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El ambiente se tornó tranquilo, no específicamente en el buen sentido, era más una tranquilidad incomoda, silenciosa. Sherlock mantuvo su postura por el resto de la noche hasta que su compañero se fue. Nada parecía molestarle, aunque sabía que eso no era completamente cierto.

Una vez que John partió, este soltó todo aquello que mantuvo bajo su perfil altanero. No se desmoronó, claro. Pero note un cambio en su actitud, ahora más decaída.

No quise decir nada al respecto porque Sherlock odiaría discutirlo. La única respuesta posible al problema era su enfoque completo en el trabajo y eso significaba separarnos, algo que ambos teníamos miedo de admitir. Sin embargo me sentí demasiado responsable para dejarlo pasar.

Me uní con él en la sala tomando asiento en un sillón mientras Sherlock escribía en su ordenador.

- Sherlock - lo llamé. Este murmuró algo en respuesta, aun sin prestar atención - Tenemos que hablar - insistí.

Sherlock se giró con el ceño un poco fruncido y cambió de asiento, ubicándose en el sillón frente a mi.

- Qué pasa? - preguntó intentando descifrar mis pensamientos.

- La visita de Lastrade hoy - dije dudosa - Escuché algo.. y siento que debemos hablar.

- Hannah, ya te he dicho que no debes preocuparte.

- Pero lo hago - exclame despacio y tomé su mano, Sherlock presiono su mandíbula - Me siento en el medio.

- No lo estás - respondió - Por más que me guste una buena victoria, Moriarty gana esta vez.

Negué mi cabeza.

- Sherlock - insistí. Sus ojos lucían perdidos - No quiero que esto sea una constante lucha entre elegirme a mí o tu trabajo, sé lo importante que es para ti. Es prácticamente tu vida. Quizás.. estemos a tiempo de ir para atrás, pretender que nada pasó entre nosotros.

- Detente - dijo interrumpiendo - Ambos son fundamentales, ambos se quedan. Sea como tenga que ser - añadió ahora serio.

Intente creer en sus palabras, pero sabía que en ellas se ocultaba. Sherlock no acostumbraba a que alguien se preocupe por él, no sabía cómo lidiar con ello.

Su rostro se encontraba levemente enfurecido ante mi planteamiento. Bajé mi vista al piso aún preocupada, este lo notó y se arrodilló ante mí tomándome el mentón con sus dedos y acercándome a sus labios.

- Sherlock - lo detuve, este chito suavemente con la boca y volvió a pegarme a él.

Confusión, enfado, tristeza, todas las emociones se combinaban a medida que nosotros lo hacíamos. Me acerque más y lo rodeé con mis brazos, mi preocupación comenzó a desvanecerse al sentir su tacto. Quizás decía la verdad, quizás podía con ambos.

Sherlock me tomo de la cintura y me alzo, enganché mis piernas alrededor de su torso y comenzamos a caminar hacia su habitación, aún sin desprendernos el uno del otro.

Una vez allí, me recostó sobre la punta de la cama mientras comenzaba a quitarse la camisa. El gran edredón debajo olía a él, tan particularmente a él que no tenía forma de describirlo. Quería hundirme aquí y no salir nunca más.

Una vez que retiró su camisa, fue por mi ropa. Comenzó quitando mis zapatos y luego desabrocho mi pantalón, deshaciéndose de él. Continuo besando todo mi cuerpo, iniciando por el cuello y descendiendo hasta mi estomago, ya no aguantaba más. Posicione mi mano en su cabeza y lo apresure para llegar a mi vientre. Sherlock rió, sin embargo me encontraba demasiado excitada para prestarle atención.

Sentí sus labios en la parte inferior de mi muslo derecho, donde coloco un beso. Luego se dirigió al otro repitiendo lo mismo, parecía una tortura. Finalmente los colocó sobre mis bragas y gemí al sentir la presión de sus labios en la zona del clítoris. Tomo ambos lados de estas y las deslizó por mis piernas hasta quitarlas. El resto no es novedad, fue un show de explosiones dentro de mi cuerpo. Me removía ante los estímulos de su lengua mientras apretaba el edredón con mis manos, parecía conocer cada movimiento que debía hacer, perfectamente calculados. Tomé de su cabello y tiré de él varias veces, recibiendo gruñidos como respuesta y a un Sherlock más furioso por hacerme acabar.

Cuando llegue al clímax, arquee mi espalda y eché mi cabeza hacia atrás soltando un último gemido con nombre. Sentí su cuerpo subir por encima del mío hasta quedar frente a frente, lo bese exhalando placer y con más pasión que nunca. Luego volvió a alejarse para quitarse hasta la última prenda que lo cubría, mientras tanto, aproveche para recuperar el aliento.

Una vez más subió hasta mi torso y lentamente retiró mi blusa haciéndome subir los brazos por encima de la cabeza. Al intentar llevar mis manos hacia su cuello, me detuvo.

-No, déjalas ahí - indicó sosteniendo mis muñecas sobre mi cabeza y asentí. La espera era el infierno, mi cuerpo pedía más.

Sherlock se introdujo haciéndonos gritar al mismo tiempo. Mis músculos se aferraban a él mientras este se mantenía quieto, con su cabeza baja y su boca abierta. Al pasar unos segundos se recompuso comenzando a moverse, ambos nos encontrábamos absorbiendo todas las sensaciones emitidas.

Era tanto el placer que no podía mantener mis ojos abiertos, su cálido cuerpo sobre el mío continuaba haciéndome llegar al cielo y me removía bajo él ante sus estímulos.

Quería acariciarlo y tomar su precioso cuello con mis manos, pero estas aún se encontraban prisioneras las suyas, incapaces de moverse; lo cual me excitaba aún más.

Mientras tenía su mirada baja me dispuse a observarlo, y entre oleadas de placer me di cuenta lo mucho que lo quería, nadie me hacía sentir tan completa.

Como pude, libré mis manos y las lleve a su cuello, llamando su atención.

- Te amo - confesé.

Sherlock lucía perplejo, no hubo respuesta alguna ante mi confesión. Me miro unos segundos mientras continuaba moviéndose, mientras su cabello se movía a la par, y fue interrumpido por la satisfacción de nuestro roce el cual lo hizo cerrar sus ojos gimiendo. Aquella imagen generó una ola de calor por todo mi cuerpo. Sus pupilas dilatadas le daban un aspecto oscuro, las observé unos momentos más hasta que se acercó y comenzó a besarme, me uní a él entre gemidos.

Me aferre a su espalda y eché la cabeza para atrás con un grito cuando llegue al clímax, él me acompañó. Nos detuvimos lentamente, intentando recuperar el aliento.

Luego de unos momentos Sherlock se movió de encima y cayó a mi lado con los ojos cerrados, aún agitado. Sonreí al ver su cabello revuelto y tome fuerzas para acercarme, todo su pecho se encontraba húmedo.

No quise volver a pensar en aquellas palabras, ni en su silencio.










Próximamente el capitulo final..

Baker Street (Sherlock Holmes) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora