Capitulo 2

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Alex estaba cocinando panqueques cuando Hope bajó a la cocina al día siguiente en la mañana. Llevaba un ridículo delantal blanco y se movía con fluidez por la cocina, endulzando un panqueque con miel.

-     ¡Buenos días, oruga! – la saludo con una sonrisa.

-     Buenos días, tonto – le respondió, sonriendo.

Él dejo un plato de panqueques llenos de rebosante miel y un gran vaso de jugo de frutas, que Hope devoró en poco tiempo.

-     ¿Estás ansiosa por el viaje de hoy?

Ella rodó los ojos a modo de respuesta.

-     A mí tampoco me hace mucha gracia – confesó arrugando la boca – Pero mírale el lado bueno, ¡serás la sensación! Eres la bruja más poderosa del mundo por lo que todas las demás tendrán que rendirte respeto – alzó una ceja cómplice – Tal vez saquemos provecho de eso.

-    Claro, si vienen a matarme te entregaré a ti para que me dé tiempo de correr – le contestó con una sonrisa inocente.

Le dedico una mirada seria, pero rápidamente la cambió por una sonrisa – Estoy seguro que Nueva Orleans dará la talla. Nos divertiremos. Al menos yo lo haré. Hay muchos bares con buen whisky.

-     Apoyaré a Rebekah si quiere arrancarte el corazón por mirar dos veces a una bailarina.

-     Sabes que solo tengo ojos para ustedes – batió las pestañas hacía la pequeña de ojos azules que consideraba como su hija, con dramatismo.

Hope rió - ¿Seguiremos practicando la magia en Nueva Orleans?

-      Por supuesto que sí – caminaron hasta la entrada de la casa – El cementerio de la ciudad es un sitio donde las brujas se concentran. Supongo que tu poder será más fuerte una vez que lleguemos.

-     ¿Iremos a ese cementerio?

-     Somos brujos, no pueden prohibírnoslos.

-    Supongo que siempre podemos matarlas si se niegan – se encogió de hombros, pensando en lo divertido que sería que una de esas brujas quisiera hacerle algún daño a ella.

-    El plan es no matar a nadie – recalcó Alex, mirándola – Así que guarda tus instintos demoniacos, enana. No queremos que te vuelvan a echar.

Rebekah bajó las escaleras a velocidad vampírica, trayendo con ella la mochila de Hope y un abrigo.

-    Bien, ¿tenemos todo? – preguntó una vez que Hope se había abotonado el abrigo.

-     Creo que he olvidado mi carisma en alguna parte de mi habitación – murmuró Hope, mirando sin ganas las escaleras.

Rebekah rodó los ojos y salieron hacía el auto. Alex se situó al volante, dándole un beso en la mejilla a Rebekah antes de arrancar. Hope no puedo evitar sonreír ante tal escena. Alex quería tanto a su tía que le parecía imposible no enternecerse. Sabía los montones de amoríos fallidos que había tenido ella y era justo que al fin haya tenido un amor que no le pidiese nada a cambio más que cariño. Y ella se lo daba en grande.

Alex, era el brujo que las protegía. Desde que tenía consciencia habían vivido los tres juntos. Poco después de que Rebekah se instalara en Italia, había conocido a Alex, un joven brujo solitario que estaba de paseo en el pueblo. Habían coincidido en una plaza, justo cuando Rebekah pensaba desesperadamente donde conseguir una bruja que hiciera un hechizo de ocultamiento para las dos sin que quisiera lastimarlas. Alex se había sentido atraído por la hermosa rubia sentada en un banco con un coche de bebé y al darse cuenta que era un vampiro original, su curiosidad creció. Él tenía una personalidad chispeante y alegre con un toque de humor negro que a Rebekah había cautivado. Él las siguió, curioso como un cachorrito perdido, haciendo preguntas y maravillándose por Hope. Rebekah había considerado matarle, pero su cabello negro y ojos oscuros, completamente guapo, se lo habían impedido.

