Capítulo 2

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"Devorador de esperanza"

El miedo inundó su mente, no sabía qué hacer. Ánima sintió ganas de saltar por la ventana y matar al asesino pero su lado racional le decía que no lo hiciera, era una locura

Sin embargo, vio cómo la llevaba en hombros, apretó fuerte la mano y se adentró un poco más a la ventana, la mitad de su cuerpo ya estaba afuera. Solo faltaba un poco más

Una puerta se abrió desde su lado izquierdo iluminando la habitación

Ánima se volvió y simuló estar mirando las casas de los ciudadanos. Con el corazón a mil se quedó donde estaba, observando la ciudad

—Lo siento, mi señora. He escuchado algo y temía que te haya pasado algo —Dijo el hombre y se quedó en el marco de la puerta

Ánima volteó y vio quién era

Un Leal, guardias reales, como le llamaban los herederos. Uno de los tres hombres que la noche anterior la habían seguido hasta el pasillo

—No ha pasado nada, puedes irte —Respondió Ánima sin prestar atención a sus palabras

Ella desde pequeña tenía un temor oculto a los Leales. No eran hombres comunes, no, su altura era casi de dos metros y medio, su piel era blanca y siempre llevaban una túnica ocultando su rostro

Ánima temía más que nada cuando esas criaturas, altas, blancas y calvas, sonreían bajo su capucha porque se llegaba a ver sus dientes y sus labios grises. A pesar de todo eso, eran los mejores en sus respectivos servicios

El Leal hizo una pequeña reverencia, cerró la puerta y todo quedó oscuro, en silencio

Ánima volvió a ver para abajo, como ella esperaba, ya no había nada

—¡Maldito! —Susurró yendo a la cama y pasó la noche durmiendo

Cuando los rayos de sol estaban dando la bienvenida al día, el cielo se tiñó en naranja, la ventana dejó pasar la luz hasta la cara de Ánima y se despierta por la incomodidad

Salió de la habitación, con una bata encima del pijama de la noche anterior

En el pasillo estaban los tres hombres que le habían seguido, los Leales, idénticos los unos a los otros

Al pasar vio que ellos daban un aspecto lúgubre al pasillo de habitaciones con su túnica oscura pues el pasillo era blanco con alfombras rojas, parecían asesinos esperando a que su víctima salga de alguna de las habitaciones

—Buenos días, mi señora —Saludaron

Ánima no perdió tiempo y corrió hasta bajar por las escaleras y entrar al salón. Todo estaba ya ordenado para otro baile pero deberían de esperar mucho para que eso volviera a pasar

Al salir del salón vio las casas de piedras, comenzó a caminar hacía las casas hasta que sintió una mano en su hombro

—No te veo hace un día, hija

—Estaba... Haciendo cosas —Respondió Ánima nerviosa, sin voltear

El padre la rodeó y se puso frente a ella, levantó la cara de Ánima con su pulgar

—Mirame cuando te hablo —Dijo el padre cariñoso pero estricto—, ¿Qué haces vestida así? No podemos dejar que los demás nos vean así, imagínate si hay alguien infiltrado de otro reino, ¡Sería una locura!

Ánima desvió la mirada hasta que su papá dio un aplauso

El hombre ya tenía sus años, las canas se comenzaban a notar por encima de su cabello rojo, sus ojos, con arrugas alrededor, eran marrones con tirones naranjas, como la de su hija

La Sangre De La Realeza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora