No tenía en claro por qué él estaba aquí, mi mente se comenzaba a llenar de dudas que me provocaban alucinar acerca de lo que pudo haber pasado en su vida y el lugar de donde había salido ese niño que se pegaba a su pecho, escondiendo su rostro de una manera tímida.
Asentí ligeramente, haciéndome a un lado mientras el entraba mirando alrededor. Todas las ventanas estaba cerradas, el cuarto oscuro por primera vez en mucho tiempo se iluminaba, Yuri abría las cortinas de par en par sin soltar a aquel pequeño. Mis ojos se cegaron al ver esa luz tan brillante, entrecerré mis ojos con el ceño fruncido caminando a la cocina.
-¿Quieres algo de beber?- pregunte tomando una copa entre mis manos una de las botellas de vino que estaban a medias regadas por la mesa de la cocina.
- Un café...por favor- limpie la cafetera y algunas tazas después de despejar un poco el lavabo que se encontraba repleto de vasos y platos sucios, mi depresión había llegado a tal grado que pronto había dejado acumular todos las tareas domésticas hasta el punto de pensarme varias veces que sería mejor comprar la comida, tan solo debía sacar la basura.
Prepare un café instantáneo para Yuri que parecía estar absolutamente tranquilo a pesar de todo lo que antes había sucedido, yo definitivamente no hubiera sido capaz de plantarle cara.
Al salir le mire sentado en el sofá que estaba cubierto de algunas prendas sucias y periódicos viejos, ciertamente había decidido alejarme del mundo pero no podía estar sin comunicación por completo de todo, dejando la taza sobre la mesilla entre nosotros tome asiento en mi sillón preferido de color azul, sus ojos se paseaban de un lado a otro analizando el entorno que había en este apartamento que hace tres años no pisaba.
Siendo sinceros no comprendía el por qué después de aquellas palabras y lo claro que me dejo que no quería volver a verme se aparece tres años después con un niño y esa despreocupada forma de ser.
-¿Por qué has venido? – pregunte sin pensarlo y sin ninguna pizca de delicadeza, necesitaba saber su razón.
- Yurio estaba preocupado por qué ha pasado un tiempo sin saber nada de ti.
-En ese caso hubiera venido él y no te hubiera mandado de lechuza- se quedó callado mirando la taza de café , estaba siendo descortés apropósito y era porque dentro de mí, en alguna parte de mi sombrío corazón dolían estas palabras, él no había venido a verme y eso me hacía sentir como la persona más idiota del mundo al tratar de construir otra mísera esperanza que era tan débil como un pluma de ganso que podía perderse con el soplido del viento y seguir vagando hasta llegar a un momento en que no sea capaz de continuar.
El incómodo silencio inundo la habitación tratando de cubrir el espacio que había entre ambos, sus ojos grandes y cafés que jugueteaban en cada rincón del lugar y luego discretamente se fijaban en mí, su mente trabajaba rápidamente pero sus labios no se habrían, dios, esos hermosos, finos y rozados labios, tan tentadores.
-¡Ma!- escuche una pequeña voz y mire a la personita que emitía aquel sonido, caminaba por la habitación y algo había conquistado su atención, era simplemente adorable verle tambalearse a dar pequeños pasos con esos zapatitos tan pequeños que juraba con solo mirarlos que cabían en la palma de mi mano, de igual manera se ponía de puntas alzando los brazos a la vitrina, sabía que no iba a alcanzar nada de lo que hubiera ahí, era un mini yuri delgado, no mucho, con una mejillas rojas y grandes , ojos azules , pelo negro, no se de quien era una fotocopia pero desde que llamo mi atención, algo en mi pecho se sentía cálido, pero, dolía y mucho.
Me puse de pie acercándome a donde estaba , mire la dirección en la que sus delgados y diminutos dedos apuntaban, su atención había sido robado por el peluche de caniche, el cual había conseguido para yuri en el momento que comenzaba de nuevo su carrera como patinador esta vez conmigo de entrenador, lo tome y sacudí para luego dárselo, no era más que un recuerdo que ya no tenía utilidad alguna para mí, una vez obtuvo aquello se alejó caminando sujetando con ambos brazos el muñeco llevándolo hasta yuri donde se sentó sobre la alfombra que cubría el suelo de la sala.
-No deberías de dárselo, se enseñara a que puede conseguir todo con solo pedirlo- su tono era molesto, si, exactamente estaba molesto por que le había dado un juguete a un niño pequeño, pero es que hubiera sido muy egoísta que no se lo prestara, pero a pesar de eso mantenía una imagen, ciertamente jamás se me han dado los críos, me parece tan molesto escucharles llorar alzando su chillante e irritante voz.
-Dáselo, no está haciendo nada malo- mencione tratando de no estallar. La cabeza me dolía tanto por las noches en vela y su pequeña vocecita me incitaba a gritar con fuerza y ponerme a llorar junto con él.
Yuri frunció el entrecejo haciendo un ligero gesto con la nariz mientras cedía al llanto del infante que tan pronto obtuvo el peluche dejo de llorar, al verlo detenidamente me acorde de una vez que hice enojar tanto a yuri que hizo un berrinche grandísimo llorando con todas sus fuerzas, esa vez le consentí hasta ya no poder más, a pesar de lo enfadado que estaba no se negaba a que le llenar de mimos cada vez que se descuidaba, es más, parecía que le gustaba tanto ese tipo de atención que ya lo estaba haciendo apropósito, en mis labios se dibujó una sonrisa mientras miraba al pequeño, los recuerdos solo quedaban en mi cabeza, a pesar de que ya nada existía de todo aquello.
-No deberías meterte- menciono molesto.
-Yuri, dime que estás haciendo realmente aquí- dije más tranquilo y relajado, perdiéndome en el pequeño que sonreía de oreja a oreja, algo en mi pecho me hacía contenerme pues ya no me irritaba verle, sino que quería tener una conversación con él, era como un pequeño ángel, del cual no tenía idea de donde había salido.
-¿Cómo esta Makkachin?
-El...falleció hace unos meses...- mi voz se tornaba sobria y comenzaba a quebrarse y no era para menos, no podía mencionarle que él había muerto por mi culpa, que yo le había matado, Makkachin enfermo progresivamente conforme me encerré en este lugar negándome a salir a pasear con él por mi depresión, le lleve al límite que dejo de comer y beber agua, me di cuenta demasiado tarde.
-Lo lamento...- asentí con la mirada baja, no merecía la pena de nadie, tenía pagar por mis errores.
-¿Quién es?- abrí la boca en el momento en el que el pequeño enano se apoyaba en mis rodillas sin soltar el juguete, la intriga me consumía poco a poco que no podía resistir más la curiosidad.
-Es mi hijo...Axel Katsuki.
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New Game // Victurii
Fiksi PenggemarDespués del gran prix y de haber ganado el oro, Katsuki Yuri regresa a su hogar, después de incidente ocurrido al final de la competencia en donde anuncia su retiro del patinaje. Durante algún tiempo se aisla de todos aquellos que conoció incluye...