Hasta que una semana después, se apareció en la hermosa casa de Rebekah, excusándose de que necesitaba un lugar para quedarse ya que había gastado todo su dinero en tontería italiana de recuerdos. Esa noche, Rebekah se arriesgó al dejarlo dormir en su casa, pero estaba tan desesperada por el hechizo que él podía darle, que le pidió que lo conjurara a cambio de un techo el tiempo que él quisiese. El chico lo hizo encantado, pero se negó a irse. Una vez echó el ocultamiento en las dos, también lo hizo en él, y se plantó en la casa alegando que no tenía a donde ir y ellas necesitaban un brujo. Para Alex era la oportunidad de hacer algo importante en la vida con su magia y para Rebekah, un brujo que las ayudase a ella y a Hope, con ocultamientos, hechizos de ayuda y alguien que le enseñara a la pequeña a llevar su magia. En poco tiempo Alex quedo prendado de Rebekah y de su sobrina y no se imaginó ir a otro sitio en donde ellas no estuvieran.

Tomaron un vuelo en primera clase a Estados Unidos, donde Hope durmió la mayor parte. Lo que era un alivio para los dos. Ella solía ser bastante molestosa cuando se fastidiaba.

El viaje fue más corto de lo que esperaban. Llegaron a Nueva Orleans en auto, ocultándose entre los turistas. Hope miraba por la ventana con horror y asombro. Era igual a como ella lo había imaginado. Tiendas vudú, gente rara, montones de turistas con cámaras y miles de cosas extrañas a las que ella no le veía sentido. Era de noche y una especie de festival se celebraba. Aparcaron el auto lejos de la gente y Rebekah insistió en que Hope llevase una capa con mangas largas y capucha, que la ocultaban de las miradas curiosas. Alex, se mesclaba con facilidad entre la gente, tomando fotos con su teléfono del desfile y Rebekah, miraba a todos lados paranoica.

El teléfono le vibraba constantemente, pero no contestaría. Sabía que era Klaus enojado. Se había enterado que ellas estaban en Nueva Orleans cuando Rebekah le había dicho que acaban de pisar el suelo de la ciudad. Podía imaginarse el revuelo que había en la casa Mikaelson. Nadie los esperaba. Tenía llamadas perdidas de Elijah y Hayley también. No podía contestarles o le transmitirían sus nervios.

Hope estaba completamente ofuscada por el montón de gente con trajes brillantes de colores fuertes, carrozas y bailarines que le pasaban por el lado. Era algo que jamás había visto y Rebekah no podía quitarle aquel capricho de deleitarse con un desfile así. Alex la tenía agarrada de la mano, reteniéndola a su lado por si le apetecía caminar junto a los turistas que seguían las carrozas. Nadie les prestaba atención, todos estaban fotografiando el desfile.

Rebekah miraba a los lados por si veía a alguien sospechoso que mirara a Hope detenidamente, pero solo veía turistas caminando. El teléfono volvió a vibrar, pero esta vez con un mensaje.

Rebekah, ¿Dónde están? ¿Están bien? Responde, por favor”

Sonrió al ver el mensaje de su hermano. Elijah siempre conteniéndose en cualquier momento. Estaba segura que Klaus ya estaba por ahí, buscándolas, enfurecido y preocupado. No temía que hiciese una escena. En el momento en que viera a Hope quedaría completamente en shock.

-     Ya me cansé de estar parada, ¿podemos comer algo o creen que una hamburguesa también querrá matarme? – la dulce voz de Hope, resonó en los oídos de Rebekah.

-     Yo también tengo hambre – Alex miró a Rebekah, sonriéndole con cariño - ¿Te apetece ir a un restaurante?

Ella asintió, tomando la mano de Alex y dejando que Hope fuera delante de ellos aunque sentía que el corazón se le fuera a salir por tal acto. La hibrida escogió una pequeñísima heladería que estaba retirada del bullicio de los turistas, con pequeñas mesas rojas y solamente una pareja de humanos con un niño pequeña sentados lejos de ellos, como clientes. Pidieron una enorme pizza de piña y queso y un gran helado de chocolate con fresas de postre para Hope.

Hoping for Hope |The Originals FanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora