Debí pensarlo antes, todo estaba frente a mi nariz, tenía todas las piezas para completar un simple rompecabezas tan obvio que incluso un niño de cinco años podía resolverlo sin problema, pero mi corazón se negaba a aceptar la realidad de la manera más fácil y menos dolorosa, pero no, mi mente me hacía delirar con diálogos que podían salir de su boca, que engañaban a mi sentido auditivo y aturdían a la poca razón que me quedaba, sus labios se abrían delicadamente transportándome hacia las intensas noches de pasión que ambos vivimos en su cama perturbando el silencio de la casa de las personas más bondadosas de Japón con nuestros gemidos y ruidos obscenos que nos excitaban y provocaban que nuestro sentido más primitivo gritara por más a cada estocada y con cada gota de sudor derramada sobre sus sábanas blancas que fueron manchadas por la impureza de nuestros sentimientos desenfrenados, pues el amor no era tan puro como muchas personas lo piensan, la pureza es quebrantada por el deseo de poseer a la persona que anhelas.
Como si fuera poco el dolor que me había causado su respuesta extendió de una manera formal un sobre blanco en una hoja de papel con detalles bastante delicados y al frente de este tenía unas hermosas letras a mano impecables de color dorado con mi nombre, una pizca de esperanza volvía a crecer en mi pecho mientras mi corazón se aceleraba latiendo a mil por hora deseando escapar y correr hacia los brazos de Yuri, para que fuera calentado y arrullado con su dulce aroma, tomé el sobre rozando su mano con la mía e instantáneamente aparta su delicada mano, suspire abriendo el sobre leyendo el contenido de este, al instante mi cuerpo se estremeció por segunda vez en ese día, no solo había sido rechazado en un solo momento sino que mi corazón había terminado por quebrarse en un vacío dentro de mi pecho, los pocos pedazos que aun trataban de recuperarse de la caída se hacían polvo que eran arrastrados por la desesperación, el terror y la angustia de pensar de que se trataba de un sueño más una pesadilla en donde yo aún estaba dormido sobre el escritorio de mi habitación con una botella de licor entre mis manos y con las mejillas llenas de lágrimas amargas y frías o por lo menos pensar que por fin había muerto y que lo que estaba sucediendo en ese momento fuera mi limbo, mi castigo, aquel que merecía por el sacrilegio que había cometido años atrás no solo con Yuri sino con todos mías amigos que tan solo habían tratado de ayudarme y que sin pensarlo dos veces rechace sus manos llenas de amabilidad y preocupación; Yuri había puesto sobre mis manos la carta para su boda, la sentencia de que mi tiempo se había terminado y que no importaba cuanto tratara de pensar que esto no era real, tenía que empezar a creerlo pues era muy real, más real que el cielo nocturno que cobija las almas hambrientas de perdón de personas perdidas como yo, tras el tétrico silencio el pequeño ángel que venía con su padre bostezaba y tallaba esos hermosos ojos azules con sus pequeñas y delicadas manos. Respiré hondo tanto que el aire me estaba ahogando, las lágrimas contenidas en mis ojos causaban una presión enorme en mi cabeza y en mi rostro, el maldito aire se negaba a pasar por mi tráquea hacia mis pulmones y luego regresar al exterior; pesado, agrio, doloroso eso y más estaba en mi interior, no sería capaz de llorar en ese momento, no podía, estaba tan frustrado que temía que mi sangre comenzara a hervir y se me subiera a la cabeza, y lo demás me saliera por la boca en una sarta de frases hirientes que pudieran emporar este momento, tratando de calmarme regale una sonrisa contra mi voluntad, contra la voluntad de mi corazón reprimiendo mis sentimientos, mis gritos, mis frustraciones y mis mayores pesare, de la misma manera que lo hice durante mi época de patinador. Con las manos sudorosas tomo el bastón y me puse de pie con dificultad, sentía que iba a desfallecer en ese mismo momento frente a él, tambaleándome solté el bastón que había resbalado de entre mis dedos, veía una caída dolorosa pero Yuri me había tomado antes de que si quiera mi rabadilla tocara el suelo, no podía desaprovechar esa oportunidad de volverle a tener entre mis brazos, respire de nuevo profundamente y luego deje salir el aire despacio y sin prisa de mi interior, sintiendo su pequeño y delicado cuerpo estrecharse con el mío como en aquellos hermosos tiempos donde podíamos ser solo nosotros dos, donde lo que había en el exterior no era para nada importante, el mundo y el tiempo podían seguir su curso sin afectarnos de ninguna manera a nosotros, con mi mano acaricie su suave pelo azabache, cerrando los ojos mientras mis labios temblaban negándose a permanecer en una falsa sonrisa, los músculos de mi cara se habían puesto en coordinación con mi mente y cerebro, me estaban delatando contra lo que quería, y podía entender que el tiempo que nos había regalado aquellos hermosos momento de felicidad nos lo podía arrebatar una y otra vez, me hacía entender que mi destino no estaba enlazado al de Yuri y que la línea de la vida que nos tocaba a cada persona a travesar no era la misma por donde él debía caminar para encontrar una felicidad futura o si quiera algo momentáneo, en la línea de mi vida encontrarme con Yuri había sido solamente un cruce, una desviación como la existía en las carreteras para llevarte a un solo camino, ahora sabiendo lo que me esperaba le rezaba a dios para que si vuelvo a la vida luego de haber dejado este cuerpo me permita encontrarme con la alma de Yuri y que esta vez sea capaz de vivir a su lado, en contra de lo que estará escrito para nosotros. Esta era la última vez que podía tenerle entre mis brazos.
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New Game // Victurii
FanfictionDespués del gran prix y de haber ganado el oro, Katsuki Yuri regresa a su hogar, después de incidente ocurrido al final de la competencia en donde anuncia su retiro del patinaje. Durante algún tiempo se aisla de todos aquellos que conoció incluye...