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Había caído la noche.

Camine las últimas cuadras a casa lentamente, disfrutando estos momentos de comodidad antes de volver a enfrentarme a Sherlock, y hablo de enfrentarme porque estar con él altera todo mi cuerpo y mente. Es estresante no saber qué decir, no poder mirarlo en los ojos. 

Abrí la puerta del apartamento y entre tiritando de frío. Subí la escalera rápidamente y me detuve frente a la entrada tomando un ligero respiro antes de abrir. Una vez dentro revise rápidamente la habitación con mis ojos mientras cerraba la puerta, mis ojos se posaron en Sherlock quien se encontraba en el sillón leyendo. Ya me había acostumbrado a aquella imagen.

— Oh, Hannah, volviste — dijo quitando la atención de su libro.

Sonreí quitándome mi abrigo.

 — Traje algunas cosas para la cena.

Sherlock parecía algo sorprendido. Deje las bolsas en la cocina y camine hacia mi habitación, al cerrar la puerta detrás mío suspiré. Me cambie a una ropa más cómoda mientras trataba de perder tiempo.

(...)

Cuando mire el reloj ya era hora de cenar, fui hasta la cocina mientras observaba mi teléfono.

— Qué es tan interesante? — Su profunda voz llegó a cada rincón de mi cuerpo y me sobresalte un poco.

— Oh nada, unos mensajes — expliqué sonriendo, dejando el móvil en la mesa mientras vaciaba las bolsas de comida.

Sherlock sonrió de lado mientras cogía el suyo.

— Quizas seria buena idea que tengas mi número.

— Quizás, sí — respondí.

Me encamine al congelador en busca de vegetales, pero al abrir la puerta me encontré con algo que dio vuelta mi estómago en cuestión de segundos: una mano humana que se encontraba flotando en un frasco con algún tipo de líquido.

Cerré la puerta lo más rápido que pude soltando un pequeño grito.

— Sherlock, hay.. — me detuve para contener las ganas de vomitar — Tienes una mano en el congelador — añadí mirándolo preocupada.

— Oh eso, sí. Estoy analizando diferentes tipos de reacciones en la piel, necesita frío — respondió tranquilo. Luego, al echarme un vistazo, agregó — Te encuentras bien?

— Bien, si. Genial — respondí rápidamente, cerrando los ojos.

(...)

Intente cocinar a pesar de aquella imagen, con la ayuda de Sherlock quien me pasaba lo que necesitaba del refrigerador para evitar volver a ver aquella imagen. Una vez lista la comida nos sentamos en la mesa. El exquisito aroma invadía toda la cocina.

Cenamos conversando vagamente de varios temas, realmente estábamos tratando de matar el tiempo. Algunas miradas fueron más largas que otras, en estas pude llegar a apreciar mejor el color de sus ojos y esos pómulos que desearía tener.

Sherlock hablo casi todo el rato del caso en el que trabajaba, me explico todas sus teorías y por supuesto, se lució deduciendo las pistas.

Luego de terminar me levanté para lavar los platos. Una mano me detuvo al posicionarse en mi hombro, la cual disparó oleadas de electricidad por todo mi cuerpo.

— Déjame a mí — Sherlock se interpuso en el camino pasando por delante de mí, mientras aún tocaba suavemente mi cuerpo. Su aroma era embriagador.

Me aleje apoyándome al lado de la mesa. 

— Tienes planes mañana? — pregunté con un arrepentimiento instantáneo.

— Por la mañana iré al laboratorio. Analizaré muestras de un nuevo caso, asesinato — Sherlock se percató de que no era necesario dar tanta información y prosiguió — De todas formas, eso es todo. Por qué preguntas?

— Oh nada, curiosidad — respondí algo inquieta.

— Estás nerviosa. 

Mi cuerpo se inmovilizó.

— La forma en la que te abrazas y no dejas de morder tu labio te delatan. Además, me estás mirando mucho — Sonrió de lado mientras continuaba su labor.

Nuevamente, sin palabras. 

— Lo siento — sonreí.

Sherlock se apoyó sobre la mesada frente a mí mientras se secaba sus manos y me observó por unos segundos que se sintieron eternos.

— Me iré a dormir — anuncié, Sherlock asintió sin dejar de mirarme. 

— Buenas noches Hannah.

— Buenas noches — respondí, dejando la habitación.











Baker Street (Sherlock Holmes) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora