¿Alguna vez han sentido esa calidez en el pecho, que te llena y crece hasta desbordarse cuando ves a la persona que amas? ¿Que por fin has encontrado tu lugar en el mundo?
Era media noche y ahí estaba yo, contemplando a Jimin mientras dormía, dándome cuenta de que mi lugar estaba ahí, junto a ese dulce chico de cabellos azules y mejillas regordetas, que dormía en absoluta tranquilidad con los labios entreabiertos y las manitas enganchadas a mi pijama.
Mientras lo observaba, lo escuché murmurar entre sueños y fruncir el ceño, como si estuviera teniendo una pesadilla.
—Te amo osito, más que a nada en este mundo— susurré en su oído, esperando que mis palabras le llegaran en sueñosmientras acariciaba gentilmente su cabeza—y siempre estaré a tu lado para protegerte, no tengas miedo.
El pequeño se removió un poco más y después se relajó, hasta volver a la tranquila expresión de un buen sueño.
Supe que estaba dispuesta a enfrentar hasta las peores tormentas por aquel ángel en mis brazos.
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