Besandome con el enemigo.

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Miro a ambos lados buscando a alguien que me salve, pero Nat está dormida encima de la barra y Matt y Dylan siguen vomitando. Miro a los ojos a Ian que se encuentra con una sonrisa coqueta impregnada en su rostro.

— ¡No hay escapatoria!

Dice y se arrastra por el suelo hasta llegar justo al frente de mi rostro, me doy por vencida y cierro los ojos esperando el impacto.

Recuerdo como besaba, lo recuerdo perfectamente, sus suaves labios siempre me rozaban para provocar.

—¿Lista?

Pregunta pero no me deja responder y presiona violentamente sus labios sobre los míos.

Lentamente mueve sus labios pero los míos se mantienen cerrados. Yo no pienso responderle el beso.

Ian siempre ha sido buen besador y hoy no es la excepción. 

Levanta su mano del suelo, la coloca sobre mi trasero y lo aprieta, abro mi boca indignada y aprovecha para meter su lengua. Su boca sabe a lápiz labial y cerveza, empieza a mover su lengua pero la mía sigue quieta, el frunce el ceño y me aprieta mas a él. 

Pienso en como salir de esta y se me ocurre una idea.

Empiezo a seguir los movimientos de su lengua y él sonríe sobre mis labios, cuento cinco segundos, 1... coloca su mano sobre mi rostro 2... 3... 4... ¡5! Muerdo con todas mis fuerzas su lengua, él la saca de mi boca y se separa, con su mano se toma la punta de su lengua, sangre empieza a correr por su barbilla. Me sorprendo al ver el rojo vivo y me siento un poco mal pero se lo merecía, así que inflo mi pecho y levanto la barbilla.

Mi pecho sube y baja en un ritmo acelerado, limpio mi labio inferior que tiene unas gotas de sangre de la lengua de Ian.

—Eso estuvo caliente —Dice Trevor y me guiña un ojo.

Ian me mira con algo que no logro descifrar, está entre la molestia y la excitación. Mi cabeza da vueltas entre tantos recuerdos que llegaron a mi mente por ese beso, me levanto del suelo y todos mantienen la atención en mí.

  —¡No me vuelvas a tocar! —Digo sin mirar atrás para luego pedir una cerveza.

***

Abro mis ojos y me arrepiento al segundo. Haya demasiada claridad y me lastima. Poco a poco pestañeo hasta acostumbrarme.

Me levanto de la barra y froto mis ojos, a mi lado se encuentra Nat que está dormida en un charco de su propia saliva, hago una mueca y me levanto de la banca.

Mala idea.

Mi cabeza empieza a amenazar con explotar, pongo mis manos en ella y gruño.

—¿Dolor de cabeza?

Salto del susto, Ian pasa por mi lado solo en interior y una taza de vaya a saber Dios qué.

Admiro su abdomen marcado y esos brazos, los brazo que conozco tan bien.

Se da la vuelta y mira a todas las personas dormidas en el suelo.

—Ven, te daré una pastilla.

Dice y hace una seña con su mano para que lo siga.

Caminamos entre las personas hasta llegar a una cocina completamente hecha de madera, abre varios cajones y saca una caja de aspirinas y un vaso el cual llena de agua y me pasa, me trago las dos aspirinas y sonrío en agradecimiento.

—Gracias —digo y le regreso el vaso.

—No es nada, por cierto, tu hermano está arriba en el baño, luego de que se durmió encima de su vomito lo llevamos a arriba y ayudamos a bañar, pero ¿sabes cuanto pesa? Es como cargar un saco de músculos, tuvimos que dejarlo dormir allí.

Me enamore del mismo idiota. (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora