumbrados de la ciudad, me acerqué a mi auto metiendo mi bolsa en el maletero mirando le de reojo de manera sutil no quería perder detalle de cada una de sus expresiones, el rostro de Yuri era adorable, fino y hermoso todo aquello que se podía definir como la belleza pura eso era el, yo tenía en cuenta que él era un tesoro el cual no se podía comprar ni con todo el dinero del mundo pues su belleza no solo estaba en su perfecto perfil, en sus expresiones sino también en esos sentimientos tan puros que yo mismo podría asegurar que este ser tan gentil y perfecto a pesar de ser un adulto tenía un corazón tan cristalino como el de un niño.

Y si bien él tenía su corazón tan puro yo debía que ser quien lo protegiera y tratara de que ese corazón permaneciera de esta manera como ahora pero había una parte dentro de mí que lo único que buscaba era corromper a tan preciosa persona y hacer que ese corazón no fuera capaz de doblegarse ante nadie al menos que fuera yo.

Abrí la puerta para que entrara al coche iríamos camino a mi apartamento, sorprendido y un poco nervioso entro sin decir nada era tan fácil de leer que me daba ternura, en el momento en que cerré la puerta y entre encendí el coche conduciendo directo a mi hogar, el trayecto era silencios pero ese silencio no era nada incomodo al revés era relajante y gentil.

Después de algunos minutos aparque el automóvil en el estacionamiento de mi edificio, si yo no tenía una casa muy grande debido a que solo éramos yo y mi fiel amigo, era inútil tener una casa tan grande con lo perezoso que soy con el aseo de mi hogar al final tampoco tengo mucho tiempo para ello por lo cual había una señora que se encargaba de ello.

El silencio seguía entre nosotros dos algo que realmente me comenzaba a inquietar y pensar en que quizás él no estaba a gusto conmigo como yo lo había creído.

Baje la mirada preocupado por como mi cuerpo se comenzaba a tensar de los pies a la cabeza, mis manos me sudaban algo que jamás había sucedido en mi vida, al momento de abrir la puerta de mi apartamento Makkachin se abalanzo sobre mi dándome la bienvenida con su amor canino ese del cual jamás me había cansado de recibir pero en el momento en que miro a Yuri su objetivo de quien le diera mimos cambio y yo bien sabia el por qué, y era simple, mi pequeño cerdito era quien le daba las golosinas que yo le prohibía a mi amigo pero es que no podía decirle a él que no lo hiciera por que el simple hecho de negarle algo me era imposible y menos cuando me miraba con esos ojos color chocolate.

Pasamos a mi apartamento en donde le invite a sentarse estaba nervioso demasiado.

-¿Quieres algo de beber?- pregunte para liberar la tensión mirando como Yuri llenaba de nuevo de mimos a Makkachin sin que se lo pidiera y eso al parecer a él, le encantaba.

- Claro...lo que sea está bien.- me dirigí a la cocina con una sonrisa que no podía disimular pero esta se borró al ver a Melody en la cocina con un delantal parecía que estaba preparando la cena, pero por más que le digiera que no era necesario parecía que le estaba hablando a la pared, ella aún no se daba cuenta de mi presencia pero pronto me di cuenta que ella y Yuri en casa era una receta especial para el desastre.

Mi garganta se seco estaba claro que no podía decirle que se fuera porque para salir del apartamento debía cruzar por la sala en donde estaba Yuri sentado jugando con mi perro, pero algo era seguro no podía dejar que ninguno de los dos se encontraran.

Volví hacia la sala con cautela cuando mire que Makkachin volvía a jugar con mi ropa interior y se la estaba mostrando a Yuri.

-¡No...Makkachin!.- grite por instinto completamente sonrojado y un ligero ardor en mi cara, Yuri solo se reía cuando sentí como una finas manos pasaban detrás de mi espalda a mi pecho a lo que la cara de Yuri me había dicho todo.

-Vaya Yuri...¿vienes de visita?

New Game // VicturiiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora