La mañana empezó tranquila. Llevaban casi tres horas sin escuchar un chillido o grito. Parecía como si todo hubiera acabado en un par de horas. Había un silencio total a excepción del sonido de las llantas del camión.
Afuera del vehículo se notaba el frío que los envolvía en medio de una niebla más densa que de costumbre, no se podía ver a más de dos metros de distancia. Al respirar se sentía una ausencia de oxígeno, como si la niebla impidiera respirar bien, se asimilaba a respirar el vapor de agua hirviendo.
La mayoría de los soldados del camión iban dormidos, los demás estaban admirando la ciudad por la que pasaban. Por su parte, el sargento sólo estaba sentado viendo con detenimiento un mapa cubierto con varias manchas de sangre.
Llevaba mirándolo más de una hora, era imposible que alguien viera tanto tiempo un mapa para nada. Era como si estuviera en trance.
Cada cierto tiempo el camión daba un salto, no era difícil saber que sucedía al pisar un cadáver, ya sea de un zombi o de algún muerto... aunque la diferencia entre ambos últimamente no era mucha.
Sammuel no sabía qué pensar en ese momento, se sentía como si recién estuviera despertando, con la mente nublada y a la vez, llena de cosas al azar. ¿Mi madre estará bien? ¿Joshua estará bien? Era lo que se preguntaba cada vez que le venía a la cabeza su familia.
No tenía claro si fue buena idea haber bajado del helicóptero en el que iban a salvo, pero cada vez que le cruzaba el pensamiento lo eliminaba sin titubear, su hermano valía la pena.
—¿Por dónde estamos, señor? —preguntó Sam al sargento.
—Por las afueras de Nevada, muchacho —contestó a duras penas mientras se incorporaba en su asiento y volvía en sí.
—¿Y a dónde vamos exactamente?
—Estoy tratando de recordar la ruta de la caravana de militares que venían hacia acá.
—¿Es tan difícil? —interrumpió Jack.
—Jack, por favor, silencio —le suplicó Sammuel.
El sargento sólo se limitó a echarle una mirada fría.
—Recuerden que llevamos un día en carretera sin comunicación con el equipo que vino aquí, estoy tratando de predecir a dónde se pudieron haber ido en caso de ir ganando o perdiendo.
—Entiendo, ha de ser difícil.
—Lo es... Pero, tengo buenas noticias. Creo saber ya a dónde se fueron... Solo debemos ir y revisar... Suponiendo que los zombis acabaron con casi toda mi caravana... Imagino que no les fue mejor a ellos, por lo que pienso que siguieron la carretera principal para pasar de largo y quizá regresar a la base.
—Tiene sentido, sargento —le dijo un soldado que estaba poniendo atención a la plática.
—Exacto... Sólo que no debemos dejar pasar que se trata de una hipótesis. Deberemos seguir la carretera principal a toda velocidad para alcanzarlos o al menos encontrar sus camiones.
Tras decir esto se asomó a la ventanilla que dividía la cabina del conductor con la de los asientos traseros y le dio instrucciones al soldado que conducía.
Cuando volvió a acomodarse en su asiento, formuló una sonrisa y dijo:
—¡Agárrense, hijos de perra!
Como si hubiera sido una orden, el camión comenzó a elevar considerablemente la velocidad. Jack casi se caía por la inercia.
Todos los soldados comenzaron a reír entre ellos y a silbar, algo que Sammuel creyó que no los vería hacer nunca.
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Día Z; Apocalíptico I
Bilim Kurgu"Ahora aunque caminen, no significa que están vivos", menciona un personaje de éste libro. El mundo cambió en un instante. Lo que comenzó como un rumor inquietante, pronto se convirtió en una pesadilla viviente. Los muertos ya no descansan en paz; h...